Ese día, luego de dos semanas exigiendo mi derecho a votar, pude hacerlo en horas de la tarde. Pese al aislamiento al que estoy sometido pude enterarme esa misma noche de los resultados y no pudo ser de mejor manera. Estaba en mi celda cuando de pronto escucho a cientos de personas que viven en el sector que está al lado de la cárcel gritando "sí se puede, sí se puede", y me sorprendió mucho cuando, en medio de la celebración, escuché "Leopoldo, amigo, el pueblo está contigo". Quienes gritaban sabían que iba a escucharlos y que de esa forma me iba a enterar de lo que había sucedido. Lo primero que me vino a la mente fueron las poderosas palabras de arranque de nuestro himno: ¡Gloria al bravo pueblo! y no pude contener la enorme emoción, muy parecida a la que tuve el día que recibí la noticia de que se había fijado la fecha de la elección parlamentaria luego de que, junto a mi hermano Daniel Ceballos y más de 100 jóvenes en todo el país, hicimos una huelga de hambre de casi 30 días para exigirla. Por eso, como pude en medio de la oscuridad, me subí a la ventada de mi celda para tratar de ver a los que estaban afuera celebrando y así gritarles algo. Al principio la neblina no me dejó ver mucho, pero poco a poco se fue disipando y pude ver a la gente feliz celebrando la victoria.
Esa noche me acosté más comprometido que nunca con la lucha democrática, porque al ver y escuchar a un pueblo gritar consignas a escasos metros de una cárcel militar que se ha convertido en uno de los símbolos de la dictadura sin ningún miedo a represalias, me dije: ha valido la pena, vale la pena cualquier sacrificio por la libertad de nuestro pueblo. Pensé en el sufrimiento que han tenido que pasar los venezolanos por culpa de un modelo equivocado, importado, que no se parece en nada a nosotros y que ha tratado de ser impuesto por la fuerza y reflexioné mucho acerca de los venezolanos que en el pasado confiaron en ese proyecto y, defraudados, ahora apuestan por un cambio. Es una obligación de la toda la Unidad comunicarles y hacerlos sentir que ese triunfo es de ellos, para ellos y por ellos.
Al día siguiente ya pude enterarme por medio de mi abogado, de los detalles y de la magnitud de la victoria. Antes de las elecciones habíamos dicho que en esta oportunidad sí ocurriría un plebiscito, no entre opositores y oficialistas, no. Un plebiscito entre todo un pueblo unido y una élite corrupta, ineficiente y antidemocrática encabezada por Nicolás Maduro y Diosdado Cabello. Y vaya que fue así y el domingo los venezolanos escribimos un nuevo capítulo glorioso en nuestra historia al doblegar a una dictadura a través de los votos.
El pueblo, consciente de toda su fuerza, se expresó por el cambio de forma arrolladora y no solo votó, si no que defendió su voto hasta el final. Los venezolanos le pusimos la mano en el pecho a una élite que ha buscado hacernos creer que un país distinto no es posible y demostramos que sí se puede.
Antes del 6 de diciembre pude enviar una carta donde mencionaba que ganar la Asamblea Nacional era un objetivo fundamental en el camino por conquistar la democracia y construir La Mejor Venezuela, pero que los venezolanos sabíamos que ese era solo un primer paso. Uno que sin duda que nos obliga, desde la Unidad, a una mayor responsabilidad para estar a la altura de todas las esperanzas y expectativas de nuestro pueblo.
Haber ganado representa la
conquista para la lucha democrática de una institución fundamental y representa
un debilitamiento de la dictadura, en la búsqueda de su quiebre definitivo.
Pero también queda claro que para que Venezuela cambie definitivamente debemos
recuperar todas las instituciones. Hoy el TSJ nombrado inconstitucionalmente y
que se pretende "renovar" entre gallos y madrugadas para incorporar
más incondicionales al régimen antes de que se instale la nueva Asamblea, sigue
secuestrado, imposibilitando que haya verdadera justicia en Venezuela. El
Defensor del Pueblo solo defiende a la dictadura. La Fiscal General de la
República protege a los poderosos y en Venezuela las víctimas que se atreven a
denunciar son los que terminan acusados y encarcelados. La Contraloría General
de la República solo funciona en épocas electorales para inhabilitar a todo el
que piensa distinto, mientras de forma cómplice observa el mayor robo y saqueo
que se ha hecho al pueblo venezolano en su historia. El CNE nuevamente jugó un
triste papel en este proceso electoral, permitiendo la campaña más abusiva de
la historia y extendió de manera ilegal la votación el domingo en un acto desesperado
de la dictadura.
Con la victoria
popular del domingo hoy la dictadura está debilitada, sí, pero aún mantiene
secuestrados a los otros poderes del Estado y como ya anunció Maduro los usará
para desconocer la voluntad expresada por el pueblo. Estoy seguro que nuestros
diputados de la Unidad se mantendrán firmes y harán respetar la voluntad
popular y que debemos manejar la victoria con humildad y
serenidad, pero al ver la reacción que ha tenido Nicolás Maduro y Diosdado
Cabello frente al triunfo democrático queda aún más claro que no podemos
detenernos ni un instante en conseguir el cambio definitivo que tanto demanda
nuestro pueblo. La dictadura está debilitada, sí, pero aún vivimos en ella y
nuestro pueblo votó para cambiar un sistema que lo oprime, que lo humilla y que
imposibilita que pueda encontrar las soluciones a sus problemas más sentidos.
La dictadura está debilitada y es nuestro deber no darle respiro. Si Maduro y
el resto de las cabezas de los poderes secuestrados por una élite corrupta y
antidemocrática torpedean el cambio, pues hay que cambiarlos.
Estoy convencido que la nueva Asamblea Nacional no sólo tiene como
tarea dictar leyes democráticas, sino que tiene un compromiso histórico de
impulsar el cambio político que tanto anhela nuestro pueblo. Estamos obligados
a impulsar al mismo tiempo el cambio político, el reimpulso económico y una
nueva agenda social para todos los venezolanos, no hay duda, pero es una
realidad y hay que ser responsable con nuestro pueblo hablándole con la verdad,
que no habrá solución a los problemas que sufrimos sin que antes hayamos podido
lograr el cambio político de la cúpula corrupta que hoy usurpa el poder. No es
posible reactivar la producción nacional y por tanto vencer la escasez y la
inflación, dos grandes sufrimientos de nuestro pueblo, mientras continúe en el
poder un régimen que culpa de su derrota a una ficticia “guerra económica”. No
es posible solucionar la inseguridad mientras continúe en el poder una
dictadura, que no es solo cómplice de la delincuencia, sino que mantiene
secuestrado el poder judicial y por tanto la esperanza de que exista justicia y
no reine la impunidad.
Desde el 2014 hemos sostenido que hay que salir por la vía
constitucional de este desastre lo más pronto posible. Frente a las inmensas
injusticias que hoy sufre el pueblo venezolano, no hay espacio para el cálculo
político ni para las conveniencias personales. Ante las injusticias, los
atropellos y las violaciones a los derechos se reacciona. A las injusticias se
les combate. A las injusticias se les planta la cara con decisión, sin
miramientos ni recelos. Yo he decidió enfrentar a esta dictadura en todos los
terrenos, tanto en la calle protestando legítimamente, en lo electoral y en lo moral y estoy convencido de que vale
la pena.
Se trata de reaccionar frente a la urgencia; la situación del
país, la destrucción del país, el sufrimiento de nuestro pueblo, lo amerita.
Venezuela se cae a pedazos ante nuestros ojos. ¿Cómo le decimos a los
venezolanos que viven angustiados de salir a las calles y con el temor de
perder sus vidas, que debemos esperar hasta el año 2019 para cambiar este
sistema? ¿Qué le decimos a los venezolanos que hacen colas todos los días y
cuya situación económica empeora al mismo tiempo?
Como hemos dicho desde en el pasado, allí están los mecanismos
constitucionales. Ratifico el compromiso con mis
compañeros de la Unidad para que tal como acordamos
en julio de 2015, demos una discusión profunda sobre cual mecanismo activar
para lograr el cambio político, si es el revocatorio, la enmienda, la renuncia
o la constituyente.
La dictadura está debilitada,
sí, pero seguimos viviendo en ella; la dictadura está debilitada y es
deber de los demócratas no darle respiro. Unidos lo lograremos. ¡Fuerza y
Fe!
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