POR: HÉCTOR SILVA MICHELENA
Fuente: EL Nacional
El escritor Tulio Hernández ha señalado, varias veces, que en el siglo
de la gran globalización, de Internet, las redes sociales, y la caída
del socialismo real, esta definición ha variado pues vivimos una época
histórica diferente, donde el travestismo ideológico juega un papel
fundamental. Tal es el caso del chavismo en nuestro país. Dice Tulio
Hernández: “Lo he dicho otras veces. Las dictaduras militares producto
de golpes de Estado actúan como el zarpazo del tigre. Son sorpresivas.
Estridentes. Sangrientas. Matan sin piedad. En cambio, los
neoautoritarismos o los totalitarismos en la era de Internet lo hacen
como la leyenda de la boa constrictor. Envuelven a la víctima y la
asfixian lentamente. Gradúan el tiempo y el esfuerzo de los apretones.
Pero al final, si no hay una fuerte reacción, igual matan. Sin piedad”.
(El Nacional, 08-06-14).
Y más adelante precisa: “El teniente coronel de Sabaneta aplicaba el
método sagazmente. Por ejemplo, como le molestaban profundamente los
dirigentes opositores exitosos, trataba de sacarlos de juego para
siempre. Pero en vez de hacerlo como Trujillo o Somoza, usando policías
de lentes oscuros, recurría a funcionarios públicos –jueces y
contralores eran sus predilectos– para que hicieran ‘legalmente’ y sin
sangre, ni escrúpulos, el trabajo sucio que en los modelos totalitarios
precedentes se le encargaba a los esbirros”.
Los viejos regímenes totalitarios se caracterizaban por un monopolio de
los medios de comunicación, la imposición de una ideología monolítica,
la exigencia no solo de obediencia, sino de participación activa en las
medidas policiales del Estado, y un aparato de policía secreta y de
campos de concentración para disciplinar e incluso exterminar a los
adversarios y disidentes. Los líderes potenciales de la oposición eran
aislados, encarcelados, exiliados o asesinados. A menudo, los tentáculos
del aparato del Estado se extendían hasta el extranjero y atacaban a
enemigos que pertenecían a la población en el exilio, como fue el caso
del asesinato de Liev Trotski en México a manos de agentes estalinistas.
Los componentes de muchas organizaciones nacionales de seguridad e
información han utilizado métodos ilegales para hacer frente a los
adversarios, tanto dentro como fuera del país. Lo que diferencia estos
episodios de un sistema donde se aplica el terrorismo de Estado es la
importancia de la operación y el total respaldo de la cúpula de
dirigentes (partido, militares, y una nueva burguesía favorecida –en
Venezuela, los empresarios de maletín–).
En efecto, el aparato de terror, el Estado y el partido en el gobierno
suelen estar relacionados de un modo indisociable. El sistema acaba
destrozando a menudo a los elementos de su propia cúpula, como sucedió
con el líder nazi Ernst Röhm, jefe de la Sección de Asalto (SA), y el
jefe de la policía secreta soviética Lavrenti Beria, ambos ejecutados
por las mismas organizaciones que ellos crearon o dirigieron. Entre
nosotros, este aparato tiene varios componentes articulados por el trío
Cabello/Rodríguez Torres/Maduro. Ellos son: la DIM, el Sebin, los
colectivos armados, la GNB y la PNB. Como la acción terrorista es
“legal”, más aun, es “constitucional”, los defenestrados son menores,
mientras torturadores, asesinos, esbirros y jueces o juezas del guiñol
judicial gozan de impunidad, de inmunidad y del “poderoso caballero” de
Quevedo. En este plano, algunos regímenes, como el chavista, han
recurrido a medios extralegales para eliminar o inhabilitar a elementos
específicos de la población, en especial a quienes los denuncian con
vigor y a quienes se elevan varios puntos por encima del trío,
cualquiera de ellos, en las preferencias e intenciones de voto de los
electores. ¡El arcaísmo bolivariano debe continuar! ¿No es así, Fidel,
Raúl, y las sanguijuelas de Petrocaribe?
Ya desde el 22 de febrero, los periodistas de El Nacional, Diana Lozano y
Alex Vásquez, valientemente dieron a conocer desgarradores casos de
torturas. Estos son algunos de los casos, que traemos a la memoria del
olvido. Así hablaron los jóvenes:
“Los guardias me tiraron en el piso en medio de un árbol y un carro, en
los que se apoyaban para saltarme en la cabeza. Nos arrodillaron,
cargaban las escopetas detrás de nosotros y decían que ya era hora de
matar a los estudiantes. Nos patearon en la cabeza, luego nos tomaron
fotos y nos preguntaban que cómo nos habíamos hechos las heridas, que si
nos habíamos caído”, contó Jorchual Gregory, estudiante de segundo
semestre de Comunicación Social en la Universidad Arturo Michelena en
Carabobo, quien decidió contar su historia a pesar de que tiene miedo,
admite. El joven de 19 años de edad aseguró, vía telefónica, que tiene 3
heridas abiertas en la cabeza y al menos 20 heridas de perdigones en la
espalda. Añadió: “Nos obligaron a desnudarnos y amenazaban con
violarnos”.
Gregory fue detenido en el centro de Valencia el 13 de febrero en la
noche cuando abandonaba una protesta porque grupos de motorizados
encapuchados y armados llegaron al lugar. Fue llevado al comando de la
GNB ubicado al lado de la cárcel de Tocuyito, donde estuvo detenido
hasta la el domingo 16 de febrero en la madrugada.
“Nos hicieron limpiarnos con trapos llenos de gasolina, nos sentaron en
grupo y nos golpeaban con escopetas en la cabeza diciendo que éramos una
batería”, agregó.
Nizar El Fakir, abogado del Centro de Derechos Humanos de la Universidad
Católica Andrés Bello, explicó que un joven que fue llevado al Cuerpo
de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas de Parque
Carabobo fue forrado en goma espuma –para evitar dejar marcas– y fue
golpeado con un bate. Indicó que los jóvenes tuvieron que hacer sus
necesidades en bolsas porque no les permitieron usar el baño. El Fakir
aseguró que algunas de las jóvenes que estuvieron detenidas en Fuerte
Tiuna desde el 12 de febrero en la madrugada fueron amarradas en las
camas y amenazadas con que las iban a matar.
Juan Carrasco, estudiante detenido el 13 de febrero en Carabobo, contó
al diario El Mundo de España que funcionarios de la GNB le acercaban un
perro al que le decían que lo mordiera y que le introdujeron un fusil
por el ano. No se denunció por temor. Luis Armando Betancourt, abogado
del Foro Penal Venezolano en Carabobo, explicó que muchas de las
torturas se conocieron después debido a que las audiencias de
presentación se efectuaron en los comandos en los que los muchachos
estaban presos, por lo que no se sentían libres de declarar.
Gregory contó que los fiscales del Ministerio Público los entrevistaron
en presencia de los uniformados. “Yo no dije nada de las torturas hasta
que llegaron los abogados, e igual tenía miedo porque la juez podía
decidir dejarnos presos ahí”, dijo. La coordinadora del Centro de
Derechos Humanos de la UCAB, Ligia Bolívar, indicó que en muchos casos
los defensores no pudieron reunirse en privado con los detenidos, pues
siempre hay un funcionario presente, lo que complica, por temor a
represalias, que se conozcan algunos casos de tortura.
¿Cómo sustraerse del dolor y del espanto? Cómo no sentirse indignado
cuando uno observa a los responsables de estos estremecedores
testimonios actuando sin reparos. Un gobierno que lejos de atender las
demandas se empecina en sembrar el odio sin un gesto siquiera confiable
de objetividad y deseos de investigar.
Esto es parte de lo que habrá que documentar en sendos informes de
violaciones a los derechos humanos. No son solo los casos de tortura que
aquí se denuncian en la nota de El Nacional. Hay detenciones
arbitraras, faltas al debido proceso, violaciones de la propiedad,
amenazas de terror contra población civil y asesinatos.
¿Dónde está, por ejemplo, el escolta de Rodríguez Torres que mató a
Bassil Da Costa? ¿Qué le pasó a la defensora del pueblo? ¿Cocina su
mentira, espera línea de arriba? Esta es la cifra de entonces: 18
jóvenes fueron torturados en Venezuela por uniformados en las últimas
dos semanas. Eran parte de los 506 estudiantes que han sido detenidos
por protestar. Estos son algunos de los tratos crueles, inhumanos e
intimidatorios a los que las autoridades sometieron a los jóvenes, según
relataron sus abogados.
En un comunicado emitido en Nueva York (30 de mayo de 2014), Human
Rights Foundation (HRF) condenó la tortura infligida por agentes de la
Policía Nacional Bolivariana de Venezuela a los estudiantes Marco
Aurelio Coello y Christian Holdack, quienes se encuentran detenidos
arbitrariamente desde el 12 de febrero pasado, cuando participaban en la
marcha estudiantil por el Día de la Juventud en Caracas. Coello y
Holdack son acusados de ser los “autores materiales” de los crímenes que
están siendo imputados, en calidad de “autor intelectual”, contra el
líder opositor y prisionero de conciencia Leopoldo López, algo que
estaría dificultando la liberación de los estudiantes a pesar de la
ausencia de pruebas contra ellos.
“Las violaciones sistemáticas contra los derechos humanos de los
estudiantes venezolanos han mostrado al mundo los verdaderos colores de
la trasnochada y autoritaria ‘revolución’ bolivariana”, dijo Garry
Kasparov, presidente del Consejo Internacional de HRF. “Cualquier acto
de tortura contra cualquier ser humano es deplorable, pero el mundo
entero debe entender la gravedad de que en Venezuela se esté torturando a
estudiantes por marchar y hacer mítines contra un gobierno autoritario
que día a día se consolida como dictadura”, continuó Kasparov.
HRF es una organización sin fines de lucro, independiente y apolítica,
que promueve la defensa de los derechos humanos a escala mundial, con
énfasis en sociedades cerradas. HRF centra su trabajo en los conceptos
entrelazados de autodeterminación y libertad. Estos ideales encuentran
su más alta expresión en la creencia de que todos los seres humanos
tienen derecho a la libertad de expresión y de asociación con personas
de ideas afines. El Consejo Internacional de HRF está presidido por el
activista político por la democracia, el ruso Garry Kasparov y se
encuentra conformado por prestigiosos activistas de derechos humanos,
tales como George Ayittey, Vladimir Bukovsky, Palden Gyatso, Václav
Havel [fallecido ex presidente de Eslovaquia], Mutabar Tadjibaeva, Ramón
J. Velásquez, Elie Wiesel y Harry Wu.
Pareciera, pues, que el régimen bolivariano, y su presidente espurio, de
tanto leer a Marx se han indigestado con estas consideraciones que el
ácido pensador de Tréveris, Reino de Prusia, hace sobre el delincuente,
en un satírico texto titulado Elogio del crimen (1860 y 1862):
“El delincuente produce, asimismo, toda la policía y la administración
de justicia penal: esbirros, jueces, verdugos, jurados, etc., y, a su
vez, todas estas diferentes ramas de industria que representan otras
tantas categorías de la división social del trabajo; desarrollan
diferentes capacidades del espíritu humano, crean nuevas necesidades y
nuevos modos de satisfacerlas. Solamente la tortura ha dado pie a los
más ingeniosos inventos mecánicos y ocupa, en la producción de sus
instrumentos, a gran número de honrados artesanos”.
Hace tiempo que el Filóloco dijo: “Los cobardes suelen combatir la fuerza de la palabra con la fuerza de la policía”.
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