POR: MARCOS CARRILLO
FUENTE: EL UNIVERSAL
Al potrero en que se convirtió Venezuela se le seca el pasto y la maleza
se lo traga. Drogas, terrorismo, corrupción y totalitarismo son las
cuatro patas que sostienen la mesa que da de comer a los más oscuros
intereses de la humanidad, que conviven -y son apadrinados- en el Estado
venezolano.
No se trata de comulgar o no ideológicamente con quienes usurpan el
poder (aunque no debe olvidarse que la izquierda radical desde hace
décadas justifica y practica el terrorismo y el narcotráfico como formas
de combatir al "Estado burgués" y el imperialismo yanqui). Se trata de
tomar posición frente un gobierno que utiliza las instituciones para
proteger los más despreciables ilícitos.
Cada semana que pasa se corre más el riesgo de que se utilice el país
para llevar a cabo actos de terrorismo nacional e internacional. Cada
día que pasa es un día que se les regala a los capos de la droga para
que sigan llenando con sus fichas los más altos cargos públicos. Cada
hora que pasa se sigue hipotecando el país para financiar torpeza y
corrupción. Cada segundo que pasa se asfixian las más elementales
libertades para oxigenar el totalitarismo.
Mientras no se asuma que esta es la realidad y que quienes "gobiernan"
son enemigos de la democracia y defienden los intereses antes
mencionados, no hay posibilidad alguna de tomar las decisiones políticas
correctas para el retorno del país a la senda democrática. María Corina
Machado y Leopoldo López en la MUD, y Diego Arria fuera de ella, han
comprendido la gravedad del problema y han sostenido que es preciso
organizar acciones concretas y contundentes de lucha no violenta, todas
con sustento constitucional, para deponer este gobierno antes de que
termine este período constitucional. La MUD debe respaldar sin
ambigüedad las propuestas de estos líderes y si alguna reserva moral
queda en la Fuerza Armada, deberá respaldar las acciones para el retorno
de un gobierno democrático y civil.
Combatir la mafia gobernante no significa confrontar al pueblo llano que
ha apoyado al régimen, por el contrario, es una forma de defenderlo. Un
nuevo gobierno que sirva de soporte a la libertad creadora del
ciudadano en lugar de castrarla, racionalice la economía, no apoye el
crimen y restablezca las libertades, será bienvenido y respetado por la
mayoría del país.
Esperar una implosión del gobierno es inútil e irresponsable. Mientras
se le tenga miedo al poder de cambio que tienen los ciudadanos
organizados y debidamente liderados seguiremos sometidos a la barbarie.
El liderazgo no debe esperar montarse en una ola, debe producirla.
@carrillomarcos
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