Por: Roger Noriega
From : InterAmerican Security Watch
Roger Noriega
Al ahora moribundo dictador de Venezuela,
Hugo Chávez, se le informó hace cinco años que su cercano colaborador, el
General Henry Rangel Silva – el hombre al cual recientemente nombró como
ministro de defensa – está involucrado en el contrabando de cocaína. El
nombramiento de Rangel Silva a tan importante puesto de seguridad –
inmediatamente después del retorno del secuaz de Chávez, Diosdado Cabello, a
los altos cargos políticos indica que los narco-generales se están posicionando
a sí mismos para mantenerse en el poder a pesar de las elecciones programadas
para octubre próximo.
Un documento oficial de los archivos del
Ministerio de Defensa, difundido por el diario de Miami, El Nuevo Herald,
comprueba que Chávez fue notificado el 10 de enero de 2007, sobre pruebas que
implicaban a Rangel Silva en el envío de 2.2 toneladas de cocaína en noviembre
del 2005. La participación de Rangel Silva podría haber pasado desapercibida,
salvo por el hecho de que el conductor del camión que llevaba el contrabando
era su primo, Edgar Alfonso Rincón Rangel. Los esfuerzos por enjuiciar a Rincón
y varios otros oficiales militares de alto rango se descarrilaron de forma
sospechosa; lo que sugiere un encubrimiento de alto rango.
Los vínculos de Rangel Silva con el
narcotráfico son bien conocidos. Por ejemplo, el gobierno de los Estados Unidos
lo designó como un capo de la droga en 2008, y sus relaciones cordiales con los
líderes de la narco-guerrilla colombiana fueron descubiertas en los archivos informáticos
recuperados de este grupo armado.
El Nuevo Herald reveló un documento que
demuestra que Chávez ha jugado un papel personal en el encubrimiento de los
delitos de Rangel Silva durante años, al mismo tiempo que ha continuado
ascendiendo su rango militar. No es de extrañar que la complicidad del
presidente con sendos criminales haya convertido a Venezuela en un centro vital
para el contrabando de cocaína a Centroamérica, México, Estados Unidos, el
Caribe, África Occidental y Europa. Esta evidencia confirma que Chávez
efectivamente ha convertido a Venezuela en un narcoestado.
Como era de esperarse, los líderes
militares están tomando las riendas del poder a medida que la severidad del
cáncer de Chávez se vuelve más aparente.
Aunque los chavistas civiles y otros de rango militar podrían ser
capaces de superar una transición después de la muerte de su líder, los
involucrados en el narcotráfico no tienen un ‘plan B’ y retienen el poder a
cualquier costo o corren el riesgo de acabar en un traje color naranja al
estilo de Manuel Antonio Noriega.
El nuevo papel de Cabello como jefe del
partido de Chávez y la Asamblea Nacional es la póliza de seguro de los
generales involucrados en el narcotráfico. Él es un militar que dispone de la
confianza de Rangel Silva y de otros narco-soldados.
Una lucha de poder dentro del ejército es
inevitable. Trece años de revolución chavista han corrompido todas las
instituciones civiles del país. Ha promovido a los militares en base a la
lealtad, y ha promovido la lealtad al permitirles la corrupción masiva. Sin
embargo, en dos ocasiones en los últimos años, han insistido en que Chávez
respete la Constitución y la independencia de la institución militar. Queda por
ver si estos “institucionalistas” estarán a su lado si los narco-generales
tratan de sabotear el proceso electoral,
sobre todo si los venezolanos salen a las calles para evitar una toma
del poder.
La oposición democrática se ha unificado
como nunca antes. Y cuentan la confianza de que pueden alcanzar el poder –
sobre todo si Chávez muere o se da por vencido.
El 12 de febrero la oposición elegirá a su candidato presidencial. A
medida que la oposición gana impulso – especialmente si Chávez muere antes de
las elecciones - los chavistas radicales
y los narco-generales pueden intensificar la opresión o agredir abiertamente el
proceso democrático.
A pesar de que la oposición se contenta con
pelear su propia batalla, se debe esperar por alguna ayuda internacional –
especialmente si algunos criminales en el poder tratan de negarle a los
venezolanas su derecho de ejercer el sufragio y escoger su propio líder.
Tendrán que buscar a sus hermanos latinoamericanos para defender el proceso
democrático al rechazar un narco-golpe.
Aunque la administración en Washington aparenta estar muy pasiva ante estas
posibles amenazas, hay alguna esperanza de que los Estados Unidos siga la
solidaridad latina. Por supuesto, solo los Estados Unidos cuenta con la fuerza
para exigir que los aliados de Chávez en Moscú, Pekín, Teherán y la Habana no
intervengan en la situación.
Mientras Chávez sucumbe al cáncer como se
esperaba, en los próximos siete a nueve meses, probablemente se producirá un
cierto nivel de caos en Venezuela. Queda por ver si los demócratas en Venezuela
y sus tímidos amigos en los países vecinos estarán a la altura de la situación
y si harán un esfuerzo por salvar a su país.
Si eso no ocurre, un narco-estado en Venezuela representará una amenaza
mayor para todos los interesados.
Las agencias de procuración de justicia de
los Estados Unidos han sido pioneros en como lidiar con la criminalidad de
Chávez. Lo que es solo una parte de la amenaza asimétrica que representa para
los intereses y la seguridad de este país. Sin embargo, a menos que queramos
ver una mala situación empeorada, todo nuestro aparato de seguridad debe de
intensificar su actividad ante este reto.
Roger F. Noriega fue embajador ante la
Organización de Estados Americanos entre 2001-03 y Secretario Adjunto de Estado
de 2003 a 2005. El es un investigador visitante en el American Enterprise
Institute y director ejecutivo de Vision Americas LLC, que representa a
clientes de EE.UU. y extranjeros, y que contribuye a
www.interamericansecuritywatch.com
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