Manuel Felipe Sierra, el periodista acucioso. Ubica en contexto, uno a
uno los hechos noticiosos. Mira los antecedentes gracias a su
privilegiada memoria y ahí está, su análisis descarnado sobre los
acontecimientos políticos. “Las primaras constituye apenas una primera
fase, no significa que ese candidato candidata a la presidencia de la
República de las fuerzas democráticas tiene asegurada la victoria. La
segunda etapa significa vencer la ‘opción Chávez’, en caso de que su
cuadro de salud se lo permita o la del candidato chavista que partirá
con ventajas en la contienda electoral”.
Reportero, corresponsal internacional y director de medios impresos y
audiovisuales, reconoce con juicio crítico, a la Mesa de la Unidad
Democrática “es un instrumento importante para la sociedad”. Pero
advierte peligros y tentaciones gravitando en torno a los dirigentes que
engranan las maquinarias partidistas, aunque intenta derrotar con sus
argumentos a la antipolítica en reserva, tan nefasta cuando se trata de
salvar la democracia. “Las primarias con las dificultades inevitables,
representa la participación de ese 40% del mercado electoral opositor
que se ha ido cristalizando en las últimas votaciones”.
-Pero que no ha crecido más allá del 47% que señalan las encuestas, para garantizar el cambio de rumbo, interrumpo
-La opción que surja de ese mundo -opositor- debe ser capaz de
entusiasmar y de activar a los sectores nacionales, única manera de
enfrentar y ganar las elecciones.
Entonces, el Vicepresidente de Información del Circuito Radio
Venezuela comienza sus advertencias. “Durante las primarias se ha jugado
mucho a la mercadotecnia en el sentido de cuidar las palabras, para
entusiasmar a ciertos sectores originándose un discurso muy plano y los
planteamientos convencionales de todo candidato. Que si propuestas para
la educación, para combatir la inseguridad... el problema es que la
elección presidencial del 7 de octubre no será para relevar a un
presidente. Es un episodio en el conflicto que se ha desarrollado entre
la mayoría democrática del país y el modelo político de Chávez que no es
democrático, haciendo de la campaña un proceso totalmente inédito que
obliga a cambiar el tono y el discurso”.
¿Inédito? Ajá. Se planta en medio de estas confesiones, esa etapa,
la transición, obviada y estigmatizada. Descalificados los precandidatos
que han basado su discurso en este tiempo indispensable para la
recuperación de la independencia de los poderes públicos. “Es válida y
pertinente la propuesta programática presentada el 23 de enero, pero
para la campaña presidencial tiene que ir acompañada de un programa
mínimo de gobernabilidad o lo que es lo mismo, las condiciones para la
transición. ¿Por qué? Si la oposición gana, está obligada a comenzar un
proceso de reconstrucción de las instituciones democráticas que han sido
devastadas por el chavismo. De recomposición del aparato productivo
destruido por una política económica que no incentiva la inversión
nacional ni extranjera, permitiendo que el Estado confisque los espacios
de la sociedad. En Venezuela la transición se dará en unas
características muy especiales. Y es que las transiciones ocurren cuando
se produce una ruptura”.
Echa mano a la historia contemporánea de Venezuela para identificar
las transiciones. “El 23 de enero fecha que acaba de marcar los 54 años
el derrocamiento de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, significó la
transición hacia la democracia, pero el antiguo régimen, el
“perejimenismo” desapareció de hecho y eso creó un espacio factible para
construir el tejido democrático a través del Pacto de Punto Fijo”.
Ocurre también, que el régimen a sustituir llega a un nivel de
agotamiento que facilita la transición y entonces se convoca la asamblea
constituyente.
-¡Aquí es distinto!
-Sí, porque los factores sustituidos seguirán teniendo el control de
los poderes públicos, con una característica: ¿Cómo se pueden desmontar
esos poderes constituidos? Porque sería tan legítima la victoria
electoral de la posición, como las posiciones que ellos ocupan por el
voto popular. Eso crea un problema que es inédito en las transiciones.
Normalmente las transiciones son políticas como el caso de Pinochet que
se cita mucho, pero en Venezuela, además de política tiene que revertir
medidas y procedimientos que se han instalando y consolidando. ¡Aquí hay
dos constituciones!, la de 1999 que nos rige a todos los venezolanos y
una de facto que ha ido construyendo el Presidente con su mayoría en la
Asamblea Nacional y las leyes habilitantes! Esas leyes que los
especialistas aseguran son inconstitucionales, pero en todo caso,
producto de un manejo político e ideológico, las utiliza Chávez para
gobernar. Un gobierno democrático no puede tener dos constituciones.
Más que buenas intenciones
“Declamar ¡Venga la inversión nacional y extranjera!, recuperar la
economía no es un problema de buenas intenciones. Si llegan ¿En cuáles
espacios va ocuparse? El candidato que resulte de las primarias tendrá
también el tema de las fuerzas armadas. Ya no son las que conocimos. Han
sido reconvertidas en un ejército más parecido al cubano que a los de
América Latina. Está ideologizada, responde a otros valores, con
estructura de comando distinto. Venezuela en materia militar
prácticamente se salió del sistema interamericano de defensa. Entonces,
tienes que decir, con esas fuerzas armadas no se puede avanzar en el
camino de la democracia. ¡Es un techo que tienes allí!
-Recomponer la institucionalidad democrática, a las Fuerzas Armadas
Bolivarianas, las relaciones de producción. ¿Qué otras tareas de
envergadura es imperativo plantear en el discurso electoral para dar
señales que se tiene comprensión sobre las tareas claras para retomar el
camino democrático?
-Un gobierno de unidad nacional tiene que plantear también el giro
que le dará a las relaciones internacionales, las cuales parten del
amarre que tiene Chávez con los Castro, no solo ideológico.
Hay una
relación afectiva, que se ha anclado en intereses y necesidades mutuas.
El mandatario nacional necesita a los hermanos Castro para perpetuarse
en el poder, por eso le entrega sus anillos de seguridad, la
inteligencia en las Fuerzas Armadas Bolivarianas, el control de las
notarías, la identificación, o sea, áreas estratégicas que solo debe
manejar el Estado, no se delega a otro país. Y por otra parte los Castro
necesitan de la ayuda venezolana, no solo petróleo, sino que Cuba siga
siendo el centro de triangulación e intermediación económica. Pero ese
dinero no es para los cubanos, sino para fortalecer la nomenclatura y
los instrumentos de represión del gobierno cubano y enfrentar la crisis
que se vive en Cuba. La ayuda venezolana es fundamental para la
estabilidad del gobierno de la isla. Ese ligue lo tiene que desatar el
gobierno que llegue.
-¿En una transición?
-En una transición. Porque de otra manera no se podrá gobernar. Aquí
hay dos gobiernos. El de Miraflores y el que ejerce el verdadero cogollo
que funciona en Cuba, integrado por ese triunvirato formado por Chávez y
los hermanos Castro, Fidel y Raúl. Esa es la verdad. Al país hay que
decirle cómo se va hacer con esos problemas previos. Esos temas están
primero y hay que abordar. Porque la transición no se trata de que la
proponga alguien. No es una iniciativa política, es una necesidad que
está presente. Para poder avanzar, tenemos que pasar por ese tramo, que
en algunos casos resultan traumáticos. El 7 de octubre, Venezuela se va a
enfrentar, quiéralo o no, al tramo de la transición.
-¿Por qué cree que un tema de tal envergadura no fue
considerado en el programa de gobierno que suscribieron los
precandidatos en las primarias?
-Me parece que todavía pesa mucho en los sectores organizados de la
oposición, la falta de la verdadera caracterización del régimen
chavista. Hay muchos que creen que no es verdad que estamos en un
régimen neo dictatorial. Que no es verdad que estamos frente a un
esquema de control total de la economía, probablemente porque no les
afecta. Estiman que aunque el estilo de Chávez es autoritario, es un
hombre que puede advenirse a las formas democráticas. Esa es una
explicación y la otra, que tienen un desconocimiento total de la
historia, es decir, en Venezuela ha cobrado fuerza la banalización de la
política, eso que se llama la ‘videocracia’. Se concibe como un juego
donde privan los medios de comunicación, las encuestas, lo cual hay que
usar, pero no es la ciencia. Es la cirugía plástica de la política, pero
Venezuela tiene un problema de cáncer y en consecuencia el tratamiento
debe ser más profundo. Entonces se omite -ojalá sea una hipótesis que no
tenga ninguna validez- no les gustaría desmontar la estructura
autocrática chavista, para usarla con el argumento que se es demócrata.
Eso es un juego sumamente peligroso, resulta inmoral y absolutamente
inaceptable.
-¿Considera que ya están coexistiendo algunos sectores de la
oposición y el régimen chavista que pudiera desmotivar a los ‘Ni-Ni’ de
cara a las elecciones del 7 de octubre?
-Una vez que se escoja el candidato, la propia dinámica electoral
establecerá la propia dinámica de la elección de octubre. Ningún
candidato que aspire derrotar a Chávez no puede seguir con este discurso
de no confrontación. Y no me refiero al enfrentamiento irracional.
¿Cómo enfrentas a un boxeador si no piensas noquearlo o ganarle por
puntos? Y el presidente Chávez no es un candidato cualquiera: Es el
caudillo, el jefe de un proceso histórico que ha avanzado mucho y tiene
una gran fuerza popular todavía y la tendrá por mucho tiempo. Él puede
soportar derrotas electorales, pero eso no quiere decir que está
derrotado en términos de poder. La situación no es fácil. Es una ilusión
muy grande pretender que se puede derrotar a Chávez y gobernar porque
se tienen cualidades, imagen y ciertos atributos atractivos para el
electorado.
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