Por: José Gregorio Martínez
Fuente: 6to Poder
La ubicación geográfica ha sido siempre un
factor determinante para que Venezuela esté en el camino del transporte de
cocaína hacia Estados Unidos y Europa, pero si se conjuga además una impunidad
imbatible, corrupción amparada por las altas esferas del poder y el compromiso
oficial con grupos terroristas, financiados con los dividendos del negocio de
la droga, la consolidación como puente entre los países productores y los
grandes mercados pareciera innegable.
El informe anual 2011 de la
Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito precisa que 25 por
ciento de la cocaína decomisada en Europa entre 2008 y 2010 procede de Colombia,
y sumándole la que utiliza como puente a Venezuela, Ecuador y Panamá llega a 69
por ciento, revelando que estos tres países sirven como puente de 63 por ciento
de la cocaína colombiana que llega al viejo continente.
La reacción del Gobierno ha sido
contradictoria, por un lado, Tareck El Aissami, ministro de Interior y
Justicia, ha considerado como “una agresión imperial” que en dicho informe se
sostenga que Venezuela ha fracasado en su lucha contra las drogas, y por otro
lado se destaca que el país aparezca como el quinto en el mundo en lo que a
decomisos se refiere. También afirma el vocero del Ejecutivo que se disminuye
la calificación de país tránsito en Venezuela, aunque -vale aclarar- no específica
el informe cuánto aporta Venezuela en ese 63 por ciento que comparte con
Ecuador y Panamá en cuanto a tránsito de cocaína colombiana a Europa.
Bayardo Ramírez, ex presidente
de la Comisión Nacional Contra el Uso Ilícito de las Drogas (Conacuid), asegura
que las cifras de la ONU se acopian entre todos los grupos de tarea en esta
materia que existen en el mundo y están siempre muy aproximadas a la realidad.
Lamenta que en esta oportunidad se esté afirmando que Venezuela no es un país
colaborador y se haya convertido en tolerante con complicidad interna. Recuerda
el caso de Walid Makled como una pequeña muestra de lo que ocurre en el país.
“Aquí hay una inmensa corrupción
que permite a los traficantes gozar de una impunidad estructural. El caso
Makled no es solo de tráfico de drogas sino que implica también una inmensa
corrupción de la estructura del Gobierno. Le dieron una compañía aérea, el
puerto, y lo autorizaron para trabajar con urea. Esto ha sido apenas una
demostración de todo lo que está pasando”.
Considera “una estupidez” la ruptura
con la DEA; a su juicio, este tipo de delincuencia organizada requiere ser
combatida en coordinación con todas las naciones involucradas y, por lo tanto,
no augura mayor éxito a un Estado que emprenda una acción en solitario. El
Gobierno insiste en que los decomisos y la captura de traficantes se han incrementado
desde que rompió con la DEA, pero Bayardo Ramírez presenta su tesis con la que
rebate dicha versión.
“Lo que sucede es que ahora los
medios, el transporte y la información permiten una mayor movilidad. Venezuela
se ha convertido en un país que sirve para lavar la cara a la delincuencia
organizada trasnacional porque ya en el mundo entero tienen información de que
la guerrilla es terrorista y hay un pacto de convivencia entre los traficantes
de droga y las FARC y el ELN; y aquí son permisibles a que esos traficantes
puedan introducir su droga en Venezuela y facilitarles que tengan pistas
clandestinas, y tanto la Guardia Nacional como la policía científica son
tolerantes. Lo que pasa es que no capturan los cargamentos que provienen de
aquellos guerrilleros terroristas colombianos o traficantes que trabajan con
ellos. Los capturados nunca son los que pertenecen a estas organizaciones sino
de las organizaciones que le hacen la competencia a las amparadas por el
Gobierno”.
Ramírez sostiene que Venezuela
detenta ahora una especie de “franquicia” de lo que califica como una ruta
sostenible para cualquier traficante, que hacia Estados Unidos enlaza con Centroamérica
y México, y hacia Europa toma ruta por África, aprovechando la permisibilidad
de gobiernos aliados en ese continente. Subraya que ahora Venezuela tiene un
historial en Europa de cargamentos, aviones y nacionales detenidos junto con colombianos.
Ante la pregunta de cuánta cocaína
colombiana pudiera estar saliendo en términos reales hacia los países europeos,
recuerda que según parámetros internacionales, una buena policía suele
decomisar apenas 10 por ciento de la droga que entra a un país. “Cuando ellos
decomisan 40 toneladas procedentes de Venezuela es porque están pasando 400
toneladas”.
El experto en materia de la lucha
contra el tráfico de drogas señala que hasta hace algunos años Venezuela era un
país solo de tránsito pero ahora se ha convertido en un país de tránsito y
almacén. “Este es un país felón porque no cumple sus compromisos, fracasado porque
no tiene una economía de libre mercado y forajido porque el propio Estado, en
sus cúpulas, está cooptado por la delincuencia organizada trasnacional”.
Según su conocimiento en la materia,
explica que estas organizaciones de carácter trasnacional, por lo general,
crecen con 50 a 60 personas en la dirección, pero funcionan como una red de intercambio
en la que pueden existir de dos mil a tres mil personas, aprovechando las
estructuras de oportunidad para poner a gente de escasos recursos a trabajar para
ellos.
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