Por: Mauricio Botero Caicedo
http://aserne.blogspot.com
Haciendo abstracción si va a saludar a Papá Lindo más temprano que
tarde, o si los electores en las urnas deciden sacarlo a patadas, un
breve análisis del bien y del mal que Chávez le ha hecho a Colombia
puede ser pertinente.
Chávez ha sido el autor intelectual y material de la mayor diáspora
de venezolanos en su historia, y uno de los principales beneficiados con
esta diáspora ha sido Colombia. No son los venezolanos marginados que
emigran, sino los profesionales y los técnicos de clase media y alta que
son el corazón del capital humano; y siendo este capital la piedra
angular del desarrollo social y económico, toda nación que fomente por
acción u omisión su fuga está cometiendo una solemne imbecilidad. Por el
contrario todo país receptor que incentive la entrada de este capital
humano está recibiendo unos beneficios tan extraordinarios como
difíciles de cuantificar.
Los logros de inmigrantes de Venezuela a
Colombia son asombrosos: en el caso del petróleo, transformaron el pozo
de Rubiales, que apenas producía 24.000 barriles diarios, en un emporio
que llegará a finales de este año a 275.000 barriles por día. Colombia
pasó de producir 560.000 barriles diarios a producir cerca de un millón.
Por
otra parte, Chávez nos hizo un enorme favor a los empresarios al cerrar
las fronteras. Los empresarios aprendimos del error que es depender de
un mercado que se abre y se cierra, no por razones de tipo económico,
sino al albedrío, capricho o rabieta de un autócrata emocionalmente
inestable, de tercer nivel. Chávez nos obligó a ser bastante más
creativos y recursivos, y a buscar mercados mucho más serios y maduros.
¡Los empresarios no tenemos con qué pagarle al venezolano el inmenso
favor que nos prestó!
Pero Chávez nos ha hecho y nos sigue
haciendo enorme daño, principalmente al permitirle (en algunos momentos
abierta y en otros solapadamente) a la narcoguerrilla utilizar el vecino
país como refugio, resguardo, pertrecho para aprovisionamiento de
víveres y municiones, centro de salud y oasis de descanso y reposo. El
mismo León Valencia, director de la Corporación Nuevo Arco Iris, afirma:
“No creo que (Cano) esté en Venezuela. Si me lo dijeran de Iván Márquez
lo creería más, pues hay indicios de que él entra y sale de ese país”.
El
gobierno venezolano, igualmente, ha permitido que su país se convierta
en el principal punto de transbordo de la droga que sale del Perú, de
Colombia y de Ecuador. La droga alimenta no sólo a la narcoguerrilla,
sino a los carteles y a las bacrim, que son las tres principales plagas
que azotan a nuestra nación.
Finalmente Chávez, a través de Monómeros
Colombo Venezolanos, se ha dado el lujo de financiar —indistintamente
del género— políticos que ni siquiera debajo del turbante logran
esconder su simpatía con los narcoterroristas.
Pensaría uno que
nuestro gobierno estimula la entrada del capital humano. Por el
contrario, a los extranjeros se les somete a todo tipo de controles,
escarnios y restricciones que no se compadecen en lo más mínimo con los
inmensos aportes que le hacen al país.
Por último, antes de
embarcarse (en medio de sonrisas y abrazos) en un oleoducto de tres mil
kilómetros entre el Orinoco y Tumaco, el Gobierno debe investigar más a
fondo por qué el tan cacareado proyecto conjunto entre Brasil y
Venezuela para construir un poliducto se suspendió indefinidamente.
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