Venezuela atraviesa un momento crítico en su devenir político, el chavismo pierde la confianza ciudadana pero la oposición no gana espacios para convertirse en una verdadera alternativa de poder en el futuro inmediato.
Según el analista Eugenio Martínez, la pérdida de confianza en la capacidad de Chávez tiene un efecto directo en el tamaño de los bloques políticos. Sigue disminuyendo la cantidad de personas que se autodefinen como chavistas. Sin embargo, mal hace la oposición en suponer que esa pérdida hace crecer la cantidad de ciudadanos que se dicen opositores a Chávez. Como ha ocurrido tantas veces en el pasado la pérdida de adeptos que experimenta el Presidente no representa un crecimiento proporcional en el segmento opositor[1].
El gobierno venezolano no ha definido un calendario electoral a la espera de una definición de la tendencia de voto de los ciudadanos de ese país. Según Consultores 21 mientras 43% está de acuerdo con la reelección de Chávez, 56% rechaza esta idea, incluso 55% considera que no merece ser reelegido para un próximo periodo. El problema con estos números es suponer que -por analogía- todas estas personas votarán en contra del primer mandatario nacional[2].
Es previsible, como se vio en las elecciones para la Asamblea Nacional, que el chavismo manipule las normas electorales para sacar ventajas del juego democrático, de tal manera que aún siendo en cantidad de votos superior la oposición, sea el PSUV y el bloque chavista el que aparezca como ganador de las elecciones, nada suena a extraño en el régimen bolivariano y el sueño chavista de gobernar al menos por dos lustros más.
Para los analistas venezolanos el juego se centra en el tipo de ofertas que la oposición pueda hacerle al pueblo patriota. Si la oferta de la oposición y del candidato de la MUD se centra en “rescatar al pasado”, la posibilidad de que Chávez gane aumenta. Por el contrario, si la oposición se centra en ofrecer alternativas de modernización, posibilidades de mejorar lo que ha hecho Chávez, el empate que existe en este momento entre los dos bloques podría inclinarse favorablemente a quienes son adversos a la revolución bolivariana[3].
Conforme a la encuesta de Consultores 21 el margen diferencial es demasiado estrecho y contando el chavismo con el manejo de los instrumentos estatales y de los poderes públicos cualquier cosa puede pasar, a menos que en estos 14 meses se produzcan hechos políticos de importancia que inclinen a uno u otro lado la balanza, especialmente lo que pueda hacer la oposición para posicionarse en la mente y los corazones de los venezolanos ante el fracaso del modelo socialista impuesto por el actual gobierno.
Por primera vez existe -según los estudios de opinión encargados por la oposición y el chavismo- “poca o ninguna” confianza en la capacidad de Chávez para resolver los problemas del país. Por primera vez el aparato de propaganda del Estado -y de la revolución bolivariana- va en contra de la opinión pública. Mientras la mayoría de los venezolanos comienzan a dudar de la capacidad de Chávez, su aparato de propaganda insiste en mercadearlo como el único capaz de resolver los problemas de este caos que se llama Venezuela. No en vano, el gobierno insiste en que el Presidente debe “tener más tiempo” en la primera magistratura retomando el viejo concepto de “déjenlo trabajar”[4].
Es importante resaltar también el momento de crisis que el chavismo afronta a su interior, especialmente con relación a los sectores más radicales, por la decisión de deportar al terrorista Joaquín Pérez Becerra, el propagandista de las Farc a través de Anncol, que le ha merecido al presidente venezolano toda suerte de descalificaciones del Partido Comunista Venezolano y el MCB, aunque es de esperarse que este sea un momento superable por conveniencia política para la izquierda venezolana.
Es un hecho que el gobierno chavista ha retomado el concepto de las misiones sociales de 2003 -que le valió a Chávez la victoria en el referendo revocatorio del 15 de febrero de 2004- el cual es ahora retomado a través del tema de la vivienda. Valga la acotación que Chávez no necesita -ni pretende como eje de su campaña- construir las dos millones de casas que se necesitan en Venezuela[5], pero crear las expectativas, especialmente frente al número de damnificados del invierno, es un tema que da réditos políticos y el chavismo sabe cómo jugar con esas esperanzas.
Habrá que seguir con detenimiento la evolución de los hechos políticos en Venezuela, en tanto un nuevo gobierno democrático sería una solución a las fuentes de tensión aún subsistentes.
[[1] EL UNIVERSAL. Ahí viene el majunche. Caracas. Viernes, 6 de mayo de 2011. En: http://www.eluniversal.com/2011/05/06/ahi-viene-el-majunche.shtml
[2] Ibíd.
[3] Ibíd.
[4] Ibíd.
[5] Ibíd.
http://colombiaopina.wordpress.com/2011/05/06/el-panorama-politico-venezolano/
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