Mi nombre es Iván Simonovis, tengo 50 años, de los cuales 5 han transcurrido tras las rejas, al ser prisionero político del Gobierno de Hugo Rafael Chávez Frías. Durante más de 23 años laboré en la policía de investigación criminal venezolana, antiguamente denominada PTJ, por sus siglas Policía Técnica Judicial. Corría el año 2000, cuando fui nombrado Secretario de Seguridad de la Dtto. Metropolitano de Caracas, también conocida como la Alcaldía Mayor. Durante mi gestión, concentré mis labores a diseñar políticas de seguridad pública en pro de una calidad de vida que le devolviera la seguridad al ciudadano y su confianza en las entidades policiales. Mis funciones estaban basadas en coordinar las actividades de los diferentes organismos de seguridad y prevención, a saber, la Policía uniformada, los Bomberos, así como Defensa Civil; todos ellos pertenecientes a los 5 municipios con comprenden la capital del país. El año 2002 ya se vivía una compleja situación social. La evidencia de este testimonio era una sociedad absolutamente polarizada como consecuencia de discurso sesgado y cargado de odio del Presidente Chávez.
Es así, como para Abril del 2002 se habían contabilizado más de 1200 manifestaciones de los diferentes sectores del país: estudiantiles, trabajadores, ciudadanos comunes... todos tenían un denominador común: el repudio a la evidente instauración de un sistema tiránico, despótico, absolutista. La sistemática violación de los DDHH estaba floreciendo y los venezolanos no estaban de acuerdo con esto. Es por ello que el 11-A (11 de abril del 2002), más de un millón de personas se concentraron para manifestar abiertamente contra de las políticas chavistas, así como en contra del Presidente mismo. La euforia de los asistentes los llevó de manera espontánea a tomar la decisión de ir al palacio presidencial, ubicado en el centro de la Capital, a objeto de reclamar por la conducta antidemocrática del Presidente HCh. Hombres, mujeres, jóvenes y niños, marcharon convencidos de que la democracia los protegería. Se trataba de una marcha llena mucha alegría, y por qué no decirlo, plena de inocencia. Cantos, bailes y optimismo alentaban al pueblo a seguir adelante como un cuerpo unificado que caminaba al compás de la esperanza. Expertos en la materia han catalogada como la mayor concentración espontanea de personas jamás conocidas en los últimos 30 años en Venezuela. [Link Fotos de la marcha] Sin embargo, esta pacífica concentración nunca llegó al Palacio Presidencial. A medida que se acercaban a su objetivo, los cantos comenzaron a acallarse. Había dos planos conviviendo al unísono. El de la energía contagiosa que los había llevado hasta allá y, contrariamente, el del entendimiento de que algo no marchaba bien. A unas cuadras del Palacio, una emboscada llevada a cabo por grupos mililicianos afectos al gobierno interceptaron a los manifestantes. Desde posiciones estratégicas encubiertas y no esperadas por nadie los tiros comenzaron a arremeter contra los ciudadanos: un puente, kioscos de venta de periódicos, esquinas. Así fue como cobardemente escondidos y usando armas automáticas, disparaban indiscriminadamente contra la masa de manifestantes opositores.
Insisto, se trataba de ancianos, hombres, mujeres, jóvenes y niños. Miembros de mi familia marchaban en ella. Mi esposa, suegra, cuñadas. Los venezolanos fueron emboscados por un Presidente ya no deseado. Las imágenes eran aterradoras. Parecía una guerra, salvo que sólo una parte contaba con todos los elementos bélicos. Sobre todo la rabia. Algunas de estas personas fueron detenidas y manifestaron que ellos disparaban contra la policía, es decir, contra la legítima y uniformada autoridad, así como en contra de la manifestación. El resultado fue 19 personas fallecidas y un centenar de heridos. La esperanza democrática de un pueblo venida abajo por las armas de los cobardes, que al saberse a punto de perder el poder, utiliza la fuerza. A 8 años de los terribles acontecimientos de abril 2002, la Fiscalía General de La Republica abrió 79 investigaciones penales, de las cuales muchas ni siquiera tienen relación con los hechos ocurridos el 11-A, según lo atestigua el mismo Gobierno en los informes presentados por el representante del estado venezolano ante la CIDH. Del total de las averiguaciones iniciadas por las autoridades judiciales del país, el 96,20% de los casos sujetos a consideración por la Fiscalía o no han pasado de la fase inicial de la investigación penal, o simplemente han sido objeto de sobreseimiento, o incluso, han sido objeto formal de Archivo Fiscal. En relación a estos hechos, yo fui detenido el 22 de Nov. del 2004, sin que existiera orden alguna de aprehensión. De hecho, días después apareció una orden a destiempo, dictada por el Juez Maikel Moreno, quien -casualmente- había sido abogado de varios de los pistoleros adeptos al Gobierno chavista, quienes dispararon contra los manifestantes. Mi juicio oral y público fue radicado en la ciudad de Maracay, la capital de otro Estado, en el cual no ocurrieron los hechos. Obviamente, las intenciones de alejarnos de todo, saltaba a la vista.
Este juicio se inició el 20 de marzo de 2006 y concluyó el 3 de abril de 2009, prolongándose por espacio de 3 años y 14 días; durante los cuales se celebraron 231 audiencias, se analizaron 265 experticias y 72 pruebas documentales, declararon 196 testigos y 45 expertos, se exhibieron más de 5700 fotos y videos, convirtiéndose así en el juicio oral y público más largo de la historia judicial venezolana,} y posiblemente del mundo. La Jueza Marjorie Calderon, responsable del proceso por la parte acusadora - a saber, el estado- es esposa de un reconocido Parlamentario Regional del partido de gobierno PSUV, mientras que la Fiscal del caso Haiffa El Aissami es hermana del actual Ministro de Justicia, Tarek El Aissami, quien es Ministro de Justicia y pieza fundamental del gobierno de Chávez.. El resultado de toda esta componenda que armó el Gobierno para liberarse de responsabilidades es que consiguieron a quien culpa, más no a los culpables. Junto con funcionarios de diferentes niveles pertenecientes a la Policía Metropolitana, fuimos condenados. En mi caso específico recibí una sentencia que me condena a 30 años de prisión sin ningún tipo de beneficio.
Paradójicamente todos los pistoleros que ese día dispararon contra los manifestantes y la policía que resguardaba al pueblo están en libertad plena. ¿Las razones? Todas sustentadas por un marco legal, continuamente manipulado por el gobierno y sus fieles con tal de justificar sus actos de malandraje: algunos de estos asesinos fueron absueltos o beneficiados con una Ley de Amnistía decretado por Hch en Dic. del 2007.
Mi vida es algo que desconozco por completo. Levantarse o dormir pareciera lo mismo, apenas hay señales del exterior que ayudan a diferenciar si es de día o de noche, pues no contamos con ninguna entrada de luz natural. Leer ha ayudado mucho a sobrellevar estos días que tanto se parecen entre sí y que, manipulados por una guerra psicológica que nos tratan de imponer, buscan minimizar el humano que somos. El contacto con mi familia se ve limitado a las llamadas en horario restrictivo y a las visitas dominicales. Y muchas veces, nuestro tiempo se pasa tratando de hacerles entender que aún hay esperanza.; pues donde existe la verdad, siempre se debe luchar por la justicia.
Todos los Gobiernos que son máquinas de poder absolutista, sin excepción, niegan categóricamente la existencia de presos políticos. Es común en las dictaduras y demás regímenes despóticos, pero también es frecuente en las democracias que incurren en la inconsecuencia de llevar a la cárcel a determinados opositores. Tal es el caso de nuestro país.
En Venezuela hay más de 40 presos políticos y no menos de 2000 personas, estudiantes, políticos, periodistas etc. sometidas a presentación periódica a tribinales, con la firme intención de crear un ambiente plagado por el miedo. Miedo a opinar. Miedo a cuestionar. Miedo a denunciar. Buscar crear una autocensura masiva, que siembre el terror por HCh. Mientras tanto, este Chávez no atiende leyes ni nacionales ni internacionales. Hace caso omiso de ellas. Y burla todo el principio presentes en los tratados internacionales. Aparte, con la milicias, ha creado su propia guardia pretoriana; es por ello que hoy por hoy le puedo asegurar al mundo que Hugo Chávez es un dictador del siglo 21.Pero un Dictador que al igual que en otras dictaduras y con el control la mayoría de los medios de comunicación basa su gobierno en un miedo difuso. Casi infantil. Chávez.
Es así, como para Abril del 2002 se habían contabilizado más de 1200 manifestaciones de los diferentes sectores del país: estudiantiles, trabajadores, ciudadanos comunes... todos tenían un denominador común: el repudio a la evidente instauración de un sistema tiránico, despótico, absolutista. La sistemática violación de los DDHH estaba floreciendo y los venezolanos no estaban de acuerdo con esto. Es por ello que el 11-A (11 de abril del 2002), más de un millón de personas se concentraron para manifestar abiertamente contra de las políticas chavistas, así como en contra del Presidente mismo. La euforia de los asistentes los llevó de manera espontánea a tomar la decisión de ir al palacio presidencial, ubicado en el centro de la Capital, a objeto de reclamar por la conducta antidemocrática del Presidente HCh. Hombres, mujeres, jóvenes y niños, marcharon convencidos de que la democracia los protegería. Se trataba de una marcha llena mucha alegría, y por qué no decirlo, plena de inocencia. Cantos, bailes y optimismo alentaban al pueblo a seguir adelante como un cuerpo unificado que caminaba al compás de la esperanza. Expertos en la materia han catalogada como la mayor concentración espontanea de personas jamás conocidas en los últimos 30 años en Venezuela. [Link Fotos de la marcha] Sin embargo, esta pacífica concentración nunca llegó al Palacio Presidencial. A medida que se acercaban a su objetivo, los cantos comenzaron a acallarse. Había dos planos conviviendo al unísono. El de la energía contagiosa que los había llevado hasta allá y, contrariamente, el del entendimiento de que algo no marchaba bien. A unas cuadras del Palacio, una emboscada llevada a cabo por grupos mililicianos afectos al gobierno interceptaron a los manifestantes. Desde posiciones estratégicas encubiertas y no esperadas por nadie los tiros comenzaron a arremeter contra los ciudadanos: un puente, kioscos de venta de periódicos, esquinas. Así fue como cobardemente escondidos y usando armas automáticas, disparaban indiscriminadamente contra la masa de manifestantes opositores.
Insisto, se trataba de ancianos, hombres, mujeres, jóvenes y niños. Miembros de mi familia marchaban en ella. Mi esposa, suegra, cuñadas. Los venezolanos fueron emboscados por un Presidente ya no deseado. Las imágenes eran aterradoras. Parecía una guerra, salvo que sólo una parte contaba con todos los elementos bélicos. Sobre todo la rabia. Algunas de estas personas fueron detenidas y manifestaron que ellos disparaban contra la policía, es decir, contra la legítima y uniformada autoridad, así como en contra de la manifestación. El resultado fue 19 personas fallecidas y un centenar de heridos. La esperanza democrática de un pueblo venida abajo por las armas de los cobardes, que al saberse a punto de perder el poder, utiliza la fuerza. A 8 años de los terribles acontecimientos de abril 2002, la Fiscalía General de La Republica abrió 79 investigaciones penales, de las cuales muchas ni siquiera tienen relación con los hechos ocurridos el 11-A, según lo atestigua el mismo Gobierno en los informes presentados por el representante del estado venezolano ante la CIDH. Del total de las averiguaciones iniciadas por las autoridades judiciales del país, el 96,20% de los casos sujetos a consideración por la Fiscalía o no han pasado de la fase inicial de la investigación penal, o simplemente han sido objeto de sobreseimiento, o incluso, han sido objeto formal de Archivo Fiscal. En relación a estos hechos, yo fui detenido el 22 de Nov. del 2004, sin que existiera orden alguna de aprehensión. De hecho, días después apareció una orden a destiempo, dictada por el Juez Maikel Moreno, quien -casualmente- había sido abogado de varios de los pistoleros adeptos al Gobierno chavista, quienes dispararon contra los manifestantes. Mi juicio oral y público fue radicado en la ciudad de Maracay, la capital de otro Estado, en el cual no ocurrieron los hechos. Obviamente, las intenciones de alejarnos de todo, saltaba a la vista.
Este juicio se inició el 20 de marzo de 2006 y concluyó el 3 de abril de 2009, prolongándose por espacio de 3 años y 14 días; durante los cuales se celebraron 231 audiencias, se analizaron 265 experticias y 72 pruebas documentales, declararon 196 testigos y 45 expertos, se exhibieron más de 5700 fotos y videos, convirtiéndose así en el juicio oral y público más largo de la historia judicial venezolana,} y posiblemente del mundo. La Jueza Marjorie Calderon, responsable del proceso por la parte acusadora - a saber, el estado- es esposa de un reconocido Parlamentario Regional del partido de gobierno PSUV, mientras que la Fiscal del caso Haiffa El Aissami es hermana del actual Ministro de Justicia, Tarek El Aissami, quien es Ministro de Justicia y pieza fundamental del gobierno de Chávez.. El resultado de toda esta componenda que armó el Gobierno para liberarse de responsabilidades es que consiguieron a quien culpa, más no a los culpables. Junto con funcionarios de diferentes niveles pertenecientes a la Policía Metropolitana, fuimos condenados. En mi caso específico recibí una sentencia que me condena a 30 años de prisión sin ningún tipo de beneficio.
Paradójicamente todos los pistoleros que ese día dispararon contra los manifestantes y la policía que resguardaba al pueblo están en libertad plena. ¿Las razones? Todas sustentadas por un marco legal, continuamente manipulado por el gobierno y sus fieles con tal de justificar sus actos de malandraje: algunos de estos asesinos fueron absueltos o beneficiados con una Ley de Amnistía decretado por Hch en Dic. del 2007.
Mi vida es algo que desconozco por completo. Levantarse o dormir pareciera lo mismo, apenas hay señales del exterior que ayudan a diferenciar si es de día o de noche, pues no contamos con ninguna entrada de luz natural. Leer ha ayudado mucho a sobrellevar estos días que tanto se parecen entre sí y que, manipulados por una guerra psicológica que nos tratan de imponer, buscan minimizar el humano que somos. El contacto con mi familia se ve limitado a las llamadas en horario restrictivo y a las visitas dominicales. Y muchas veces, nuestro tiempo se pasa tratando de hacerles entender que aún hay esperanza.; pues donde existe la verdad, siempre se debe luchar por la justicia.
Todos los Gobiernos que son máquinas de poder absolutista, sin excepción, niegan categóricamente la existencia de presos políticos. Es común en las dictaduras y demás regímenes despóticos, pero también es frecuente en las democracias que incurren en la inconsecuencia de llevar a la cárcel a determinados opositores. Tal es el caso de nuestro país.
En Venezuela hay más de 40 presos políticos y no menos de 2000 personas, estudiantes, políticos, periodistas etc. sometidas a presentación periódica a tribinales, con la firme intención de crear un ambiente plagado por el miedo. Miedo a opinar. Miedo a cuestionar. Miedo a denunciar. Buscar crear una autocensura masiva, que siembre el terror por HCh. Mientras tanto, este Chávez no atiende leyes ni nacionales ni internacionales. Hace caso omiso de ellas. Y burla todo el principio presentes en los tratados internacionales. Aparte, con la milicias, ha creado su propia guardia pretoriana; es por ello que hoy por hoy le puedo asegurar al mundo que Hugo Chávez es un dictador del siglo 21.Pero un Dictador que al igual que en otras dictaduras y con el control la mayoría de los medios de comunicación basa su gobierno en un miedo difuso. Casi infantil. Chávez.
El coco. ¿Cómo podemos llamar líder a un presidente que lejos de proteger a todos los venezolanos nos divide y sacrifica si es necesario? O peor aún, si no estás con él mereces morir, como bien lo deja manifestado, en la más admirable de todas sus campañas presentes en cuarteles hasta ministerios “Patria socialismo o muerte” ¿la muerte de quién? Sin terror no hay dictadura y en Venezuela hay terror.
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