No les digo adios!

 Luego de la entrevista que publicamos del actor y hombre del espectáculo, exiliado en Miami, recibimos muchas preguntas sobre la posición de Urdaneta sobre el 26S, el liderazgo opositor y otros aspectos políticos concretos que aquejan al venezolano. Le pedimos que lo expresara en un artículo, a continuación.

A menos de diez días del evento electoral, donde medio país tiene cifradas sus esperanzas y fe democrática, siento la necesidad de poner por escrito mi posición. Es una fórmula poco política de ser, pero no lo soy, ni pretendo elegirme para nada, dentro de ese circo. Y creo que ya dejé escapar mi pensamiento.

Con todo respeto, por todos los que me estén leyendo, debo recordarles que nunca me caractericé por complacerlos con mis juicios, ni con mis proyecciones. Pues para mi tranquilidad mental y espiritual, en eso, no he cambiado. Y a fuerza de seguir sonando pedante necesito agregar, que todas las veces en las cuales cambié de idea o de posición, siempre dentro de una misma corriente, fue por conciliar. Porque me venían a ver o enviaban mensajes invitándome a no sabotear. A no entorpecer. Y lo hice. Debo confesar que lo hice. Y no viviré lo suficiente para arrepentirme. Ya que lo que se me pedía y ahora lo entiendo, era que no entorpeciera. Lo que acaso se me rogaba que no torpedeara, eran sus arreglos. Sus negociaciones. Su conchupancia.

Esa misma conchupancia, ahora quiere llevar al pueblo a unas elecciones. Un acto, por demás írrito. Ilegal. Impropio de venezolanos amantes de la ley, la justicia y la democracia. Supuestamente respetuosos de ese esperpento de Constitución, llena de buenas intenciones por parte de muchos de sus hacedores, pero vacías de peso legal e irrespetada por todos. Para muestra, releer el artículo 350 y preguntarse en el corazón de cada cual: ¿Cómo quedo yo aquí?

He predicho, no por sabio, si no por ingenuo o imbécil, mucho de lo que nos ha ocurrido.

Y sigo con la pedantería. La única voz que sobre la tarima de la Plaza de La Meritocracia,  gritó el 11-A  que no debíamos ir a Miraflores, fui yo. Luego, cómo se explica que yo estuviera metido en un golpe, pero llevando la contraria a todos aquellos que incitaron a la marcha para brindar al sátrapa, la masacre de Llaguno.

El que siempre se quejó de que solo nos sacaban a pasear el perrito, rabos meneados mediante, fui yo.

El único que, arriesgando su estatus, transitorio entonces en este país de mi exilio, se atrevió a decir por televisión que la salvación del país comenzaba por combatir el mal de rabia, la eliminación del Perro Mayor, fui yo. Por cierto, menos atacado por el régimen que por los que creía míos. 

Todos se apresuraron a llamarme “loco, insensato, desquiciado”. Y el que menos, “imprudente”. 

Todo, cuando lo único que debían hacer, era callar. Observar el impacto de mis palabras en una casta militar, entonces reverberante aun. Pero no, ya estaban ganados por la Agenda Pink.

Y es así como cuando la Libreta de Racionamiento de Libertades, avanzaba, la Agenda Pink, retrocedía.

Las descalificaciones que sufro a diario, por Twitter o Facebook, no me hacen mella.

En gran parte, pedantería mediante, el liderazgo consiste en entender la confusión de buena parte de los liderados y convencerlos de para que te sigan a ti y no a quienes les mantienen  equivocados.

Tampoco los mensajes de los recién estrenados Tarifados de la Agenda Pink. Quienes con la misma técnica Roja Rojita, atacan en cambote cada uno de mis mensajes.

Si llegaste a leer hasta aquí, te doy las gracias, sea cual fuere tu posición.

Aquí va mi pensamiento. No les pido que firmen esta posición, aunque la compartan. Si la quieren reenviar, que Dios los bendiga. Pero lo que a mí realmente me importa es que guarden en su mente y en su corazón, otra visión mía. O sea del autor de NO vale Yo No Creo… cuando nada de lo que allí decía, había sucedido. Y no soy brujo.

Simplemente no juego a la política. No quiero que el 27-S me agarre en un programa de TV, tocándome la barbilla, para explicar cómo fue que una vez más, régimen y oposición, se salieron con la suya. Ganaron ambos, pero el que no consigue pollo, ni carne, ni pasta, ni medicinas, ni un mínimo de seguridad eres tú. Mientras tanto, un proyecto comunista trasnochado. Tamizado por la arteriosclerosis de Castro y la mente ignorante de un pésimo soldado, cobarde y traidor; consiguió sus aliados en la oposición para que le sirvieran una Mesa Democrática, pero con mantel de hule y servilletas recicladas.

La incoherencia para mí está en que este mensaje tendrá menos difusión que cuando el régimen con más homosexuales de ambos sexos, dijo que yo era gay y mucha gente lo retransmitió. Una situación por demás ridícula, para quienes me conocen y saben que cerca de mi sangre y de mi corazón hay un ser gay, que amo desde que la vi nacer y que con orgullo acompaño en su decisión de serlo. Pregúntenle a Hugo si hace lo mismo con su gay, o con su drogadicto, que los tiene tan cerca como yo.

Tendrá esta carta menos difusión que ésa, porque lo que aquí digo no le interesa a la Agenda Pink, ni a la roja rojita. Tampoco alimenta el morbo de nadie. Pero retransmitirlo, no sería una mala fórmula para contabilizarnos. Saber cuántos no estamos, aquí ni allá.

Porque lo que aquí digo es que dejo constancia escrita de mi desacuerdo en acompañar al régimen a unas elecciones írritas. Ilegales, repito. Observadas por  un organismo sin autoridad, moral ni legal.

Acomparsada (que no acompañada) acomparsada, por un franja de políticos profesionales, interesados, negociantes del futuro de Venezuela, acomodaticios, traidores y, en el peor de los casos, ingenua recua de seres bien intencionados, haciendo el juego a los grandes intereses personales y corporativos, de aquellos que una vez más tienen en sus manos la posibilidad de volver a cortar el bacalao. Aunque sea con una Swiss Army, pero a ellos les sirve. Porque para eso no hay que pelear, ni conspirar, ni correr, ni esconderse, ni exilarse, ni decir cosas inconvenientes, ni abandonar familia y bienes.

Al contrario, si te portas bien, te llevan a la televisión y te publican en los periódicos de la Agenda Pink. Y cuidado si llegas hasta VTV.

Ir a las elecciones es decirle al mundo que vivimos en democracia y que aceptamos, como legal, al asesino, narco dictador. Al saqueador  del tesoro nacional. A la vergüenza internacional que secuestra el futuro de nuestros hijos, por nuestro miedo a enfrentarlo.

De manera pues que sentada mi posición, si todavía me lees, te regalo una última premonición:

Si vas a las elecciones con la dictadura serás cooperador principal de una fusión entre las dos agendas, Pink y Roja Rojita. Al cabo de un tiempo, nadie sabrá quién es quién. Será un gran mezclote, donde solo importará, como en Cuba, salir a resolver el día de hoy.

“Cambio una pila AAA por un plátano o café. Mañana veremos.  Quiero saber si esos bailes a los que va mi niña le dejan algo, porque aquí lo que hay es hambre. Con su cuerpo que haga lo que quiera, pero que aporte. Mamá está muy grave, yo creo que ahora sí se va la vieja. Estate pendiente para traernos la cocinilla de ella y unos bombillos que tiene escondidos debajo de su cama.”

No dejen de comentarle a algún amigo Ruso o Cubano, sobre éstas “exageraciones” mías.

En una década más serás habitante de un país neo-comunista, aceptado por todos los gobiernos del mundo, porque tú le atornillaste el 26-S como democrático. Nadie te acompañará después a tumbar una democracia, ni yo por supuesto. Porque yo creo en la socialdemocracia, el capitalismo y la justicia internacional.

Sigo adivinando el futuro: Tus tarjetas de crédito cambiarán a libretas de racionamiento.

Deberás solicitar permiso para ir de La Rita a Ciudad Ojeda. De Caracas a Los Castores. De El Tigre a Maturín.

Tendrás agua, dos días a la semana.

Luz, una noche sí y otra no.

Tus hijos deberán abandonar el hogar antes de los 12 años y pasar a manos del Estado. Un Estado forajido, que protege y promueve la pornografía infantil. La sostiene con sus dólares. Y seguramente, se reservará el derecho de hacer  “casting” a tu niña o niño, para que triunfen en esa arista del cine nacional.

Lo más triste es que la familia indirecta o directa de quienes sostienen esta pesadilla, políticos y militares de todo rango incluidos, también serán tarde o temprano, víctimas. O acaso los choros andan preguntando de qué partido eres, antes de asesinarte, por un Corolla o un Mercedes.

De todas formas les reitero, que decidan lo que decidan antes del 26 o después del 27, allí estaré yo para ustedes, como ustedes para mí. Y todos para Venezuela, por siempre.

La consigna, hermanos amados y llorados, casi todas la noches de mi auto destierro, está mal escrita. En realidad reza:  Apátridas, Comunismo y Muerte.

Mi punto: Elegir es ilegal. Derrocarlo es Constitucional.