¿No es como absurda esa nomenclatura para definir tendencias ideológicas? Nomencemos separando a los mal llamados "ni-ni" de los abstencionistas. Una cosa es no votar sistemáticamente, por el motivo que sea, y otra muy distinta es sentirse divorciado con cualquiera de las dos corrientes políticas mayoritarias del país.
Una vez hecha esta diferenciación, me pregunto yo: ¿cómo alguien, con dos dedos de frente puede identificarse o con un neopopulismo mesiánico inoperante de retórica comunista, o con un reaccionismo desarticulado cuya única propuesta se reduce a desplazar del poder a los actuales gobernantes?
El problema es que, tanto chavistas como antichavistas -¿no es como absurda esa nomenclatura para definir tendencias ideológicas?, pero es la que las define más acertadamente- están convencidos de que no existe más opción que la suya. Ninguno quiere dejarle espacio al otro. Unos quieren que los otros sencillamente desaparezcan del país.
Y aunque algunos, hartos de tanto cretinismo o con ilusiones de una nueva vida, hayan arrancado para otras tierras, no todos se van a ir. Y aunque ocurriera un milagro político y la oposición desplazara del poder al chavismo en 2012, el chavismo seguirá conservando una altísima cuota de poder.
Ojalá esta nueva Asamblea sirva para que tirios y troyanos desarrollen capacidad de negociación -que no de negociado, pero ese es otro tema- y de reconocimiento del otro.
Los independientes estamos asqueados de la mediocridad de nuestra dirigencia. Pero la mayoría iremos a votar, unos con temor al reaccionismo vacío que parece sólo mirar hacia atrás y otros a tratar de cambiar pañales, porque, como decía Carolina Jaimes hace unos días, los políticos son como los pañales, cada cierto tiempo hay que cambiarlos. Y por las mismas razones.
jorgesayegh@gmail.com
jorgesayegh.blogspot.com
Una vez hecha esta diferenciación, me pregunto yo: ¿cómo alguien, con dos dedos de frente puede identificarse o con un neopopulismo mesiánico inoperante de retórica comunista, o con un reaccionismo desarticulado cuya única propuesta se reduce a desplazar del poder a los actuales gobernantes?
El problema es que, tanto chavistas como antichavistas -¿no es como absurda esa nomenclatura para definir tendencias ideológicas?, pero es la que las define más acertadamente- están convencidos de que no existe más opción que la suya. Ninguno quiere dejarle espacio al otro. Unos quieren que los otros sencillamente desaparezcan del país.
Y aunque algunos, hartos de tanto cretinismo o con ilusiones de una nueva vida, hayan arrancado para otras tierras, no todos se van a ir. Y aunque ocurriera un milagro político y la oposición desplazara del poder al chavismo en 2012, el chavismo seguirá conservando una altísima cuota de poder.
Ojalá esta nueva Asamblea sirva para que tirios y troyanos desarrollen capacidad de negociación -que no de negociado, pero ese es otro tema- y de reconocimiento del otro.
Los independientes estamos asqueados de la mediocridad de nuestra dirigencia. Pero la mayoría iremos a votar, unos con temor al reaccionismo vacío que parece sólo mirar hacia atrás y otros a tratar de cambiar pañales, porque, como decía Carolina Jaimes hace unos días, los políticos son como los pañales, cada cierto tiempo hay que cambiarlos. Y por las mismas razones.
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