Por: EMILI J. BLASCO
Fuente: ABC - España
Dos nuevos casos ponen de manifiesto la cobertura dada por Venezuela a Hizbolá
Ahmadineyad y Maduro durante la visita del presidente iraní a Caracas en 2009/EFE
El mensaje era claro. «Llama a Maduro y dile que me mande otra
identidad, que con esta ya me han pillado». Fue el encargo que un
iraquí, posible militante de Hizbolá, hizo al servicio consular
venezolano cuando en febrero de 2015 la policía de Basora fue informada
de que el hombre contaba convarios pasaportes falsos emitidos por las
autoridades de Caracas. El diplomático venezolano que le denunció, que
es quien relata la conversación, asegura que el sujeto, conocido como El
Tamimy, le amenazó: «no sabes con quién te has metido; ya puedes ir
llamando a Maduro y decirle quién soy yo; te vas a quedar si trabajo».
Dicho y hecho: el funcionario lleva meses fuera de su destino y sin
percibir sueldo.
El paradero de El Tamimy y otras nuevas informaciones sobre los
movimientos en Oriente Medio de extremistas árabes con pasaportes
venezolanos están siendo investigados por Estados Unidos, que lleva
tiempo tras la pista de la cobertura que el Gobierno de Hugo Chávez,
primero, y Nicolás Maduro, después, ha prestado a radicales islamistas a
través de sus embajadas y consulados y en la propia Venezuela.
El mismo Maduro se reunió en 2007, cuando era ministro de Asuntos
Exteriores, con el líder de Hizbolá, Hasán Nasralá, como desveló hace
unos meses el libro «Bumerán Chávez». El encuentro secreto tuvo lugar en
Damasco y en él se trató del apoyo de Venezuela a la organización
armada chií de origen libanés (entrega de pasaportes, tráfico de armas y
participación en el narcotráfico).
El mismo año se había puesto en marcha, por decisión de Chávez y del
entonces presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, la ruta aérea
Caracas-Damasco-Teherán. La conexión facilitó el movimiento de
militantes de Hizbolá.
Maleta con droga
Precisamente El Timimy iba a embarcar en ese vuelo en enero de 2008 con
billete para Damasco, cuando fue detenido al entrar en el aeropuerto
caraqueño de Maiquetía con 2,2 kilos de cocaína en su maleta. Viajaba
con pasaporte iraquí a nombre de Ali Ahmed Adhan, emitido por las
autoridades iraquíes de Basora, zona de mayoría shií en la que, según el
documento, había nacido. En el doble fondo de la maleta, la policía
también encontró un pasaporte y una cédula de identidad venezolanos a
nombre de Ghuneim Ali Abrahim. Más adelante dispuso de otros documentos
oficiales venezolanos que le presentaban como Ahmed el Timimy
Villalobos, supuestamente nacido en Maracaibo.
Tras su detención en 2008 fue sentenciado a ocho años de prisión, pero
permaneció poco en la cárcel. Allí fue visitado por personal del
Ministerio de Exteriores de Irak, como atestiguan varias fotografías. En
marzo de 2010 se le concedió libertad condicional, avalado por el
semanario «Sexto Poder» para trabajar como asistente de fotolito e
imprenta.
Entonces
su pista desapareció. Al parecer estuvo detenido en Francia 2012 por
narcotráfico y en Dinamarca en 2013 por lavado de dinero. En 2015
emergió en Oriente Medio. Es ahí donde Misael López Soto, consejero de
la Embajada de Venezuela en Irak, lo encontró.
El Tamimy, nacido en Basora según su cédula de indentidad iraquí
El diplomático acudió a Basora para intentar que la esposa de El Timimy,
de nacionalidad venezolana, pudiera abandonar el país con su hijo de
dos años, a los que el hombre retenía. Ante la policía iraquí, El Timimy
hacía valer su identidad iraquí, pero López Soto desveló a las
autoridades locales las otras identidades usadas por el hombre.
Finalmente la esposa, Génesis Torres Sánchez, pudo viajar con el niño a
Caracas, pero no sin que el diplomáticoEl Tamimy, nacido en Maracaibo de
acuerdo con su pasaporte venezolano
se
ganara las amenazas de El Timimy y la advertencia de este de que se
quejaría a Maduro. Debido a esas altas conexiones el embajador en Irak,
Jonathan Velasco Ramírez, se había inhibido del caso con anterioridad y
había aconsejado a López Soto que no buscara problemas. Entre los
documentos sobre El Timimy reunidos por López Soto hay una partida de
nacimiento venezolana, con muchos detalles oficiales («te construyen una
vida», denuncia el diplomático).
Financiación terrorista
También en los últimos meses ha reaparecido en Oriente Medio Diab
Fattah, alguien por el que el FBI ya mostró interés después del 11-S por
haber hecho un curso en una academia de vuelo a la que asistió uno de
los pilotos suicidas que atentaron contra Estados Unidos. Debido a que
se encontraba ilegalmente en EE.UU. fue entregado a Venezuela a finales
de 2001 con el compromiso de que fuera devuelto para futuros
interrogatorios. Pero al aterrizar en Caracas desapareció. En mayo de
2015 fue detenido en Jordania, como sospechoso de estar financiando a
grupos terroristas.
Según documentos logrados por López Soto, la inteligencia jordana
determinó que usaba dos pasaportes, uno venezolano, a nombre de Hakim
Mohamed Alí Diab Fattah (otros tres pasaportes venezolanos están
registrados con nombres muy parecidos) y otro palestino, en el que
figuraba como Hakim Mohamed Ali Semreen. Diab Fattah, que cuenta con un
familiar en la Embajada de Venezuela ante la Autoridad Palestina, había
abierto una cuenta corriente a finales de 2013 con 100.000 dólares. Fue
puesto en libertad tras explicar que era una herencia, algo que
justificó la Embajada de Venezuela en Jordania. López Soto recuerda que
el consejero en Amán, Hussan el Aissami, es primo de Tareck el Aissami,
exministro y gobernador, a quien EE.UU. señala como alguien muy próximo a
Hizbolá.
Emisión de documentos
El uso de los consulados y embajadas de Venezuela en Oriente Medio para
facilitar documentación oficial a elementos radicales ya fue puesto de
manifiesto en el caso de Ghazi Nassereddine, quien fue consejero en la
Embajada de Damasco y se inmiscuyó en la de Beirut. Nassereddine,
libanés-venezolano promocionado por Maduro cuando era canciller, fue
incluido en 2015 por el FBI en su lista de personas de especial interés.
Un hombre clave es el consejero en Amán, primo del exministro del Interior de Venezuela Tareck el Aissami
Entre las denuncias que ahora revela Misael López Soto, consejero en la
Embajada de Irak, está la presentada en 2014 contra una empleada de esa
legación que emitía de modo irregular documentos venezolanos a nombre de
personas procedentes de Siria, Palestina, Irak y Pakistán. Aunque podía
tratarse de una red de corrupción con fines lucrativos, el que el
embajador impidiera investigar el caso (la mujer sigue trabajando en la
embajada) muestra la presunta aquiescencia de las autoridades con el
procedimiento. Cuando estos hechos fueron recogidos en noviembre por la
periodista Andreina Flores, elembajador en Irak, Jonathan Velasco, negó
que desde la misión se emitan documentos para ciudadanos extranjeros. En
cualquier caso, un empleado de la embajada que se prestó a testificar a
favor de la denuncia de López Soto apareció poco después degollado en
las cercanías del edificio. En el momento del estrechamiento de las
relaciones del chavismo con Hizbolá, Velasco fue embajador en Teherán,
De allí pasó a Ramala, pero fue declarado persona non grata por Israel.
Luego fue a Irak.
La embajadas en Oriente Medio también han ayudado a promover los
intereses económicos de empresarios como Majed Khalil Majzoub, dueño de
Hardwell Technologies, compañía bajo sospecha de EE.UU. En 2012 el
empresario venezolano de origen libanés visitó Jordania para negociar
contratos de energía eléctrica en Petra y en 2013 acudió a Irak, también
en viaje de carácter diplomático, lo que supone una irregularidad. La
embajada preparó sus entrevistas con representantes del Gobierno de
Bagdad y el del Kurdistán y a ambos les pidió que pagaran hospedaje,
escolta y otros gastos. Majed Khalil Majzoub es dueño del avión en el
que los sobrinos de Maduro fueron detenidos en Haití cuando
transportaban 800 kilos de cocaína.
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