
(foto @antoniospadaro)
Frente a un grupo de 2.800 reos y sus familiares, el pontífice  recordó que “reclusión no es lo mismo que exclusión, que quede claro,  porque la reclusión forma parte de un proceso de reinserción en la  sociedad”. AFP
El papa Francisco llegó el viernes a la cárcel de Palmasola, en el inicio de su última jornada en Bolivia.
El pontífice saludó a los reos y a sus hijos que ya lo esperaban en  una zona abierta del penal localizado en la localidad de Santa Cruz.
La prisión es considerada la más violenta de Bolivia, donde en agosto  de 2013 murieron 36 presos y un niño de dos años en una pelea entre  reos. El lugar fue pensado para albergar 800 reos, pero actualmente  tiene una población de más de 4.000.
El pontífice tiene previsto dar un mensaje a los reos como parte de  la visita en un pabellón abierto donde está el grueso de la población  penal varonil.
Luego de la visita al penal se reunirá informalmente con obispos de  Bolivia y posteriormente se dirigirá al aeropuerto para viajar a  Paraguay, el último de los tres países que visita como parte de su gira  por Sudamérica.
 
(foto AP)
Más temprano
Dos años después de que 36  personas murieran calcinadas tras un enfrentamiento entre bandas  rivales, pocas cosa han cambiado en la cárcel más grande de Bolivia. Los  presos todavía mandan en el lugar, el hacinamiento es mayor, las drogas  se venden más baratas que en la calle y el dinero es la única forma de  sobrevivir.
Pero Francisco es especialmente sensible a lo que ocurre en las  prisiones. La pasada Navidad estuvo dos horas lavando los pies a un  grupo de presos de una cárcel de Roma y en Palmasola también tendrá un  momento de intimidad para conocer los testimonios de los presos.
El ex presidiario estadounidense Jacob Ostreicher no espera que  Francisco pueda conocer lo que ocurre en Palmasola, donde él estuvo  encerrado durante 18 meses acusado de lavado de dinero. “El papa no va a  ver lo que realmente pasa” dice Ostreicher, que consiguió la libertad  provisional en 2012.
Palmasola tiene capacidad para 800 personas aunque en la actualidad  alberga a más de 5.000 reos, el 30% de los presos de Bolivia, entre  ellos secuestradores, violadores, asesinos o simples ladrones de  teléfonos celulares sin sentencia en firme.
“Aquí impera la corrupción y el que tiene dinero es el que puede  entrar y vivir bien, pero el resto malviven hacinados en la iglesia o en  barracones con el suelo de tierra” explica frente el portón de la  cárcel Sirley María Vargas, madre de un joven de 21 años acusado de  homicidio.
“Con dinero puedes tener un cuarto propio, con servicio de limpieza,  televisión por cable, aire acondicionado e internet” explica Vargas. En  el pabellón uno se pagan 1.000 dólares por una habitación individual y  luego 300 dólares mensuales. “Aquí la policía solo controla la entrada y  salida porque en realidad son los presos los que mandan en la prisión”  explica.
Ostreicher duda que el papa visite la zona donde los presos “son  obligados a dormir en el patio y a buscar en los cubos de basura para  lograr unas monedas”. Vargas, sin embargo, se alegra de que los  pontífices por fin “dejen de ser conocidos por el lujo, los anillos de  oro y las ropas caras y bajen a conocer los problemas reales”.
La cárcel que visitará el Papa el viernes tiene cinco módulos  separados entre sí por un muro y dos mallas de seguridad. El módulo uno,  en régimen abierto, es conocido como ‘La población’ por su parecido con  cualquier pueblo, incluyendo calles llenas de hombres, mujeres, niños y  animales domésticos. Además hay tiendas, restaurantes, iglesias,  gimnasio, sauna, billar y talleres de artesanos. En los módulos tres y  cuatro — llamados ‘Chonchocoro’ y ‘Chonchocorito’ respectivamente —  están los presos más peligrosos, mientras que en el cinco viven aislados  los enfermos, la mayoría con tuberculosis.
En Palmasola, las familias viven dentro de los muros de ladrillo y  alambre y una bolsa de cocaína es más barata que una botella de agua,  según sostiene Ostreicher.
 
(foto Reuters)
Según Vargas, el que tiene dinero vive bien pero el que no puede  pagar seguridad o manutención pasa sin comer ni servicios médicos. “Yo  he traído hasta un dentista para que atendiera a mi hijo dentro de la  celda”, recuerda.
Dentro de la prisión, una mujer de 40 años explica que “no le deseo  ni a mi peor enemigo estar aquí dentro”. Está encarcelada por estafa y  prefiere ocultar su nombre por miedo a represalias.
“La policía es corrupta, hay que pagar por todo aquí dentro y hay  peleas todos los días.
 Intentaron matarme con un cuchillo a las dos  semanas”, recuerda entre lágrimas vía telefónica a Associated Press.  Este jueves preparó junto al resto de reclusas la canción con la que  recibirán a Francisco.
La cárcel se levanta sobre un barrio de calles de tierra a 12 kilómetros de la ciudad de Santa Cruz.
El jueves llegaron hasta sus puertas una decena de mujeres que  desconocía que las visitas de familiares estaban prohibidas por la  llegada del papa el viernes.
“Pero estoy feliz porque mi hijo será bendecido por el Papa” explica  Ángela Coimbra, madre de un joven de 32 años condenado por narcotráfico.  “También le traigo un pantalón azul porque les han dicho a los presos  que se vistan correctamente para la visita”.
En agosto de 2013 un enfrentamiento entre grupos rivales con machetes  y lanzallamas terminó con 36 muertos, incluido un niño de un año. En  los últimos años, el narcotráfico ha agravado la sobrepoblación de las  cárceles.
Hace dos años se detenía a una media de seis personas al día por  tráfico de cocaína, pero en 2014 el promedio fue de 9, según  estadísticas del gobierno. La mayoría son pequeños traficantes. Antes de  la llegada del papa, el ejecutivo puso en marcha una amnistía a la que  pocos pudieron acogerse porque el 84% de los reos no tienen sentencia. AP
Señal en Vivo 
http://www.lapatilla.com/site/2015/07/10/en-vivo-el-papa-francisco-visita-la-carcel-de-santa-cruz-palmasola/


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