POR CÉSAR TINOCO
Fuente: El Nacional
Hace 16 meses, específicamente el 31/marzo/2014, escribí un artículo sobre el Índice de Estado Fallido (1).
En ese texto compartía con los lectores tres argumentos: en primer
lugar, que desde 2009 a 2013 el Índice de Estado Fallido para Venezuela
había experimentado una mejora al pasar de 79,5 puntos a 75,3 puntos
(mientras menor, mejor), pero que los sucesos a partir de febrero/2014
(criminalización de la oposición con las guarimbas) obligarían a la
revisión del anterior mencionado curso de mejora.
La revisión hacia la desmejora ocurrió: era elemental que sucediera.
Aclarando previamente que por razones de táctica tal índice se denomina
ahora Índice de Estado Frágil, la puntuación de 2014 empeoró pues
alcanzó los 76,7 puntos (versus 75,3 en 2013) mientras que en 2015
alcanzó los 78,6 puntos (versus 76,7 en 2014). Más aún, en 2009
Venezuela ocupaba el lugar 77 de 177 países en el Índice de Estado
Frágil, que en 2013 ocupó el 89 de 178 y ya para 2015 se encontraba otra
vez en posición desfavorable al ocupar el puesto 75 de 177 países, en
una situación peor que Cuba que para 2015 terminó con una puntación de
67,4 y ocupando el lugar 112 de 177 países. El IEF no deja dudas en este
aspecto: Cuba está en mejor situación que Venezuela.
El segundo argumento consistió en la alta correlación negativa (-0,85)
entre el IEF y el PIB per cápita: mientras mayor es el valor del IEF,
menor es el PIB per cápita. En otras palabras, mientras mayor es la
situación de anarquía de un Estado, menor es su PIB per cápita.
En el tercer argumento afirmé que la situación de anarquía era
relativamente fácil de percibir en el caso venezolano tan solo mirando
tres de sus organismos: la Asamblea Nacional y la figura de su
presidente Diosdado Cabello, quien desvirtuó completamente su
funcionamiento; el Banco Central de Venezuela y la figura de su
presidente Nelson Merentes, quien destruyó completamente el valor del
bolívar y ahora actúa de bajo perfil; y la Defensoría del Pueblo, en la
figura de Gabriela Ramírez, quien abonó con fervor religioso a favor de
la mala nota que exhibe Venezuela en materia de derechos humanos.
El caso es que en los años de 2014 y 2015, los dos años más recientes de
la administración más incompetente que ha tenido Venezuela en su
historia –la de Hugo Chávez y la de Nicolás Maduro y su equipo– han
verificado el empeoramiento de mayor magnitud que observa en lo reciente
el IEF.
La violación de los derechos humanos que continúan reportando
organizaciones como el Foro Penal venezolano, la gestión cínica del
nuevo Defensor del Pueblo, las inhabilitaciones de figuras de la
oposición, la pérdida de control en la situación con Guyana y el
“Dakazo” alimentario, las tres últimas mencionadas con fines
electorales, obligaran una vez más a una revisión hacia la desmejora del
IEF.
Así, el Índice de Estado Frágil recoge que hace dos años iniciamos otra
vez un curso hacia una situación de anarquía total en el que el
"todopoderoso" Estado venezolano tendrá entonces el máximo potencial de
perder el control de su territorio. Lo corrobora la ocultación de cifras
sobre la alta tasa de homicidio intencional, la alta corrupción, la
hiperinflación, la alta escasez y el agudo decrecimiento económico.
(1) http://www.eluniversal.com/opinion/140331/las-instituciones-y-el-pib
c.e.tinoco.g@gmail.com
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