El país caribeño permanece desde 1982 en la lista de estados patrocinadores del terrorismo de EE.UU., lo que le ha supuesto la imposición de sanciones por parte de Washington
Barack Obama ha comunicado al Congreso su decisión de sacar a Cuba de la lista estadounidense de
países patrocinadores del terrorismo, en la que la isla estaba desde
1982 por su apoyo a ETA y las FARC colombianas. Ahora el Congreso tendrá
45 días para aprobar la propuesta.
En la carta enviada a los legisladores, Obama constata, a partir de la revisión realizada por el Departamento de Estado, que el Gobierno cubano «no ha prestado ningún apoyo al terrorismo internacional en los seis meses precedentes» y que «ha dado seguridades de que no apoyará actos de terrorismo internacional en el futuro».
Según un comunicado de la Casa Blanca, la revisión se ha
llevado a cabo con información de la inteligencia estadounidense. Las
autoridades norteamericanas han «concluido que Cuba reúne las
condiciones para rescindir su designación de Estado promotor de
terrorismo».
La medida fue un compromiso de Obama con Raúl Castro en las
conversaciones secretas que durante año y medio mantuvieron
delegaciones de ambos países. Así lo expresó el presidente cuando el 17
de diciembre se hizo público el deseo de EE.UU. y Cuba de restablecer
relaciones diplomáticas.
El Gobierno cubano había presionado para que la intención de quitar a Cuba de esa lista, en la que ahora solo quedarán Siria, Sudán e Irán,
se anunciara antes de la entrevista que Obama y Castro mantuvieron el
sábado en Panamá, en el marco de la Cumbre de las Américas. En cualquier
caso, Obama acudió a ese encuentro,
el primero entre mandatarios de ambos países en casi sesenta años,
dando a entender que el paso iba a ser inminente, como así ha sido.
Estaba claro que por parte de la Casa Blanca era un formalismo, que
utilizaba como carta negociadora.
Con esta concesión por parte de Estados Unidos, Cuba
debería mover ficha por su parte y aceptar algunas posiciones defendidas
por Washington para la apertura de las respectivas embajadas. La
libertad de movimiento en la isla y un nutrido cuerpo de funcionarios en
La Habana es una exigencia estadounidense a la que el régimen castrista
ha estado poniendo algunas dificultades en las negociaciones abiertas.
Durante su intervención en el plenario de la Cumbre de las
Américas, Castro concedió que el asunto de la retirada de la lista
quedaba en última instancia en manos del Congreso. Aunque los
republicanos tienen el control de las dos cámaras y diversos dirigentes
están dispuestos a dificultar el nombramiento de un embajador en La
Habana y aprobar un presupuesto para la embajada, se considera que la
exclusión de la Cuba de esa lista quedará aprobada.
Obama pide al Congreso que atienda a «los hechos», y
asegura que estos indican que Cuba no merece ya la designación que tuvo
en su día. La Casa Blanca precisó en su comunicado que cuando un país es
incluido en la lista, permanece en ella hasta que expresamente el
Congreso decide su exclusión.
Más difícil será la aprobación de otro objetivo de Obama:
la derogación del embargo estadounidense a Cuba, vigente desde la década
de 1960. Raúl Castro pidió en Panamá que haya presión internacional para que esa derogación, si bien admitió que es algo que tardará tiempo.
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