Por: Jesús Antonio Petit da Costa
María Corina de Machado ha propuesto una hoja de ruta. El próximo paso a
dar sería constituir una alianza político-social de todos los que
coincidimos en que “la salida está en la calle”. Me parece acertado
hacer esto de inmediato, porque corrige un error: haber tomado la calle
sin dirección y sin organización que previese la caída en prisión de los
dirigentes. Esperamos que cumpla lo prometido. Y que en el seno de la
alianza se discutan objetivo, estrategia y organización, únicas
garantías de la victoria, que así estaría próxima.
Me ha sorprendido, sin embargo, que un vocero de Voluntad Popular
anuncie que su partido va a empezar a recoger firmas para la
convocatoria de la Constituyente. Así comenzamos mal. Es poner la
carreta delante del caballo. Dar el segundo paso sin haber dado el
primero: constituir la alianza. ¿En qué se diferenciarían entonces la
alianza propuesta y la MUD? En nada. Ambas coincidirían en que la salida
no está en la calle, sino en unas elecciones imposibles de ganar por el
ventajismo y el fraude. Ambas coincidirían en el engaño a los
electores. Veamos porqué.
Para convocar válidamente a una Constituyente hay que reconocer la
legitimidad de un CNE integrado inconstitucionalmente por cuatro fichas
comunistas del gobierno y un colaboracionista. Hay que aceptar un
registro electoral adulterado, con millones de electores fantasmas. Hay
que aceptar la votación por las máquinas del gobierno y la transmisión
de datos por la telefónica del gobierno En fin, hay que aceptar de
antemano el ventajismo y el fraude. Esto es lo que viene haciendo la
colaboracionista MUD.
Este CNE cuestionado sería el que suministraría las planillas de
recolección de firmas. Nada impide que incluyan la exigencia de huellas
digitales y una foto del firmante. Al recoger las firmas, los promotores
de la Constituyente le estarán prestando un servicio invalorable a la
tiranía comunista: identificar a sus adversarios. No menos de tres
millones y medio que pasan al registro del G-2 cubano, el cual maneja a
las policías venezolanas.
Está demostrado desde 2004 que en Venezuela la iniciativa popular es el
modo tramposo inventado para que los electores de oposición renuncien
voluntaria e ingenuamente a la garantía del secreto del voto, que tanto
costó conseguir. Los recolectores de firmas le regalarían a la tiranía
comunista los datos necesarios para actualizar la Lista Tascón y la
Lista Maisanta. Esto, señores, sería un crimen imperdonable y una
delación repudiable. En una tiranía, que aumenta progresivamente la
represión, hay que preservar hasta donde sea posible a los opositores
que no hacen política activa, guardando la confidencialidad que demanden
sus circunstancias personales, ya que mientras la tiranía no los
identifique pueden ser útiles para tareas clandestinas (aportes,
información, correos, escondites o conchas, etc.)
Presentadas las firmas, el CNE pondría tachar muchas con el fin de que
los promotores le amplíen el registro de adversarios del régimen. Y aún
así, puede declararlas insuficientes para la convocatoria. En este
momento Maduro, para quedar como un demócrata consumado ante la
comunidad internacional, podrá decir: “A pesar de que los burgueses
apátridas no han conseguido el número de firmas requerido para convocar a
la Constituyente, yo como demócrata que soy he decidido complacerlos
convocándola por decreto. Es para que el pueblo les dé una lección que
aprendan para siempre.”
Desde luego él tendría asegurado el triunfo, no sólo por el ventajismo y
el fraude sin problemas por el control que tiene del CNE, sino por las
condiciones para la elección que serían las mismas de 1999: cada elector
vota hasta cinco veces. Es lo que se llamó el kino. Al votar cinco
veces, o sea, por cinco candidatos, queda eliminada la representación
proporcional y así, asegurada la mayoría con el fraude, los comunistas
ganan el 90% de los diputados a la Constituyente. Y entonces, en nombre
del pueblo soberano, dictan una Constitución comunista que instaure el
Estado Comunal (Comunista) y establezca una cláusula pétrea: “el
socialismo (por pudor así llaman al comunismo) es irreversible.”
Igualita a la Constitución de Cuba.
Ya lo dije y ahora lo repito: primero se toma el poder y después se
convoca a la Constituyente. No sean tercos. Una Constituyente ahora es
un suicidio.
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