Fuente: El Nuevo Herald
El Régimen de Nicolás Maduro está persiguiendo al sector de la oposición
venezolana que no está participando en el diálogo, según varios
expertos.
El régimen de Nicolás Maduro ha emprendiendo una ola represiva para
tratar de moldear a la oposición y convertirla en una fuerza mucho más
dócil, centrando la persecución política en aquellos sectores que
respaldan la protesta en la calle, dijeron analistas y dirigentes
políticos.
“El gobierno está intensificando la represión, pero sólo está
persiguiendo al sector de la oposición que no está en la mesa de diálogo
y que ha estado muy activa en la protesta pacífica en la calle”,
explicó Diego Moya-Ocampos, analista senior de IHS Global Insight/IHS
Jane’s.
El uso del aparato judicial, controlado en su totalidad por el chavismo,
como herramienta de persecución política puede verse en las últimas
citaciones judiciales de dirigentes de la oposición, especialmente
aquellos que forman parte de Voluntad Popular, el partido del
encarcelado líder opositor Leopoldo López, dijeron los consultados.
“Están intensificando la represión, utilizando las instituciones del
Estado, utilizando el poder judicial para perseguir a quienes disienten
con el gobierno”, comentó Moya desde Londres.
“En los últimos días hemos visto la salida de una cantidad de citaciones
del Sebin (Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional) para
activistas y dirigentes de Voluntad Popular”, agregó.
El incremento de la persecución política viene de la mano de las
acusaciones lanzadas la semana pasada por el régimen contra un selecto
número de dirigentes, acusándolos por un lado de tramar para derrocar a
Maduro y por el otro de haber estado detrás del reciente asesinato de un
cercano colaborador del fallecido presidente Hugo Chávez.
Presunto complot
El ministro de Interior, Justicia y Paz, Miguel Rodríguez Torres,
desveló el viernes un presunto complot internacional, en el que sectores
de la oposición —encabezados por López, la diputada María Corina
Machado, el ex embajador Diego Arria y el ex senador Pablo Medina, entre
otros— habrían unido fuerzas para planificar con Washington el
derrocamiento de Maduro.
“Lo que está viviendo Venezuela es sin duda alguna un plan de
conspiración insurreccional con fines claros de derrocar al gobierno
legítimamente instaurado en el país y que ese plan obedece a un objetivo
estratégico permanente del Departamento de Estado de los Estados
Unidos”, declaró Rodríguez Torres.
Según el ministro, las manifestaciones de protesta que desde hace tres
meses sacuden al régimen de Maduro forman parte del complot.
Pero Medina, quien se encuentra esta semana en Miami, dijo que el único
complot en Venezuela es el de los esfuerzos del chavismo por aplastar a
la oposición, haciendo uso del sistema judicial como instrumento de
persecución política.
“Esto es un plan para criminalizar a la oposición, pero no a toda la
oposición, sino a aquellos sectores que no están en [el palacio de]
Miraflores”, dialogando con Maduro, dijo Medina.
El ex senador se refería a los representantes de la Mesa de la Unidad
Democrática (MUD) que accedieron a participar en al Conferencia Nacional
por la Paz, convocada por Maduro para tratar de encontrar una salida
negociada a la crisis política del país.
‘Lavar la cara’ del régimen
Pero muchos dirigentes de la oposición, incluyendo a Medina, no están de
acuerdo con el planteamiento, diciendo que Maduro no está realmente
interesado en negociar y que el diálogo solo sirve para lavarle la cara
al régimen y deslastrarse de las múltiples acusaciones de violaciones a
los derechos humanos.
Moya coincidió con esa tesis.
“El gobierno está tratando de utilizar el diálogo, no solamente para
ganar tiempo, sino adicionalmente para perseguir a aquellos dirigentes
de la oposición, aquellos dirigentes estudiantiles, que no forman parte
de las conversaciones y que han tenido un rol protagónico en la protesta
pacífica de calle”, comentó el analista.
Medina advirtió que la persecución podría intensificarse en las próximas
semanas en medio de los esfuerzos de Maduro de vincular a la oposición
con el reciente asesinato del ex jefe de inteligencia Eliézer Otaiza,
cuyo cuerpo fue encontrado semidesnudo en un botadero de basura, con
cuatro heridas de bala y rastros de haber sido golpeado.
Algunos de los habitantes de la zona donde se encontró el cuerpo han
declarado a los medios de comunicación que Otaiza fue interceptado por
una banda de delincuentes que intentaba robarle su camioneta, que lo
golpearon porque puso resistencia, y que luego le dispararon cuando
vieron aproximarse a una unidad de la policía.
Pero el chavismo alega que la oposición ordenó el asesinato.
“Yo no puedo callar la verdad. El asesinato de Otaiza fue planificado
[...] lo alentaron desde Miami sectores que tuvieron el poder económico
en Venezuela y lo prepararon para esconder las intenciones de sus
autores intelectuales”, denunció Maduro.
La acusación fue repetida por el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello.
“A nosotros nadie nos va a sacar de la cabeza, y estamos seguros de que
la investigación tiene que llegar hasta donde tiene que llegar, que
Otaiza fue mandado a asesinar”, expresó Cabello en su programa de
televisión Con el Mazo Dando.
Vieja táctica
Según Medina, esta no sería la primera vez que el régimen hace uso de
una muerte para emprender una feroz represión policial contra dirigentes
de la oposición.
Eso fue precisamente lo que sucedió en el 2004 con el asesinato del
fiscal Danilo Anderson, en un sonado caso donde varias figuras públicas
incómodas para el chavismo fueron implicadas en base a testimonios que
luego terminaron siendo falsos, dijo Medina, quien escribió un libro
sobre el tema.
El dirigente agregó que todas estas maniobras del régimen buscan apagar
las manifestaciones de protesta en la calle, bajo el temor de que los
sectores populares, aquellos que tradicionalmente han respaldado al
chavismo, terminen sumándose.
“Ellos van a seguir con la ola represiva para poder detener las
manifestaciones, la resistencia, porque si se llega a unir el Este de
Caracas [donde reside principalmente la clase media] con el Oeste [la
zona popular de la capital] sería muy difícil que esta gente se mantenga
en el poder”, comentó Medina.
“El malestar de la población ya está, el malestar es creciente. Y le
tienen miedo a que se produzca esa unidad entre el Este y el Oeste”,
insistió.



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