Estimado Ivan Simonovis:
Como tantos otros venezolanos, durante los últimos años, he seguido su caso con muchísima preocupación. Al principio, debido el hecho que su especialisima situación jurídica demostrara la vulnerabilidad del sistema jurídico del país, su peligrosa inclinación a la venganza y la revancha política. Con el transcurrir del tiempo, he llegado a solidarizarme con su situación más allá de lo que representa legalmente. Lamento el sufrimiento que atraviesa, el de su esposa, de sus hijos. Como tantos otros Venezolanos, le considero parte de ese panorama político oprobioso y lamentable que somete a Venezuela bajo la bota del poder ideológico que se basa en el odio. Porque aquí, no hablamos de justiicia. Su caso demuestra el hecho que en Venezuela la parcialidad política es una forma de violencia y usted, una de sus víctimas propiciatorias.
De manera que no juzgo su decisión de comenzar una huelga de hambre, en un intento desesperado por llamar la atención sobre su caso. Entiendo, desde la distancia y sin poder jamás comprender realmente la pesadilla legal y familiar que atraviesa, que es una determinación que toma impotente, frustrado. En las últimas semanas, en plena anarquía y arremetida legal, q su situación se ha hecho más critica, desdibujada entre el alud de denuncias y abusos que ha sufrido a diario la ciudadanía Venezolana que protesta. Le he imagino, como observador de una circunstancia política cada vez más abrumadora, de una visión desde la perspectiva del que ha sufrido la arremetida de la ley que busca revancha y no justicia, asumiendo que debe tomar una posición mucho más firme. Un mensaje directo a la autoridad sorda e indiferente que le mantiene sin respuesta, en un limbo legal que amenaza su vida. Señor Simonovis, es indudable que su decisión es fruto de una angustia superior a la que cualquier reflexión puede analizar. Pero aún así, como su compatriota, debo pedirle reconsidere su decisión.
Se lo pido, en nombre de los luchadores, de los que aún mantenemos la esperanza en el país. Se lo pido, en nombre de los que cada día salimos al país confiando la vida en lugar de la muerte. Se lo pido, a pesar de comprender y asumir que su situación critica amerita medidas de esta envergadura. Se lo pido, sobre todo, en nombre de todos los que le hemos apoyado a la distancia, quienes estamos convencidos de la justicia y la necesidad de su empeño por justicia. Señor Simonovis, no se permita la muerte cuando le necesitamos con vida.
Mantenganse con vida para asumir el poder del simbolo que representa: el de la incansable lucha por la probidad. Mantenganse con vida, para recordarnos a los descorazonados y los descreídos, el valor enorme de la integridad. Mantengase con vida porque este Gobierno no merece una vida más. Manteganse con vida y conserve la esperanza, por dificil que parezca, para luchar.
Sé, señor Simonovis, que cualquiera de mis argumentos, le parecerán débiles en comparación a su sufrimiento. Y quizás tiene razón. Pero no olvide que una muerte siempre será un recuerdo y la vida, a pesar de todo, un metáfora de esperanza y el poder de la fe.
Con respeto,
A.
Como tantos otros venezolanos, durante los últimos años, he seguido su caso con muchísima preocupación. Al principio, debido el hecho que su especialisima situación jurídica demostrara la vulnerabilidad del sistema jurídico del país, su peligrosa inclinación a la venganza y la revancha política. Con el transcurrir del tiempo, he llegado a solidarizarme con su situación más allá de lo que representa legalmente. Lamento el sufrimiento que atraviesa, el de su esposa, de sus hijos. Como tantos otros Venezolanos, le considero parte de ese panorama político oprobioso y lamentable que somete a Venezuela bajo la bota del poder ideológico que se basa en el odio. Porque aquí, no hablamos de justiicia. Su caso demuestra el hecho que en Venezuela la parcialidad política es una forma de violencia y usted, una de sus víctimas propiciatorias.
De manera que no juzgo su decisión de comenzar una huelga de hambre, en un intento desesperado por llamar la atención sobre su caso. Entiendo, desde la distancia y sin poder jamás comprender realmente la pesadilla legal y familiar que atraviesa, que es una determinación que toma impotente, frustrado. En las últimas semanas, en plena anarquía y arremetida legal, q su situación se ha hecho más critica, desdibujada entre el alud de denuncias y abusos que ha sufrido a diario la ciudadanía Venezolana que protesta. Le he imagino, como observador de una circunstancia política cada vez más abrumadora, de una visión desde la perspectiva del que ha sufrido la arremetida de la ley que busca revancha y no justicia, asumiendo que debe tomar una posición mucho más firme. Un mensaje directo a la autoridad sorda e indiferente que le mantiene sin respuesta, en un limbo legal que amenaza su vida. Señor Simonovis, es indudable que su decisión es fruto de una angustia superior a la que cualquier reflexión puede analizar. Pero aún así, como su compatriota, debo pedirle reconsidere su decisión.
Se lo pido, en nombre de los luchadores, de los que aún mantenemos la esperanza en el país. Se lo pido, en nombre de los que cada día salimos al país confiando la vida en lugar de la muerte. Se lo pido, a pesar de comprender y asumir que su situación critica amerita medidas de esta envergadura. Se lo pido, sobre todo, en nombre de todos los que le hemos apoyado a la distancia, quienes estamos convencidos de la justicia y la necesidad de su empeño por justicia. Señor Simonovis, no se permita la muerte cuando le necesitamos con vida.
Mantenganse con vida para asumir el poder del simbolo que representa: el de la incansable lucha por la probidad. Mantenganse con vida, para recordarnos a los descorazonados y los descreídos, el valor enorme de la integridad. Mantengase con vida porque este Gobierno no merece una vida más. Manteganse con vida y conserve la esperanza, por dificil que parezca, para luchar.
Sé, señor Simonovis, que cualquiera de mis argumentos, le parecerán débiles en comparación a su sufrimiento. Y quizás tiene razón. Pero no olvide que una muerte siempre será un recuerdo y la vida, a pesar de todo, un metáfora de esperanza y el poder de la fe.
Con respeto,
A.
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