Por: Gustavo Coronel
El año 2013 termina tragicamente para la nación. El régimen que ha
destruído una buena parte del país ha logrado una victoria electoral. Y
la oposición organizada ha ido a “dialogar” con una pandilla de
criminales, un diálogo que tendrá el efecto de validar las decisiones
que tome el régimen a corto plazo: una nueva devaluación de la moneda y
el aumento del precio de la gasolina. Una vez más los Cubanos habrán
engatusado a la oposición. El bufón podrá decir mañana que la oposición
se reunió con ellos y los hará partícipes de decisiones que son
consecuencia directa de la ineptitud y corrupción del régimen.
Peor aun, el sentarse en una mesa con Nicolás Maduro y su pandilla los
legitima, valida los desafueros cometidos por esta gente. Porque la
gente digna y honesta no se sienta en una mesa con criminales. El
régimen no es simplemente un mál gobierno con el cual se “puede hablar”.
Es un régimen forajido y corrupto con el cual no debe haber ninguna
co-existencia pacífica, so pena de entregar banderas que deberían ser
sagradas. Este acto entreguista de la oposición no es explicable en
términos éticos sino en términos de estrategia política tradicional, esa
de “como quedo yo ahí”.
Paradojicamente, la bajada de pantalones de la oposición se efectúa
cuando el régimen está en inminente riego de colapso definitivo. Por
algun tiempo hemos pensado que la caída de la pandilla será el producto
de una implosión, ya que el país opositor no ha sido capaz de hacer el
trabajo.
Para quienes hemos soñado con un país moderno y progresista es
decepcionante ver como millones de votantes fueron a depositar su voto
por un régimen ladrón, inepto y traidor. Las generaciones futuras se
preguntarán, perplejos, por qué ha sucedido esto. Las razones son
múltiples pero la fundamental es la existencia de un gran sector de la
población integrada por gente pobre, sub-empleada, muy desinformada,
tratando de vivir hoy, sin pensar en el mañana. Yo no los culpo a ellos
por no poder ver al país como ciudadanos sino como sobrevivientes.
Nuestra debacle nacional que ya es moral y espiritual, además de
política y económica, es el resultado de una historia con muy breves
momentos de grandeza. Nuestros 185 años de vida independiente apenas
muestran cortos períodos de liderazgo honesto y preparado. Los
estadistas venezolanos se pueden contar con los dedos de una mano. El
resto ha sido incoloro o mediocre, tanto en dictadura como en
democracia.
Un gran porcentaje de los votantes en las recientes elecciones no son
capaces de comprender la situación caótica de PDVSA. No conocen o no les
importa el grado de prostitución existente en las fuerzas armadas. No
saben o no les importa que las instituciones nacionales: A.N, TSJ, Poder
Moral y CNE, estén en manos de jineteros y jineteras morales. No
comprenden que existe una grosera entrega del país a Cuba y a China. No
se da cuenta de que vota por un grupo de traidores, desde el difunto
hasta el bufón.
El difunto hablaba como ellos y Nicolás Maduro habla como ellos, lo cual
ilustra la desesperada condición de nuestro pueblo. Millones de
venezolanos viven hoy esperando las dádivas, los alimentos subsidiados y
las neveras y los televisores que puedan comprar a precios de gallina
flaca gracias a los saqueos controlados que lleva a cabo el régimen.
Más de 2,3 millones de empleados públicos y sus núcleos familiares que
suman unos ocho millones de venezolanos permanecen esencialmente
comprados por el régimen, lo cual garantiza la sobrevivencia del lumpen
que maneja el poder asesorado por Cuba.
Por 15 años Venezuela se ha encaminado al suicidio. Ha sido un éxito
hecho posible por fraudes y abusos aceptados mansamente por la
oposición. Sin embargo el régimen se viene abajo debido a su ineptitud.
La moneda está en el umbral de una nueva y severa devaluación. PDVSA
está desesperada por obtener ingresos adicionales y piensa en aumentar
el precio de la gasolina, la cual ha regalado por años como una de sus
favoritas herramientas demagógicas. Una reciente muestra de la
descomposición existente en el país es que las líneas aéreas
internacionales podrían dejan de operar en Venezuela, algo que solo
sucede en estados forajidos.
En este momento el Maduro electoralmente victorioso es, al mismo tiempo,
el Maduro maula, insolvente, a punto de derrumbarse por el estruendoso
fracaso de la economía absurda creada por el régimen.
La decomposición de la nación es horrorosa. Lo que yo veo a mi
alrededor es totalmente contrario a los principios y valores que he
mantenido toda mi vida. Así fuera el último de quienes no aceptan la
claudicación mantendría mi posición de rechazo.
Los venezolanos del futuro verán con desdén a los invertebrados que se
han vendido al régimen y con compasión a los ignorantes que lo apoyaron
porque no pudieron ver más allá de la dádiva, la casita o el camburcito,
aquellos para quienes el futuro del país no existe.
Los venezolanos del futuro leerán como, en la segunda década del siglo
XXI, la suma de los ignorantes más los invertebrados venezolanos
mantuvieron a un régimen inepto y corrupto en el poder de manera
injustificada. Ello fué posible porque careció de más gente digna y
mejor educada para el ejercicio ciudadano.
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Si no logramos transformar a la pobre e ignorante masa venezolana en
ciudadanos, el país seguirá chapoteando en el pantano de la mediocridad.
Nadie puede sentirse orgulloso de gobernar o de habitar en un país como
la Venezuela actual.
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