El presidente Nicolás Maduro lo contó
estremecido por la emoción. Hugo Chávez se les apareció a los obreros
que excavaban el Metro de Caracas. Hay muchas incógnitas. Se discute si
fue un fenómeno paranormal o para anormales. Su rostro se dibujó
misteriosa e inesperadamente en una pared. Luego se esfumó. Fue sólo una
visita fugaz, pero hubo tiempo de retratar al aparecido. Le enviaron la
foto a Maduro. No está claro si la mandó el mismo Chávez o si fue un
detalle del proletariado. Ahí estaban los ojos vigilantes del
bolivariano, acaso asombrados de que haya venezolanos que todavía
trabajen en el país
.
Chávez,
como Dios, está en todas partes. Maduro lo dijo. Chávez somos todos.
Como se sabe, Chávez habla con Maduro a través de los pájaros. Tal vez
se consiga que a partir de ahora las paredes participen del diálogo.
¿Por qué no? ¿Qué le cuesta a Chávez, si va a salir en una pared, decir
unas cuantas palabras? Las paredes oyen, aseguraba Ruiz de Alarcón.
Maduro espera que, además, hablen. Y que lo hagan claro.
En
todo caso, es muy probable que, en el futuro, Maduro incorpore a los
gatos entre sus interlocutores con el más allá. Los gatos se adaptan muy
bien al mundo esotérico. Los egipcios los consideraban animales
sagrados y decapitaban a quienes los maltrataran. Cuando las
comunicaciones extrasensoriales lleguen a ese punto, sin embargo, será
conveniente separar a los gatos parlanchines de los pájaros
conversadores para que los felinos no se los coman. Los instintos son
los instintos.
No es
factible, en cambio, que Chávez le hable a Maduro por medio de los
perros. Chávez y Maduro se llevan muy bien con los islamistas y los
perros no son muy queridos por la tribu de Mahoma. Los perros no son
interlocutores fiables. Mienten mucho. Salvo los San Bernardo, tal vez
por respeto al santo que le da nombre a la raza, el resto dice cualquier
cosa. ¿Quién puede confiar en un mensaje transmitido por un cocker
spaniel? Se les ve la doblez, la banal intención de conquistar a quienes
les transmiten el mensaje mientras mueven la cola aviesamente.
Es
posible, sin embargo, que todo se trate de una broma. La aparición de
Chávez en la pared milagrosa ocurrió la víspera de la fiesta de
Halloween. Chávez, en vida, fue un bromista infatigable. Trick or treat.
Dulce o truco. Chávez nombró sucesor a Maduro y canciller a Jaua, más o
menos como Calígula, que también disfrutaba del humor negro, hizo
Cónsul a su caballo Incitato. Ni a Groucho Marx, el nieto de Karl, se le
hubiera ocurrido algo así.
Tampoco
puede descartarse que todo esto sea una maniobra del Demonio encaminada
a confundir a Maduro y a sus huestes. Belcebú es capaz de todo.
Belcebú, también, somos todos. Tiene una mala leche legendaria, como
atestiguan Adán y Eva. (Adán Chávez no, sino el legítimo, el de la
manzana, la serpiente y la pudorosa hojita de parra). Este año se
cumplen cuatro décadas del estreno de “El exorcista” y tal vez el Diablo
quiere vengarse del jesuita que extrajo al demonio Pazuzu de las
entrañas de la malhablada niña Regan McNeal, la criatura con el pescuezo
más flexible de la historia de las vías repiratorias.
En
ese caso habrá que exorcizar a Maduro. Uno de los conjuros más eficaces
es colocarse a la altura de su boca (es conveniente, antes, darle una
pastilla de menta) y gritarle la oración de San Miguel Arcángel,
invocando los nombres de los 5 demonios más dañinos: Satán, Lucifer,
Belcebú, Belial y Meridiano (no consta que Diosdado Cabello forme parte
del grupo): “O príncipe de la multitud celestial, arrojar al infierno a
todos los malos espíritus que rondan por el mundo buscando la ruina de
las almas”. Amén.
Carlos Alberto Montaner
*Periodista y escritor
Vicepresidente de la Internacional Liberal
@CarlosAMontaner
http://www.gentiuno.com/02/11/2013/montaner-vade-retro-nicolas-maduro/
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