Que la Semana Mayor nos haya servido para reflexionar sobre la inmensa responsabilidad que no espera.
Difícil campaña electoral. No es una campaña entre dos candidatos
como debería ser. Entre Maduro y Capriles. No, es entre Henrique
Capriles y todo el aparato del Estado, y la ayudita del comandante ido.
El 80% del CNE haciéndosela fácil al heredero, con una presidenta que se
soltó el moño, bueno lo del moño es un decir. Propaganda que huela a
democracia, suspendida. Todos los medios de comunicación del Estado, las
24 horas, haciendo campaña a favor del impostor de la presidencia.
Todos los recursos de la PDVSA “de todos” usados para costear la campaña
de la fotocopia sin tóner. Todas las gobernaciones rojas rojitas
haciendo lo propio. Cadenas y más cadenas. El difunto por toda la
geografía nacional. La Fiscal obedeciendo órdenes para tratar de
inhabilitar a líderes de la oposición democrática. Descaro total. Sin
rubor alguno. Tratando de hacerle una cayapa. Pero el flaquito le echa
piernas. Ahora con un discurso más aguerrido, más denuncias, mejores
propuestas. Sin miedo. Recorriendo nuevamente todos los pueblos del
país. Llevando una esperanza. Si hay un camino.
Ante este panorama ventajista, grosero, no propio de una contienda
democrática, no queda de otra que unir esfuerzos, todos y cada uno de
los venezolanos que creemos en nuestro país, que sentimos la necesidad
de un cambio de rumbo, que vemos como en estos catorce años hemos pasado
de un país a un ex país, como gusta decir el amigo Blanco Muñoz. Que
pensamos que lo que tenemos por país es una caricatura de país. Si
antes, en época del teniente coronel felón daba pena ajena ahora la
vergüenza es mayúscula. Gobernados espuriamente por un payaso de
pacotilla, tratando de imitar al otrora comandante en jefe. Un país con
unas FANB muy lejos de aquella institución respetada. Y lo más grave, lo
insólito, lo inaceptable, un gobierno cuya sede y centro de toma de
decisiones está en otro país. En la Cuba comunista. En la Cuba
gobernada por unos hermanos dictadores, que han confiscado por décadas
la voluntad, la libertad y la vida de un pueblo. Y esto hay que
cambiarlo, hay que derrotarlo. Y de seguro lo derrotaremos porque ya una
buena parte de la población ha abierto los ojos. Ha tomado conciencia
que de seguir por este camino dejaremos de tener patria, de tener país,
perderemos hasta el gentilicio. Solo aquellos grupos tarifados,
izquierdosos trasnochados, inadaptados, facinerosos, adeptos
incondicionales a este estado de cosas, de este disparate, que medran de
las migajas de este Estado castro comunista, serán los que todavía
puedan creer en las ofertas engañosas del candidato de Fidel y Raúl.
Difícil campaña electoral. No es una campaña entre dos candidatos.
Repetimos, es una campaña entre un candidato democrático y un Estado
forajido. Entre el futuro promisorio y el pasado destructor. Entre la
verdad y la mentira. Entre los venezolanos de bien y los saqueadores de
la república. Una campaña entre los cubiches y los venezolanos. Entre la
democracia y el comunismo. Una campaña electoral que la podemos ganar,
la debemos ganar, la tenemos que ganar. No podemos apostar a otro
resultado, no podemos aceptar una derrota. Es ahora o nunca. Pero para
ello se necesita, insistimos, en el esfuerzo de todos, no valen excusas.
Debemos ser 8, 10, 12 o más millones de candidatos en campaña.
Acompañando a Capriles en este supremo esfuerzo. Y el 14 de abril lo
lograremos. El esfuerzo de aquel 11 de abril, cuando un pueblo
desarmado, marchando alegre y pacíficamente, depuso tempranamente este
proceso, debe servirnos de ejemplo para esta vez, con la fuerza del
voto, salir de forma definitiva de esta pesadilla. Este 14 de abril no
el grito de “volvió” se convertirá en “se fueron”. Que así sea.
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