Señor
Maduro: Por este medio respondo a sus más recientes acusaciones. No se
preocupe, no es molestia; usted siga inventando y yo seguiré
contestando. No, Sr. Maduro, yo no tuve nada que ver con el cáncer que
mató a Hugo Chávez, ni tengo la más mínima intención de agredir al Sr.
Henrique Capriles (ni ningún otro ciudadano de su país), ni he
contribuido dinero a la campaña de Capriles, ni lo he recaudado, ni he
saboteado o planeo sabotear algún objetivo en su país.
Esas alegaciones de su parte solo
pueden tener dos explicaciones: o Ud. no conoce la verdad, o no sabe
distinguir entre mentira y verdad. Ud. dirá cual es
. A pesar de
que en EE UU nadie de importancia lo toma en serio a Ud. o a su llamado
gobierno, quiero ejercer el derecho de defenderme. No solo porque en mi
país tengo esa libertad, pero pienso, tal vez inocentemente, que al
contestarle a Ud. abogo por muchos venezolanos que no pueden escudarse
de las mentiras, insultos y abusos de su gobierno, como puedo yo.
Esta semana contesté sus alegaciones sobre un presunto envolvimiento
mío o del gobierno de EE UU en el cáncer que terminó la vida el
expresidente Hugo Chávez. No voy a repetirlo. Ahora, sobre Capriles.
No es la primera vez que Ud, como presidente encargado o candidato
del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) me ha acusado de estar
conspirando contra la vida del candidato Henrique Capriles o de otros
venezolanos. ¿Cómo se puede probar algo que uno no está haciendo?
Primero, declarando lo siguiente:
Por este medio, una vez más, niego categóricamente sus absurdas
acusaciones, y lo reto a que presente las "pruebas" que asegura tener en
mi contra. Si no presenta pruebas fehacientes, Sr. Maduro, Ud.
demuestra que sus acusaciones son falsas y maliciosas. Sobra señalar que
la presunta víctima de la conspiración, Henrique Capriles, ha declarado
públicamente que si algo le sucediera a él, lo consideraría a usted el
responsable, y a nadie más.
Está muy claro que esta más reciente infamia en contra mía es parte
de una cínica estrategia cuyo propósito es de distraer a los venezolanos
del desastre que su partido socialista ha efectuado en sus 14 años de
mal gobierno. Ya que Ud. no puede ganar las elecciones ofreciéndole pan a
los venezolanos, debido a que el pan es uno de los muchos alimentos que
faltan en las tiendas venezolanas, Ud. les ofrece circo.
Esa estrategia tiene cierto sentido, ya que Usted no puede defender
un récord de corrupción oficialista sin precedentes, donde más de un
trillón de dólares han desaparecido en 14 años; de alimentos importados
que se pudren en los puertos mientras que madres venezolanas pelean
entre si en el interior del país para poder comprar leche, pollo, arroz,
frijoles, y otros alimentos básicos que antes eran abundantes y ahora
han desaparecido; de fortunas ilícitas acumuladas por decenas de colegas
suyos, de ministros, militares y empresarios favorecidos que viven
lujosamente a la vista de la miseria en que han dejado en su país
mientras que invierten sus respectivos cientos de millones en el
exterior. Ud. no puede defender una era de gobernación que ha hecho a
Venezuela uno de los diez países con mayor número de homicidios del
mundo, el peor de América Latina, y uno que entrega su tesoro y su
soberanía a una nación extranjera, la Cuba comunista, cuyo dictador
General controla la seguridad estratégica e interna de Venezuela y
decide personalmente quien la maneja, desde el Alto Mando Militar hasta
los propios guardaespaldas suyos.
Usted afirma ahora que la CIA y el Departamento de Defensa de EE UU
se han unido a la conspiración contra Capriles, y le solicita al
presidente Obama "pararla." La portavoz del Departamento de Estado,
hablando en nombre de todo el gobierno, dijo lo siguiente: "Estados
Unidos rechaza categóricamente las denuncias de que esté implicado en
cualquier plan para desestabilizar al gobierno venezolano o para dañar a
alguien en Venezuela".
Sus acusaciones están tan lejos de la realidad que tenemos que
preguntarnos cuál es su verdadero propósito, ¿qué es lo que oculta Ud.
detrás de esta cortina de humo? Aquí se teme que podría ser que su
Gobierno es el que planea eliminar a Capriles, como otros han sido
eliminados al desafiar el monopolio "socialista" de poder e información.
Como por ejemplo el Fiscal Danilo Anderson, ultimado mientras
investigaba asesinatos políticos atribuidos a seguidores del entonces
presidente Chávez.
¿Por qué nadie en Venezuela ha sido llevado ante la justicia por el asesinato de Anderson?
Sus denuncias también podrían estar diseñadas a socavar aún más la
integridad del proceso electoral, el cual está tan polarizado y cargado
en contra de la oposición que Henrique Capriles ha ganado la admiración
de los demócratas del mundo por la valentía y patriotismo personificadas
en su segunda candidatura a la presidencia en menos de un año. La única
simpatía por el candidato oficialista viene de países como Irán, Cuba,
Belarus, Rusia, Ecuador, Bolivia y otros países que han recibido
multimillonarias "donaciones" de Venezuela.
Sus acusaciones son tan infundadas, Sr. Maduro, que el mundo le exige
a las autoridades venezolanas garantizar la integridad física de
Henrique Capriles porque conoce la capacidad de violencia de su
gobierno. Por ejemplo, a una semana de las elecciones presidenciales del
2012 una caravana de Capriles fue atacada a balazos por activistas
oficialistas, según testigos, donde murieron tres opositores.
Ud. dice que es el hombre indicado para guiar a Venezuela. Pero un
hombre de verdad no manda a agredir o balacear a estudiantes indefensos
que protestan por la igualdad de derechos políticos. Un hombre no
enjaula o humilla a una jueza que padece de cáncer por el simple acto de
cumplir con su deber profesional. Un hombre no permite que ciudadanos
en huelga de hambre mueran por falta de atención, como ocurre en Cuba.
¿Sr. Maduro, con todos los recursos del estado venezolano a su
disposición, no puede Ud. encontrar una acusación más original? El
fallecido presidente Chávez hizo la misma falsa afirmación acerca de un
complot para matar a Capriles en la campaña del año pasado, al igual que
aseguró tener pruebas de varios intentos de asesinarlo a él mismo, pero
nunca las hizo publicas. ¿Y ahora piensa que el mundo exterior le va a
creer a Ud.?
A pesar de que su táctica no es original, yo acepto que Ud. no es tan
torpe como lo aparenta. Con las elecciones programadas para el 14 de
abril, en menos de un mes, cada día que los medios de comunicación se
concentran en conspiraciones no existentes es un día menos que los
venezolanos no escuchan que existe una alternativa viable de paz,
honradez y prosperidad para Venezuela, y que no es el actual arbitrario y
corrupto régimen.
Cada día que los venezolanos hablan de demonios extranjeros no hablan
de la escasez de agua y electricidad, de harina pan y aceite de cocina,
de jabón y pañales, de antibióticos e insulina, o de la destrucción de
la infraestructura petrolera. Es un día menos para preguntarse cómo
Caracas se convirtió en la tercera ciudad más violenta del mundo o sobre
las 150,000 víctimas de homicidio de los 14 años del Socialismo del
siglo XXI.
Es un día menos para que los venezolanos adivinen en qué su gobierno
gastó mil veces mil millones de dólares. El socialismo ha gastado más
dinero en los últimos 14 años de lo que Venezuela recibió en sus
primeros 175 años de independencia. No es de extrañar, entonces, que
China exige que Venezuela deposite todas sus reservas de oro en bancos
chinos como colateral por el más reciente préstamo multibillonario, en
dólares, solicitado por el gobierno suyo, uno que ellos saben está al
borde de la quiebra.
Es transparente que con un pasado tan indefendible, Ud. necesita
distraer al pueblo, por lo que ha optado por mecanismos favorecidos por
demagogos de derecha y de izquierda: crear una gran mentira, una enorme
distracción, y culpar a extranjeros para manipular el fervor
nacionalista de la población con la esperanza de que se olviden de sus
problemas, para comprar tiempo al igual que las próximas elecciones.
Esa estratagema no funcionó para los derechistas generales argentinos
que invadieron las Islas Malvinas en 1982, y es de esperar que no
funcione tampoco para los izquierdistas generales, ministros y
funcionarios venezolanos.
Otto J. Reich fue embajador de EE UU en Venezuela, subsecretario de
Estado de ese país para el Hemisferio Occidental y asesor del Consejo
Nacional de Seguridad en la Casa Blanca.
1 comentarios:
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