Por: Roger Noriega
Fuente: Inter American Security Watch
En el último debate, el gobernador Mitt Romney citó el hecho
sorprendente de que “la economía latinoamericana es casi tan grande”
como la de China – con un PIB de $7.1 trillones la región queda atrás de
China por una ligera diferencia.
Es evidente que América Latina está en la mente de Romney. El comercio mundial – en particular con América Latina, subraya- es el segundo punto en su agenda de cinco puntos para fomentar la creación de empleos. Junto a Canadá, Romney cita a México como un socio clave para alcanzar la independencia energética norteamericana – otro de los pilares de su plan de recuperación económica. No es sorprendente que Romney reconozca un buen negocio cuando lo ve.
La crisis económica y fiscal de los Estados Unidos y las dos guerras en las que participa han distraído a los políticos en Washington y han socavado el liderazgo del país en la región en los últimos años. Los planes de Romney para restaurar la cordura fiscal, promoviendo el crecimiento económico y las exportaciones, la inversión y la interdependencia energética ayudaran a restaurar el compromiso y la credibilidad de los Estados Unidos en la región.
Se ha dicho en el pasado que el ex presidente brasileño, Luis Ignacio Lula Da Silva, un hombre de izquierda, hizo una gran labor al demostrar que la economía de mercado y el combate a la pobreza están íntimamente ligados. Como capitalista prototípico, Romney puede avanzar una agenda de fortalecimiento económico a través del crecimiento inclusivo del sector privado. ¿Quién mejor para iniciar un dialogo con sus contrapartes regionales sobre la formación de capital y sobre el uso de fondos públicos para incentivar la innovación, la transferencia de tecnología, la educación y otros de los bloques fundamentales de las economías modernas? ¿Y qué podemos aprender los unos de otros al extender a todos los ciudadanos la oportunidad de participar en el futuro de sus naciones?
Romney ha hecho menciones constantes a las amenazas de seguridad que existen en la región y se puede esperar que elabore una respuesta a la alianza de Venezuela con Irán, así como a la amenaza del narcotráfico en América Central y México. Sin embargo, debe liderar con una agenda económica positiva para la región si espera cumplir su promesa de aumentar la disponibilidad de empleos en su propio país.
Es evidente que América Latina está en la mente de Romney. El comercio mundial – en particular con América Latina, subraya- es el segundo punto en su agenda de cinco puntos para fomentar la creación de empleos. Junto a Canadá, Romney cita a México como un socio clave para alcanzar la independencia energética norteamericana – otro de los pilares de su plan de recuperación económica. No es sorprendente que Romney reconozca un buen negocio cuando lo ve.
La crisis económica y fiscal de los Estados Unidos y las dos guerras en las que participa han distraído a los políticos en Washington y han socavado el liderazgo del país en la región en los últimos años. Los planes de Romney para restaurar la cordura fiscal, promoviendo el crecimiento económico y las exportaciones, la inversión y la interdependencia energética ayudaran a restaurar el compromiso y la credibilidad de los Estados Unidos en la región.
Se ha dicho en el pasado que el ex presidente brasileño, Luis Ignacio Lula Da Silva, un hombre de izquierda, hizo una gran labor al demostrar que la economía de mercado y el combate a la pobreza están íntimamente ligados. Como capitalista prototípico, Romney puede avanzar una agenda de fortalecimiento económico a través del crecimiento inclusivo del sector privado. ¿Quién mejor para iniciar un dialogo con sus contrapartes regionales sobre la formación de capital y sobre el uso de fondos públicos para incentivar la innovación, la transferencia de tecnología, la educación y otros de los bloques fundamentales de las economías modernas? ¿Y qué podemos aprender los unos de otros al extender a todos los ciudadanos la oportunidad de participar en el futuro de sus naciones?
Romney ha hecho menciones constantes a las amenazas de seguridad que existen en la región y se puede esperar que elabore una respuesta a la alianza de Venezuela con Irán, así como a la amenaza del narcotráfico en América Central y México. Sin embargo, debe liderar con una agenda económica positiva para la región si espera cumplir su promesa de aumentar la disponibilidad de empleos en su propio país.
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