Compatriotas: Con las primarias
abiertas El Tirano tiene la oportunidad de convertirse en el elector del
candidato de la oposición, que sería el que se entienda con él. Ya
tiene preparada a su gente para decidir la elección. Lo dicen las
encuestas: 75% de los oficialistas se proponen votar en este evento.
Repasemos
las condiciones de las primarias. Primero, la intervención del CNE.
Cualquiera sea su grado es lo mismo que la intervención de El Tirano en
un evento interno de la oposición. Intervención del enemigo equivale a
manipulación. Se le ofrece la oportunidad de manipular las primarias, en
un sentido u otro, ya encontrará en qué y cómo. Y, desde luego, el CNE
saldrá bendecido por la oposición como institución confiable y así será
visto por la comunidad internacional. ¿Cómo censurar después su
parcialidad en las presidenciales y en las regionales?
Al
intervenir el CNE en la votación, se le está haciendo entrega a El
Tirano de la lista de votantes. Al recibirla la cruzará con la Lista
Tascón para incorporar los nombres de los que no aparecen allí, porque,
por ejemplo, hace siete años no tenían edad para votar. A éstos les
desgraciará la vida, tal como lo ha hecho con los antiguos en la nómina:
perderán empleo si lo tienen, no conseguirán empleo si lo buscan, no
recibirán crédito, ni se les dará contrato, ni beca. En fin, pierden
todos sus derechos, sufriendo la muerte civil en un gueto de muros
invisibles. Allí estamos los judíos de la tiranía comunista, a los
cuales sólo nos falta el distintivo en la solapa del paltó. Nos lo
pegarán si esto dura más tiempo. De la muerte civil sólo se salvan los
políticos, que seguirán siendo alcaldes, gobernadores, diputados y
concejales. No así sus electores, víctimas de la exclusión.
Ante
la perspectiva de sufrir la muerte civil, por ser incorporado a la
Lista Tascón al votar en las primarias, muchos se abstendrán. Primero,
los ni-ni. Si no creen en el gobierno y tampoco en la oposición, para
qué se van a retratar con ésta y ser fichado por aquél? Segundo, los
prudentes. De oposición definida, pero tienen el pendejo lejos.
Pensarán: el voto está seguro para las presidenciales, pero mejor no
correr riesgo. Y en ello coincidirán con los realistas que dicen: total,
si votaré por cualquiera que sea electo en las primarias, para qué voy a
delatarme ante el gobierno, me reservo para la elección presidencial
confiando en que el voto sea secreto. En resumen, la inmensa mayoría de
los posibles sufragantes por el candidato de la oposición,
presumiblemente no votará en las primarias.
En
estas circunstancias, cuáles son las perspectivas? Por tratarse de
primarias abiertas, en las cuales pueden votar los comunistas, El Tirano
será el Gran Elector del candidato de oposición. Bastará con dar la
orden para que un millón, o menos, de sus seguidores vote por el
escogido por él. Ya una encuesta muestra, según la prensa, que “el 75%
de los oficialistas se propone votar en las primarias de la oposición.”
Si fuere cierto, y no hay porqué dudarlo, la maquinaria comunista ya
tiene la orden. Lo único que no sabemos es por quién van a votar, pero
podemos presumirlo: por el que haya convenido en reconocer de inmediato
los resultados fraudulentos como ocurrió en 2006, sin esperar siquiera
las actas. Tengamos claro: el que reciba los votos entubados de los
comunistas por orden de El Tirano será el candidato de la oposición. ¿Y
saben porqué? Porque, siendo tantos los precandidatos, con pocos votos
prestados gana cualquiera. Y el que gane con votos prestados por el
enemigo, no sólo cargará una hipoteca sino sale con debilidad extrema:
sus electores representan un porcentaje ínfimo de los 17 millones de
electores inscritos en el REP.
Mayor
desgracia no podría ocurrirnos. ¿Cómo impedirla? Sólo hay un modo:
celebrar primarias cerradas. Se llaman así las circunscritas a un grupo
de electores, y no a todos los inscritos en el REP. En los partidos de
la vieja democracia la elección del candidato presidencial estaba
reservada a los militantes. En las actuales circunstancias, cuál sería
el colegio electoral? Lo formaríamos exclusivamente los que aparecemos
en la Lista Tascón. Somos tres millones de electores cuya lealtad está
probada, porque durante siete años hemos soportado la exclusión
absoluta. Somos los excluidos que votaríamos por nuestra liberación de
la muerte civil, encargándosela a uno probado como nosotros, un
candidato insospechable de transacciones secretas con el enemigo, que no
acepte ventajismo ni fraude y no descarte ninguna otra forma de lucha
distinta a la electoral. Es decir, un cuatriboleado.
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