El nuevo Jefe de las Farc, alias Timoshenco (sic) ha escrito una carta pública al Presidente Santos. Lleno de dolor y ofendido en su cargo de guerrillero asume, con deseos de revancha, el golpe sufrido con la muerte en combate de alias Alfonso Cano, le señala a Santos que así no es como se da de baja a un luchador. Timoleón Jiménez, Timoshenco, exhibe su dialéctica en forma severa y, por primera vez en la pluma (en el teclado del computador) de un comandante fariano, salen a la luz sus conocimientos en mitología griega, interpretaciones sobre Cristo, invocaciones a la muerte inevitable de los humanos. Es una carta fuerte en sentimientos de reclamo, literariamente aceptable y militarmente decadente.

El Presidente Santos es Jefe de Estado y es Jefe de las Fuerzas Armadas de la República de Colombia, tiene un mandato popular de diez millones de ciudadanos. Usted Timoleón tiene un mando otorgado por los otros seis miembros del Secretariado.- Timoshenco, seudónimo que corresponde a un General del Ejército Soviético, combatiente en la segunda guerra mundial durante la defensa de Stalingrado, miembro del Partico Comunista y Héroe de la URRS, le enrostra a Santos la muerte de Cano en un combate desigual. Esta afirmación demuestra que el Estado ha reaccionado frente a la superioridad de la guerrilla durante la mayoría de los 47años de su existencia. Nunca ha existido equilibrio ni respeto al DIH para dar muerte a los civiles desarmados, a los policías mientras duermen en sus cuarteles, a los soldados que son transportados en camiones y mueren por explosivos sembrados en las carreteras, a los militares que en número pequeño de unidades son arrasados por el fuego de dos o tres centenares de guerrilleros cuando ellos no pasan de treinta. Y quienes caen ante sus armas, son degollados. ¿Cómo puede pedir equilibrio de armas y de terreno, si la guerrilla coloca bombas en sitios donde están ciudadanos no combatientes como el Club El Nogal? Las Farc han secuestrado a miles de colombianos durante la existencia. ¿El secuestro acaso es un acto de equilibrio militar cuando no son solo militares y policías, sino hombres y mujeres que ingresan a los campos de concentración nazi-marxistas, condenados sin juicio, sin defensores, sin normas y sin límites de tiempo? El Jefe de estado, Señor Timoshenco, lo que hace es defendernos a los 46 millones de colombianos mediante el uso legal de todas las armas que no estén prohibidas por los tratados internacionales. Pide usted igualdad en el combate cuando son los campeones de una larga guerra irregular donde todos los medios les son útiles y todas las estratagemas y felonías les son válidas para obtener sus fines, como el asesinato a sangre fría de los militares secuestrados durante años por ustedes. Acaba de suceder en las selvas de Caquetá. Este si es el más indigno y monstruoso crimen de lesa humanidad. Y Timoshenco pidiendo igualdad en términos de guerra.

No invoque a Cristo de manera oportunista. Ganar el cielo con padrenuestros ajenos es asunto de creyentes, aunque sean miembros de la teología de la liberación o de la Comisión Intereclesial de San José de Apartado, pero no del Secretariado de las Farc. Esa mezcolanza solo le es posible al Eln, que goza de una herética protección espiritual de Camilo Torres y material de Hugo Chávez, aunque suponemos que todos ustedes juntos tienen reserva ganada en el infierno dentro de una olla con plomo derretido. Plomo que les sobra de sus fusiles que se van oxidando si no caminan hacia la paz.

Así no es Timoleón. Así no es Comandante del Estado Mayor de las Farc. No rinda las armas, pero rinda la obcecación de mandar a la muerte o a la cárcel a los centenares de guerrilleros que aún le quedan. No le pida a Santos que no lo combata. No les pida a los Generales que solo usen escopetas calibre 16 y bombas de bengala. No asuma una condición de víctima del conflicto cuando ha sido usted el que ha propiciado la muerte, la confrontación armada. Antes que sea tarde para sus hombres y mujeres enguerrillados, usted podría, por intermedio de gobernantes amigos suyos o de mediadores nacionales o internacionales, adelantar diálogos secretos que le abran camino para un pacto de paz. No olvide que Santos quizás sea reelegido. Siete años más en la manigua son devastadores, usted será más viejo y sus parientes también. Quien reemplace a Santos no será distinto en cuanto a nuestra defensa como pueblo y nación.Diga sí a la razón y al clamor de la sociedad civil. Diga sí a la paz y no pida igualdad en las armas, porque la institución del duelo entre pares, como se hacía en el siglo ante pasado, ya no existe.