Garzón engavetó el juicio sobre los aportes electorales, ilícitos, delincuenciales e inmorales, de los bancos Bilbao, Vizcaya, Argentaria, BBVA y Santander Central Hispano, BSCH, al entonces candidato y también presidente de la República, Hugo Chávez. Varios años después se descubrió su relación inmoral con el BBVA y el BSCH y no se descarta que el juez español haya recibido también alguna presión política ejercida desde el gobierno venezolano.
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Por Santiago Alcalá
Por Santiago Alcalá
El Martes de Concilio –o martes anterior al Domingo de Ramos- Baltasar Garzón, volvió, por segunda vez, a ser objeto de una medida de suspensión del cargo de juez titular de la Audiencia Nacional de España.
La sanción la adoptó por unanimidad, la Comisión Permanente del Consejo General del Poder Judicial, a raíz de las acusaciones contra el ahora ex magistrado, por haber ordenado unas escuchas ilegales. Los imputados en un juicio que cursaba ante su tribunal se encontraban detenidos de manera preventiva y el magistrado, desconociendo la garantía de confidencialidad que rige las comunicaciones cliente-abogado, ordenó el emplazamiento de unos micrófonos ambientales para fisgonear, para espiar, para enterarse de la estrategia procesal planificada por los letrados con sus defendidos.
Garzón, el 14 de mayo de 2010 había sido objeto de otra medida similar. Los cargos, en aquella oportunidad respondieron al desacato a los parámetros bajo los cuales deben ser investigados los crímenes contra la Humanidad perpetrados durante la tiranía franquista.
GARZÓN Y VENEZUELA
Hace casi cuatro años, el 24 de junio de 2007, para ser más concretos, este humilde cronista cuestionó de manera comedida, respetuosa pero con argumentos en mano, la visita que hizo Garzón a nuestro.
Desde el 9 de abril de 2002, ante el Juzgado Central número 5º de la mencionada Audiencia Nacional, presidido por el “ilustre” visitante, cursaba una averiguación relacionada con los aportes electorales, ilícitos, delincuenciales e inmorales, de los bancos, Bilbao, Vizcaya, Argentaria, BBVA y Santander Central Hispano, BSCH, al entonces candidato y también presidente de la República, Hugo Chávez.
Pero, bastó y sobró que este humilde columnista hubiese advertido el posible conflicto de intereses entre el visitante y quienes oficiaron como sus anfitriones, para que cierto “señorito” montase en cólera y hasta amenazase con querellarnos (¡Jesús con tú, señorito!).
Sin embargo, ni Garzón era tan impoluto, ni nuestras razones para cuestionarlo estaban tan descaminadas.
Sí, lo sabemos. El evento al cual vino Garzón como conferencista, fue organizado por Fedeindustria. Sin embargo, quienes se presentaron y lo pasearon por Caracas como sus anfitriones personales -o primeros chicharrones de tal cazuela- fueron la dama que posee la mayoría accionaria del “Grupo Polar” y uno de sus yernos y ocurre que la propiedad del Banco Provincial de Venezuela, es compartida, precisamente, por el mencionado “Grupo Polar” y por el Banco Bilbao, Vizcaya Argentaria, BBVA, este último, como lo tenemos escrito, parte investigada por lavado de dinero negro en el tribunal de Garzón.
¿Debe o puede un magistrado partir confite con la socia o socio de uno de sus justiciables? El columnista considera que no.
GARZÓN, UN SINVERGUENZÓN
La tercera acusación que pende contra el ahora ex magistrado –para nosotros la más grave- la propusieron los abogados José Luis Mazón y Antonio Panea. Garzón, se marchó a Estados Unidos a una “fellowship” en la Universidad de Nueva York. Fueron dos años de sabático, derrochando físico, pasándolo muy gordo, a un precio nada estudiantil.
¿Y quién cubrió los 350.000 euros de su nada frugal pasantía? Nada más, ni nadie menos que el Banco Santander. En una primera instancia, Garzón intentó negarlo. Pronto se filtró a la opinión pública, para su desgracia, una típica triangulación con el propósito de encubrir la verdadera identidad del financista. El Santander, le transfirió el dinero al “Centro de Estudios Rey Juan Carlos” y este último, se lo “retransfirió” a la New York University.
Un proceso judicial inicial, contra Garzón lo exoneró. Sin embargo, la filtración de una carta en la que este pretendido justiciero le daba, personalmente, las gracias a Emilio Botin, presidente y mayor accionista del Santander, por el generoso financiamiento, dio lugar a una nueva causa judicial, todavía por resolverse.
Antes y después del pago de semejante bicoca, Garzón conoció dos pleitos tribunalicios en los estaba involucrado el banco propiedad de Botìn. Uno de ellos, a los nueve meses de regresar de Estados Unidos y retomar su función judicial. En ese proceso, lugar de inhibirse por gratitud empeñada, Garzón sentenció a favor del Santander. Pero además –y esto es lo que si que concierne a los venezolanos- Garzón mientras ejerció como magistrado “engavetó” las ya mencionadas averiguaciones contra el BBVA y el BSCH por aportes de dinero sucio a favor de Hugo Chávez, durante la campaña electoral de 2002. Para “enfriar” tales causas, acudió a una martingala procesal: libró carta rogatoria al Banco Central de Venezuela a objeto que se le informara de unas transferencias bancarias. Como era de suponer nuestro coludido Banco Central jamás le respondió, lo cual le sirvió de pretexto para detener el proceso. Garzón, ha debido requerir al Banco Central de Curazao, pues fue allí donde se constituyó la empresa “Concertina, N.V” y donde esta última tenía la cuenta bancaria receptora del dinero sucio, pero ya lo ve, usted.
Franklin Arriechi, Tobìas Carrero y Luis Miquilena
Los lectores se servirán recordar que quien aparece como propietario de “Concertina, N.V.” es Franklin Arriechi, ex magistrado del TSJ y hombre de paja de Tobìas Carrero y Luis Miquilena, este último, jefe de campaña de Chávez en 1998 y del MVR para la Constituyente en 1999.
Total, que ahora que Garzón se ha ido despojando de su pretendida calidad de intocable, surge una buena coyuntura para reactivar el proceso por trasvase de dinero sucio a favor de Hugo Chávez. La justicia española debería descongelar lo que jamás ha debido congelarse. El deber de los venezolanos es exigírselo.
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Semanario LA RAZÓN
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