Mar 19, 2011, 02:54 PM | (Emen).-
El diputado y presidente de la Federación de Entidades Árabes-Venezolanas, Adel El Zabayar concedió una entrevista a prensa de la Asamblea Nacional donde expone su visión sobre lo que ocurre en el Medio Oriente. A juicio del parlamentario "Libia sufre los rigores del levantamiento de un pueblo que se cansó de un líder que se vende a las transnacionales a pesar de su discurso antiimperialista". Asegura que como el resto del mundo árabe, el pueblo libio está cansado de que se pisotee su cultura, religión, nacionalismo y dignidad.
"Las mafias de Europa y EEUU juegan al desgaste y a la destrucción masiva del territorio. Y mientras esto ocurre, se reparten el botín", dice El Zabayar.
Ante la cautela de Venezuela y demás países de Latinoamérica para pronunciarse sobre este caso, el parlamentario considera que en el país pudo haberse desarrollado un trabajo político mucho más avanzado en ese sentido. "Debieron tomarse en cuenta las opiniones de la comunidad árabe en Venezuela. Se pudo haber obtenido suficiente información sobre sus realidades para enriquecer los pronunciamientos y tenerlos a la altura".
Sin embargo, dice que como presidente de la Federación Árabe, que representa al 90% de toda la comunidad en Venezuela (casi un millón y medio), saluda la iniciativa del presidente Chávez de lanzar una propuesta de paz.
A su juicio, Gaddafi no ha reaccionado favorablemente a la propuesta de la Alternativa Bolivariana para las Américas (Alba). Señala que aunque al principio la aplaudió y nunca más la mencionó. El hijo del líder libio, prácticamente, abofeteó al organismo bolivariano cuando dijo que los países de Latinoamérica se encuentran muy lejos de la región, no conocen la realidad y no tienen por qué inmiscuirse en los asuntos internos.
"Fue una respuesta muy grosera ante un líder y un organismo que se pronunció seriamente en aras de garantizar la unión y la integridad del territorio y del pueblo libio. Lo advertimos, sabíamos que eso ocurriría y se evidenció que hay una situación bien delicada en Libia. Hay un gobierno que desconoce totalmente los movimientos sociales existentes", apuntó El Zabayar.
La federación que preside El Zabayar considera que realmente está ocurriendo en Libia es una revolución popular, es el levantamiento del pueblo. Por ese motivo estiman que la propuesta de la Alba tenía que reconocer el levantamiento popular. "Tenían que reconocer automáticamente ambas partes. Los líderes de la revolución Libia no recibieron algún mensaje de parte del organismo. En el ámbito diplomático faltó ese detalle que le hubiese dado fortaleza a la propuesta", asegura.
Señala que Gaddafi, en su desespero por la agonía de su gobierno, primero acusaba a los revolucionarios de ser miembros de Al Qaeda como una forma para impulsar una intervención por parte de la OTAN. "Él mismo propiciaba la intervención militar con esos llamados, pero después los acusó de ser agentes de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA) y de los servicios de seguridad occidentales, que jugaban a derrocar su gobierno". Pero de ser así el diputado considera que Estados Unidos ya hubiese manifestado su apoyo o reconocimiento al Consejo Nacional de Transición (los rebeldes organizados).
El Zabayar dice que hay que reconocer que la revolución Libia logró organizarse rápidamente. El único país que la reconoce como tal es Francia. "Es una actuación astuta. Francia avizora el futuro de Libia y presume en manos de quién va a quedar la nación. Lógicamente, se adelanta para demostrarles a los revolucionarios que pueden contar con los franceses. En esas condiciones, naturalmente Francia podría ser el primer favorecido en futuras concesiones petroleras. Eso es matemático".
En este escenario, el papel de los Estados Unidos y de Europa es jugar al desgaste de ambas partes. Pues según el diputado los americanos saben que con Gaddafi no tienen garantizada una concesión importante en Libia. Pero el problema que tienen es que el movimiento revolucionario tampoco le abriría los espacios a las transnacionales petroleras.
En ese caso, dice que ellos tendrían que trabajar con reglas claras que beneficien suficientemente a ambas partes. Los revolucionarios compartirían las ganancias de manera que le lleguen al pueblo y le garanticen un buen grado de soberanía al país. Ese planteamiento no es atractivo para EEUU, ni para Europa. Con Gaddafi, Europa tenía una plaza abierta, una explotación bien abierta de las riquezas de Libia y con condiciones muy desfavorables para el pueblo.
"Se está jugando al desgaste de ambas partes. Si los europeos o los estadounidenses intervienen, lo harán cuando Libia esté bastante destruida. De manera que obligue a los nuevos encargados del Estado libio a buscar un máximo apoyo. Buscando el sometimiento del pueblo libio a condiciones desfavorables para el pueblo y favorable para ellos", asegura.
Dice que si intervinieran en este momento acelerando la caída de Gaddafi los revolucionarios llegarían fuertes y con infraestructuras. Pero si permiten que se prolongue el conflicto, como lo han hecho hasta los momentos -atacando y retrocediendo recurrentemente-, producirán el desgaste de ambas partes en el campo de batalla. De esa manera, cayendo Gaddafi, Occidente entraría a un país destruido totalmente. Señala que es Gaddafi quien está destruyendo la nación. Sus fuerzas están mayoritariamente conformadas por foráneos de Chad, Nigeria, Kenya y Etiopía, porque los libios no podrían atacar a su propia gente.
El origen del problema
Para El Zabayar el problema en el Medio Oriente es que después de la muerte de Gamal Abdel Nasser, militar, estadista egipcio y principal líder político árabe de su época, se generó una sed de liderazgo en la región, se requería de un héroe que se enfrentara a los planes imperialistas del sionismo internacional. "Así que a esa figura de Gadhafi, independientemente de esos movimientos que se vivieron en el Medio Oriente y de sus discursos antiimperialistas, le faltaba la práctica. Él tenía muchas agallas, pero no llevaba su discurso a la práctica".
En la entrevista dice que tras la desaparición de Musa Sadr, líder libanés fundador del partido Amal, que luego dio paso a movimientos como el Hezbollah, de quien nunca se volvió a saber desde que salía de un hotel en Tripoli custodiado por hombres de Gaddafi. En 2008 el Líbano acusó formalmente a Gaddafi de esa desaparición. Hay otros elementos que se presentaron, y es allí que las sospechas se acentuaron. Entre 1995 y 1996 el coronel expulsó del territorio libio a más de 30 mil palestinos. Esa decisión llamó la atención y, precisamente, determinó una serie de elementos que apuntarían que su gobierno, a raíz de la caída del bloque soviético, buscaba un acercamiento con occidente para asegurar su trono.
El asambleísta señala que Gaddafi daba concesiones con muy buenas garantías. "Los países europeos se beneficiaban con más del 80 % del petróleo, y ellos le garantizaban un silencio total por las acusaciones que pesaban sobre su gobierno desde los años 70 y 80". Dice que esto se concreta cuando por sorpresa en los 90 Gaddafi fue retirado de la lista de países terroristas.
Además de eso, asegura que no faltaron los reconocimientos y las prebendas, "a Gaddafi le llovían las invitaciones a conferencias y encuentros internacionales. Se convirtió en una figura invitada permanentemente por el bloque capitalista mundial, por el imperio, y hasta se encontraba y reunía con personeros de la Casa Blanca como la ex secretaria de Estado Condolezza Rice y el presidente Barack Obama".
Era una situación totalmente diferente a la que se había concebido cuando Gaddafi derrocó al rey Idris I de Libia. No conformes, los estadounidenses le exigían más y más porque para ellos era muy incómodo que el 80 por ciento del petróleo libio le llegaba a Europa (Italia con 34%, Francia, Reino Unido, Alemania, etc.) y sólo 5% a ellos. El resto le se le vendía a Asia y a otros países del África. "Estamos hablando de países que, además de pesados en la Organización de Naciones Unidas (ONU), forman parte de la estructura de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Ante la cautela de Venezuela y demás países de Latinoamérica para pronunciarse sobre este caso, el parlamentario considera que en el país pudo haberse desarrollado un trabajo político mucho más avanzado en ese sentido. "Debieron tomarse en cuenta las opiniones de la comunidad árabe en Venezuela. Se pudo haber obtenido suficiente información sobre sus realidades para enriquecer los pronunciamientos y tenerlos a la altura".
Sin embargo, dice que como presidente de la Federación Árabe, que representa al 90% de toda la comunidad en Venezuela (casi un millón y medio), saluda la iniciativa del presidente Chávez de lanzar una propuesta de paz.
A su juicio, Gaddafi no ha reaccionado favorablemente a la propuesta de la Alternativa Bolivariana para las Américas (Alba). Señala que aunque al principio la aplaudió y nunca más la mencionó. El hijo del líder libio, prácticamente, abofeteó al organismo bolivariano cuando dijo que los países de Latinoamérica se encuentran muy lejos de la región, no conocen la realidad y no tienen por qué inmiscuirse en los asuntos internos.
"Fue una respuesta muy grosera ante un líder y un organismo que se pronunció seriamente en aras de garantizar la unión y la integridad del territorio y del pueblo libio. Lo advertimos, sabíamos que eso ocurriría y se evidenció que hay una situación bien delicada en Libia. Hay un gobierno que desconoce totalmente los movimientos sociales existentes", apuntó El Zabayar.
La federación que preside El Zabayar considera que realmente está ocurriendo en Libia es una revolución popular, es el levantamiento del pueblo. Por ese motivo estiman que la propuesta de la Alba tenía que reconocer el levantamiento popular. "Tenían que reconocer automáticamente ambas partes. Los líderes de la revolución Libia no recibieron algún mensaje de parte del organismo. En el ámbito diplomático faltó ese detalle que le hubiese dado fortaleza a la propuesta", asegura.
Señala que Gaddafi, en su desespero por la agonía de su gobierno, primero acusaba a los revolucionarios de ser miembros de Al Qaeda como una forma para impulsar una intervención por parte de la OTAN. "Él mismo propiciaba la intervención militar con esos llamados, pero después los acusó de ser agentes de la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA) y de los servicios de seguridad occidentales, que jugaban a derrocar su gobierno". Pero de ser así el diputado considera que Estados Unidos ya hubiese manifestado su apoyo o reconocimiento al Consejo Nacional de Transición (los rebeldes organizados).
El Zabayar dice que hay que reconocer que la revolución Libia logró organizarse rápidamente. El único país que la reconoce como tal es Francia. "Es una actuación astuta. Francia avizora el futuro de Libia y presume en manos de quién va a quedar la nación. Lógicamente, se adelanta para demostrarles a los revolucionarios que pueden contar con los franceses. En esas condiciones, naturalmente Francia podría ser el primer favorecido en futuras concesiones petroleras. Eso es matemático".
En este escenario, el papel de los Estados Unidos y de Europa es jugar al desgaste de ambas partes. Pues según el diputado los americanos saben que con Gaddafi no tienen garantizada una concesión importante en Libia. Pero el problema que tienen es que el movimiento revolucionario tampoco le abriría los espacios a las transnacionales petroleras.
En ese caso, dice que ellos tendrían que trabajar con reglas claras que beneficien suficientemente a ambas partes. Los revolucionarios compartirían las ganancias de manera que le lleguen al pueblo y le garanticen un buen grado de soberanía al país. Ese planteamiento no es atractivo para EEUU, ni para Europa. Con Gaddafi, Europa tenía una plaza abierta, una explotación bien abierta de las riquezas de Libia y con condiciones muy desfavorables para el pueblo.
"Se está jugando al desgaste de ambas partes. Si los europeos o los estadounidenses intervienen, lo harán cuando Libia esté bastante destruida. De manera que obligue a los nuevos encargados del Estado libio a buscar un máximo apoyo. Buscando el sometimiento del pueblo libio a condiciones desfavorables para el pueblo y favorable para ellos", asegura.
Dice que si intervinieran en este momento acelerando la caída de Gaddafi los revolucionarios llegarían fuertes y con infraestructuras. Pero si permiten que se prolongue el conflicto, como lo han hecho hasta los momentos -atacando y retrocediendo recurrentemente-, producirán el desgaste de ambas partes en el campo de batalla. De esa manera, cayendo Gaddafi, Occidente entraría a un país destruido totalmente. Señala que es Gaddafi quien está destruyendo la nación. Sus fuerzas están mayoritariamente conformadas por foráneos de Chad, Nigeria, Kenya y Etiopía, porque los libios no podrían atacar a su propia gente.
El origen del problema
Para El Zabayar el problema en el Medio Oriente es que después de la muerte de Gamal Abdel Nasser, militar, estadista egipcio y principal líder político árabe de su época, se generó una sed de liderazgo en la región, se requería de un héroe que se enfrentara a los planes imperialistas del sionismo internacional. "Así que a esa figura de Gadhafi, independientemente de esos movimientos que se vivieron en el Medio Oriente y de sus discursos antiimperialistas, le faltaba la práctica. Él tenía muchas agallas, pero no llevaba su discurso a la práctica".
En la entrevista dice que tras la desaparición de Musa Sadr, líder libanés fundador del partido Amal, que luego dio paso a movimientos como el Hezbollah, de quien nunca se volvió a saber desde que salía de un hotel en Tripoli custodiado por hombres de Gaddafi. En 2008 el Líbano acusó formalmente a Gaddafi de esa desaparición. Hay otros elementos que se presentaron, y es allí que las sospechas se acentuaron. Entre 1995 y 1996 el coronel expulsó del territorio libio a más de 30 mil palestinos. Esa decisión llamó la atención y, precisamente, determinó una serie de elementos que apuntarían que su gobierno, a raíz de la caída del bloque soviético, buscaba un acercamiento con occidente para asegurar su trono.
El asambleísta señala que Gaddafi daba concesiones con muy buenas garantías. "Los países europeos se beneficiaban con más del 80 % del petróleo, y ellos le garantizaban un silencio total por las acusaciones que pesaban sobre su gobierno desde los años 70 y 80". Dice que esto se concreta cuando por sorpresa en los 90 Gaddafi fue retirado de la lista de países terroristas.
Además de eso, asegura que no faltaron los reconocimientos y las prebendas, "a Gaddafi le llovían las invitaciones a conferencias y encuentros internacionales. Se convirtió en una figura invitada permanentemente por el bloque capitalista mundial, por el imperio, y hasta se encontraba y reunía con personeros de la Casa Blanca como la ex secretaria de Estado Condolezza Rice y el presidente Barack Obama".
Era una situación totalmente diferente a la que se había concebido cuando Gaddafi derrocó al rey Idris I de Libia. No conformes, los estadounidenses le exigían más y más porque para ellos era muy incómodo que el 80 por ciento del petróleo libio le llegaba a Europa (Italia con 34%, Francia, Reino Unido, Alemania, etc.) y sólo 5% a ellos. El resto le se le vendía a Asia y a otros países del África. "Estamos hablando de países que, además de pesados en la Organización de Naciones Unidas (ONU), forman parte de la estructura de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Ellos se convirtieron en aliados de Gaddafi. Eso no fue gratis. Fue producto de las concesiones que desmejoraron la vida de los libios y mejoraron las condiciones de Europa".
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