El Antiguo Testamento -aparte de reflejar la Palabra- es un libro de historia, que constantemente exige un cambio de actitud en los hombres.
Los distintos profetas advierten al pueblo de Israel -una y otra vez- que si no abandonan su apego a los falsos dioses, sufrirán severos castigos. Los “falsos dioses” son aquellas actitudes que degradan la condición divina del hombre, alejándolo del verdadero amor. Y no es Dios quien castiga, sino el hombre mismo, que se causa daño cuando opta por el mal camino.
Las obras clásicas -como por ejemplo, el teatro de Schiller, Shakespeare y Cervantes- hacen hincapié en el mismo concepto; frente a dos actitudes reiterativas del ser humano, hay dos posibles desenlaces: el triunfo épico -como los que obtienen Guillermo Tell y Enrique V- o la derrota trágica -como las que sufren Hamlet y Otelo.
La Venezuela de hoy se encuentra en un punto crítico de su historia. Creo firmemente que el desenlace será triunfante, pero eso requiere de un cambio de actitud; requiere que los venezolanos den un paso al frente.
La bonanza petrolera trajo grandes beneficios, entre otros, el desarrollo económico y la conformación de una amplia clase media profesional; pero también generó efectos nocivos, entre ellos, la generalización del consumismo y el apego a lo material.
Acostumbro a decir que los hondureños pudieron derrotar a tiempo el Socialismo del Siglo XXI porque todavía conservan los mismos valores y principios que existían en la Venezuela rural de mi padre, quien era oriundo de Valera, estado Trujillo.
Aunque se trata de una ciudad moderna, viajar a Tegucigalpa fue como retroceder en el tiempo hasta la niñez, cuando acompañaba a mi padre en sus viajes por el territorio nacional, y éramos recibidos con un trato sencillo y hospitalario.
Por lo general, una dictadura es manejada por un pequeño grupo de “vivos”, sin respaldo popular, que se mantiene en el poder infundiendo el terror. Persiguen o encarcelan a algunos disidentes, para que el resto de los ciudadanos tenga miedo de luchar por sus derechos.
El miedo surte mayor efecto cuando, por algún motivo, la sociedad se encuentra debilitada por el deterioro de sus valores. El materialismo y el relativismo impiden que la gente recuerde cuál es el verdadero sentido de la vida y la importancia de guiarse conforme a un fin trascendente.
Pero, aún así, es evidente la presencia de un emocionante despertar en los venezolanos. Prueba de ello son los 20.000 empleados de PDVSA, que prefirieron perder sus empleos antes que arrodillarse; los dueños y empleados de RCTV y de Globovisión, que se negaron a negociar sus principios; los miles de jóvenes que arriesgan su integridad cuando salen a protestar en las calles; o los prisioneros políticos que no negocian, no ceden, no se quejan, y no se rinden; entre muchos otros testimonios que reflejan el potencial de resistencia que tienen los venezolanos.
Sin embargo, para asegurar la democracia y recuperar las libertades, hace falta que muchos más compatriotas de un paso al frente, siguiendo el testimonio de los héroes arriba mencionados. Ésa es la forma de romper la estrategia del miedo.
Un ejemplo reciente de desafío a la tiranía fue dado por el diario El Nacional, cuando público la célebre foto que demuestra el avance de la inseguridad en nuestro país. Al ser amenazado por el régimen, otros diarios cerraron filas, publicando la misma foto en sus portadas. Fue una forma de decir: “Si te metes con uno de nosotros, te enfrentarás a todos”.
Esta actitud valiente y solidaria se asemeja a aquella sostenida por los estudiantes universitarios en febrero de 1928. Los jóvenes Rómulo Betancourt, Jóvito Villalba y Pío Tamayo, entre otros, desafiaron a la dictadura del general Juan Vicente Gómez, aprovechando la semana del estudiante, para criticar las características totalitarias del régimen. Cuando fueron hechos presos en el Castillo de Puerto Cabello, se presentaron 200 estudiantes más, frente al “cuartelito” de Caracas, y pidieron ser igualmente encarcelados. Aunque en efecto fueron detenidos, Gómez ordenó poco después que los soltaran a todos. No le convenía tener a tantos presos políticos a la vez. Así se estrenó la llamada “Generación del 28″.
Frente al tirano, el peor consejero es el miedo, porque sólo favorece la permanencia de régimen en el poder; en cambio, los desafíos pacíficos y generalizados, como los casos arriba mencionados, surten efectos devastadores en los gobiernos totalitarios.
Presiento que se acerca la hora en que la sociedad venezolana recurrirá a lo mejor de sí, a los episodios más inspiradores de su historia, a sus derechos inalienables, y actuará como un sólo hombre para defender el futuro de sus hijos. Y cuando eso ocurra, no habrá poder humano capaz de detener la recuperación de la democracia y de las libertades.
Desde mi “hermana cárcel” quiero enviar a mis compatriotas un mensaje de optimismo: ¡El fin de la tiranía está cerca! ¡No tengan miedo! ¡Ánimo, tengan esperanza!
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