Pocas horas antes de que estallara el escándalo con Venezuela, el presidente Uribe accedió a hablar con EL TIEMPO de Bogota. Más que balances duros de gestión, tocó temas de su vida personal y sus anécdotas. Por su importancia desde el punto de vista histórico la publicamos a continuación.
Son las 7 de la mañana. El presidente Álvaro Uribe tiene afán. Dentro de una hora debe volar a Medellín. En tono amable le recomienda a su secretaria que le empaque una camiseta adicional en su bolsa de viaje. Saluda con cordialidad. Lee el titular de EL TIEMPO de ese día y sonríe. "A ver, muchachos, empiecen", dice al grupo de editores que lo aborda. Se frota las manos y aprovecha para expresar su primera preocupación: ya no tiene callos en las manos.
El diálogo fluye. El Presidente luce especialmente relajado. Más que de cifras duras de gestión, responde preguntas de su vida personal, su estilo, sus momentos difíciles, sus alegrías, su familia y, por su puesto, de lo que será su futuro a partir del 7 de agosto, es decir, en diez días.
Por primera vez relata los momentos que lo hicieron llorar, a él, un hombre al que el país conoció como 'duro'. Hora y media después, recuerda el vuelo a Medellín y suelta una 'chiva': apoyo incondicional a Francisco Santos para la Alcaldía de Bogotá.
¿Cuál es el momento de todo su mandato que más lo enorgullece?
Esta tarea por Colombia es de mucha responsabilidad, llena de dificultades, y hay que adelantarla con mucho amor. Cuando las cosas se hacen con amor, en este caso, con amor a la patria, tiene que haber una actitud feliz permanentemente. De lo contrario, nada funciona. Hay momentos específicos de felicidad: cuando se rescata secuestrados, cuando la tarea sale bien. Pero, hay que tener una actitud constante de amor a Colombia. Eso da una actitud constante de energía positiva y, por supuesto, de alegría.
Acabamos de ver una fotografía suya llorando. ¿Eso ocurrió muchas veces en estos ocho años?
Pues que me hubieran capturado las cámaras, una o dos veces.
¿Una de esas cuál fue?
Inaguantables, incontrolables. ¡Ay! Les tengo que confesar que me volvía incontrolable en algunos momentos. Por ejemplo, cuando murió el ministro Juan Luis Londoño. Cuando regresé del Club El Nogal (la noche del atentado de las Farc que dejó casi 40 muertos, febrero de 2003) al amanecer de ese día, entrando aquí. Tengo que confesarles: lloré mucho, tenía dolor y rabia cuando la noticia del asesinato de los diputados vallecaucanos. Dolor por su asesinato y rabia por la mentira de los terroristas. Yo estaba seguro de lo que comprobé horas después: que era falso que había habido un enfrentamiento con el Ejército. Nosotros habíamos procedido cuidadosamente.
¿Y qué tal el día que tuvo que dar la cara por el asesinato de Gilberto Echeverri y de Guillermo Gaviria a manos de las Farc?
¡Muy duro! Me dio muy duro por muchas razones. Gilberto Echeverri era de aquellas personas a las que yo quería mucho y tenía por él una especie de sentimiento paternal. Lo veía como a un papá. Era mi amigo, amigo de mi familia, consejero, discutíamos con todo el cariño. Y Guillermo Gaviria, hijo de una familia a la que quiero mucho en Antioquia, un gran patriota, una esperanza de la juventud; y los oficiales de las Fuerzas Armadas que estaban con ellos. Iba en el avión, de Cali a Medellín.
La noticia la supimos en Cali, en los Farallones. Subí al avión, tenía unas lágrimas y me las sequé en el baño. Me senté frente a los comandantes y a la ministra (de Defensa) Martha Lucía Ramírez. Cerré los ojos y alguien decía: ¿Qué vamos a decir? Ahí abrí los ojos y dije: ¡Solamente la verdad! Llegué a Medellín, luego a Urrao a eso de las 7 de la noche. Fui al hospital donde estaban los dos heridos rescatados. Cuando les vi esa leishmaniasis lloré de tristeza y de rabia. El encuentro con las familias, con la comunidad también me hizo derramar lágrimas que mantendré hasta el último día de mi vida. Fueron episodios muy tristes.
Pero también vivió momentos de felicidad. ¿Cómo fueron, por ejemplo, los momentos de la operación Jaque o Fénix?
Ninguna operación nuestra fue improvisada. Por todas luchamos durante mucho tiempo. Cuando se dio de baja a 'Raúl Reyes', era el sexto intento. Desde la hora cero del Gobierno, nuestra obsesión fue el rescate de los secuestrados. Siempre tuve paciencia con lo que algunos familiares decían sobre el Gobierno, sobre mi persona. Traté de ser muy prudente con ellos porque les comprendía el dolor. Me ponía en la situación de ciudadano, de par, y les comprendía el dolor, pero me daba tranquilidad el hecho de que en ningún momento de nuestra parte había negligencia. Estábamos comprometidos con su rescate. Antes del rescate de la doctora Íngrid Betancur, los tres estadounidenses y nuestros compatriotas, hablé muchas veces aquí en esta oficina con el general Padilla y con el ministro Juan Manuel Santos. Estuve hablando todo el tiempo con ellos. Estaba todo definido.
El día del operativo, conociendo todos los detalles, me fui a cumplir el deber a Puerto Wilches, porque había una inundación y pasé muy angustiado porque durante la mañana no estaba entrando la señal de celular. Abordamos un helicóptero y a mi lado estaban: el gobernador Horacio Serpa y Andrés Uriel Gallego, ministro de Transporte; atrás, la doctora Alicia Arango. Y les dije: "Estoy preocupado por este celular, porque estoy pendiente de una cosita". Y cuando ya estábamos en las aproximaciones de Barrancabermeja entró la señal y me confirmaron. Le dije al doctor Horacio Serpa: Gobernador, ¡bendito sea mi Dios!, se acaba de rescatar a Ingrid, a los tres norteamericanos y a los compañeros que estaban con ellos.
Aterrizamos en Barranca y todo el mundo estaba muy contento. Nos vinimos conversando sobre el tema en el avión a Bogotá y me encontré con el ministro Santos y los altos mandos. Y me dijeron: "Vamos a recibirlos". Les voy a hacer una confesión. Le dije al ministro Santos: "Recíbala usted, ministro". Y a los altos mandos les reiteré: "Ustedes han hecho gran esfuerzo. Recíbanla, que eso lo necesitamos para el futuro".
Y le salió...
Yo no sé. (Risas).
¿Cómo se imagina el primer día cuando ya no sea Presidente?
Tengo previsto ir a la iglesia a visitar nuevamente la cripta donde están las cenizas de mis padres. Hay que tener siempre el espíritu preparado para todo, alegre y tranquilamente, con buena disposición. Tengo que organizar la mente para darle ahora más tiempo al estudio, tengo que organizar la mente para atender unas cositas personales, que han pasado bastante desatendidas estos años.
¿Como cuáles?
Tengo que volver a trabajar en la finca y estoy preocupado porque tengo las manos sin callos.
¿Le preocupa mucho eso?
Sí, claro, porque tengo que volver a trabajar en la finca.
¿Va a amansar potros?
Claro, tengo unos potros y unas potrancas que los tengo que dejar bien entre agosto y diciembre.
¿Hasta diciembre?
En diciembre ya tienen que estar sueltos.
¿Qué va a decirles a sus padres cuando esté en frente de la cripta?
Agradecerles. Que intercedan ante nuestro Señor y la Virgen por Colombia y que nos cuiden.
¿Usted será un ex presidente deliberante?
Yo he sido toda la vida deliberante. Creo mucho en la construcción a partir de la deliberación. Fui muy respetuoso con los presidentes de Colombia cuando era concejal, senador, gobernador y muy respetuoso con quienes me sucedieron en la Gobernación de Antioquia. Espero ser muy respetuoso con quienes me sucedan en la Presidencia.
¿Se va a quedar de ex presidente, prefiere concentrarse, buscará otro cargo público o quiere ser abuelo?
(Risas) Primero, quiero ser abuelo para que los nietos me encuentren con algo de energía. Imagínese que me encuentren sin energía y que les digan: ¡Vea, su abuelo fue un hombre muy enérgico! No van a creer. Quiero ser candidato a luchar hasta el último día de mi vida por el bienestar de Colombia y le pido a Dios que me ayude a no fallarle como ex presidente.
¿Cómo imagina que lo recordarán las nuevas generaciones?
He procurado para las nuevas generaciones, a lo largo de estos años, dos mensajes: uno de infinito amor por Colombia y otro de infinita preocupación para que esas nuevas generaciones puedan vivir felices en Colombia, para que no se tengan que ir del país expulsadas por la violencia o la falta de oportunidades. Para que, en el evento en que quieran salir de Colombia, lo hagan por su bienestar, por una oportunidad de preparación académica, por otra oportunidad, pero no expulsados de la patria.
Desde hace muchos años usted sabe en qué lugar de Venezuela están algunos cabecillas de las Farc. ¿No se va con nostalgia de no haberlos capturado?
Yo no entiendo por qué, existiendo tanta claridad en las normas del derecho internacional, estos terroristas no han sido capturados. Yo sí me voy con la tristeza de que estos terroristas sigan con la capacidad de hacer daño y desde el extranjero. Por ejemplo, este operativo reciente de nuestra Armada y de nuestra Fuerza Aérea contra esa columna que venía a la retoma de los montes de María lo deja a uno con mucha preocupación.
Ellos hicieron una gran inteligencia y un gran operativo, ¡qué tal que no! Es que la región de los montes de María es muy sensible para el país entero y eso ha tenido una gran influencia en el Caribe colombiano, porque es un lugar estratégico. Prácticamente los montes de María empiezan en Cartagena. Imaginen ustedes el daño para la recuperación del país en turismo, en inversión, en tranquilidad. Para todo ese campesinado de los montes de María tan maltratado.
¿Debe Colombia renunciar a atacar esos líderes guerrilleros en otro país?
La prioridad siempre tiene que ser que se apliquen las normas del derecho internacional. Un bombardeo como el realizado contra 'Reyes' es un acto de un 'Estado de necesidad' para defender al pueblo colombiano, pero no es lo aconsejable, porque se da una mala interpretación. Cuando uno lo que quiere es proteger al pueblo colombiano contra un terrorista, se da la mala interpretación de que está maltratando al territorio del hermano país. Y yo repito: nuestro interés, nuestra intención nunca fue maltratar al hermano pueblo ecuatoriano. Por eso yo pedí perdón y de corazón lo reitero: nuestro único interés fue defender al pueblo colombiano ante un 'Estado de necesidad' que nos creaba un terrorista.
¿No le gustó esa invitación al presidente venezolano para que venga a la posesión?
Hombre, esos son temas de ustedes, queridos amigos. Sigan con los temas míos y de Gobierno.
Cuando usted pone en una mano lo que le dejó como éxito político interno el ataque a 'Reyes' y en otra, el déficit en política exterior que eso le generó, ¿qué prefiere?
No, queridos amigos, yo nunca hago esos cálculos. Cuando uno está trabajando por el bien de la patria, sólo piensa en el interés superior de sus compatriotas y no en esos cálculos. En este caso, como en otros, yo habría podido salvar las dificultades diplomáticas pidiendo renuncias, pero ¿en qué habría quedado la voluntad de las Fuerzas Armadas de seguir avanzando en la lucha contra el terrorismo si el Presidente de la República no asume responsabilidades y las trata como fusibles que se queman y se retiran para evitar dificultades diplomáticas o políticas?
¿Cuál es el municipio que usted recuerda con más cariño?, ¿alguna frase le quedó grabada en la memoria?
Para mí la posibilidad de haber dialogado estos años con mis compatriotas ha sido un cielo en la tierra. Muy grato. He sentido un amor por todas las regiones de Colombia, inmenso amor. Me pasa algo con Colombia: la única tristeza que me da cuando llego a un sitio es tener que salir de ahí. Este país es muy bello, la verdad es que, se lo he dicho a los ministros y a los compañeros de comitiva, ¡qué tristeza no podernos quedar a dormir aquí! Esta patria es muy bella, muy afectuosa.
¿Cosas que me hayan dicho por ahí los compatriotas? Hace poco fui a visitar a una amiga a una clínica de Medellín y entró una señora compañera de una tía mía, una tía mía bastante mayor. La señora, alta ella, elegante, me dijo: ¡Álvaro Uribe, yo soy compañera de tu tía en tal parte! Y dije: pero tú estás muy joven y muy bonita. Y dijo: ¡Mijo, es que tú sigues siendo muy galante! De pronto unas paisanas se me arriman y me dicen: ¡Ay, Álvaro Uribe!, cómo estás de gordo, mira como estás de flaco, la otra me dice: ¡Te acabaste, mira ese pelo blanco! (Risas) Me lo dicen en la calle, muy espontáneamente.
¿Cuál es la cifra más importante que les deja a los colombianos?
A mí no me preocupan las cifras buenas: me angustian las cifras malas
¿Cuáles, Presidente?
Por ejemplo, la circunstancia de que nosotros todavía tengamos más de 15 mil asesinatos. Yo quise haber llegado a un desempleo no superior al 8% y para allá íbamos, pero sobrevinieron dos crisis: la de la economía internacional y la crisis particular con la hermana república de Venezuela. Y cuando ese desempleo venía para abajo, ¡había bajado al 10,7%! Nosotros teníamos mucha esperanza de que ya iba a llegar al 8%. Ya habíamos tenido un mes del 9%. Y se nos volvió a subir.
Pudimos evitar una catástrofe, porque iba nuevamente para el 16%. Lo logramos parar en el 12%, y yo creo, por lo que veo en la economía, que en año y medio el país puede tener una cifra de desempleo muy distinta.
¿Qué otras cosas habría emprendido si hubiera tenido más tiempo para gobernar?
En este discurso que escribí para la instalación del Congreso me puse a hacer un recuento de muchas cosas pendientes, porque el país no está en el paraíso. Este Gobierno lo que deja, diría yo, son unas semillas positivas, pero en el país no corren ríos de leche y miel, deja tres huevitos, a lo que yo me he referido amablemente, y por supuesto hay muchas cosas pendientes.
¿Va a dormir más tiempo?
El tema en mi metabolismo no es de dormir más horas, sino de poderme acostar más temprano. Cuando yo estoy en la finca el primer día me acuesto muy temprano.
¿A qué hora?
El primer día me acuesto a las 9 de la noche y me levanto a las 6 de la mañana, cansado. Pero ya el tercer día me estoy acostando a las 8 de la noche y me estoy levantando a las 4 de la mañana, con la cabeza totalmente fresca.
¿Alguna noche de estos ocho años se desveló pensando en alguna cosa grave?
Claro que tuve muchos desvelos. Muchísimos. Al principio llamaba a muchos de los compañeros de Gobierno con pena.
¿A las 2 de la madrugada?
Sí, después el Blackberry me evitó las llamadas y les ponía un mensajito.
¿Alguna vez se le fue la mano regañando a un ministro o a algún funcionario?
Yo lo reconsidero permanentemente porque siento por ellos mucho afecto. Esas disparadas las recojo con afecto permanente.
¿Cuál escándalo es el que más lo ha indispuesto?
No, a todos se les ha dado la cara, se han enfrentado. La verdad es que las horas amargas, de pronto, por injusticias, frente a ellas yo tengo lo siguiente: hay que hacer la defensa del Gobierno, de la buena fe, de la transparencia, hay que procurar toda la objetividad, pero no llevar en el equipaje amarguras. El equipaje que yo me quiero llevar el 7 de agosto es un equipaje de afecto y de gratitud por todos los colombianos.
¿Quién es su asesor en tecnología: sus hijos?
Eso uno aprende... Ahora, Jerónimo está advertido de que tiene que actualizarme en Excel. Tiene que actualizarme en unas situaciones financieras, en unas simulaciones, las primeras semanas, a partir del 7 de agosto.
¿Y Twitter y todo eso?
Me tengo que poner más barberito.
¿Qué consejos les dejaría a los próximos presidentes de Colombia?
No, simplemente, goticas de amor por Colombia. Cuando se toman goticas de amor por Colombia, se supera el cansancio, se elimina la noción de dominicales, de lunes festivos, de vacaciones, se trabaja alegremente por la patria en todos los momentos. Ahora: nosotros hemos trabajado un esquema que ustedes conocen, que yo llamo el triángulo de la confianza. El tema de la seguridad, de la promoción de la inversión, de la política social; y debajo de ese triángulo de confianza, seis elementos fundamentales para el desarrollo: construir empleo de buena calidad, superar pobreza (que yo creo que son válidos para la patria).
Ahí viene el tercer punto: acceso a mercados. Y cuando uno va a los mercados surge una pregunta: ¿hay manera de ser competitivo? Y para ser competitivo se requiere la innovación productiva. Ahí está el cuarto elemento: ¿cómo se logra una innovación productiva? Se sustenta solamente en una revolución educativa permanente, que encabeza la política social. Ahí está el quinto elemento. Y una situación específica que Colombia tiene que superar: el desatraso. Tiene que realizar el desatraso en infraestructura.
¿Por qué no nos cuenta, de verdad, a qué se va a dedicar?
En cualquier circunstancia lo que le pido a Dios que me avive hasta el último día de mi existencia es querer a Colombia y que en cualquier actividad que yo desempeñe tenga en mente que le sea útil a Colombia.
¿Pero descarta lo público, Presidente?
Cualquier cosa que pueda hacer, que le sea útil a Colombia. Me preocupa que hayan venido a las 7 de la mañana, porque a esta hora no tengo la mente preparada.
¿Por qué decidió volverse un campeón en una cosa que nos incomoda a los periodistas: no responder preguntas?
No, lo que pasa es que les tengo pánico. Eso de venirse a las 7 de la mañana, cuando yo todavía tengo la mente confusa... es muy difícil defenderme de ustedes.
¿Cuál cree usted que es la crítica más injusta en estos 8 años?
Muchachos, eso lo analizan ustedes. Lo que sí quiero hacer muy sentidamente es enviar un saludo lleno de respeto a todos los lectores de EL TIEMPO, a todas las personas que trabajan con ustedes, a los trabajadores, a los periodistas, a los columnistas y a los directivos.
¿Inclusive a los que lo incomodaron?
Pues hombre, lo que pasa es que, como yo soy mal lector, uno ni sabe. La crítica constructiva hace parte de la deliberación constructiva. Yo creo mucho en la deliberación constructiva. Esa es muy importante y esa no tiene por qué enturbiar el afecto, esa no tiene por qué maltratar la fraternidad. La crítica constructiva, al contrario, es una expresión de honradez, de ánimo y de colaboración, que fertiliza la fraternidad.
Pero también se le salía a veces el mal genio, Presidente.
No creo...
¿Va a ser alcalde de Bogotá?, ¿estará en el gabinete del presidente Santos?
Voy a ser cooperante.
¿Con celular?
Les voy a decir dos cosas importantes. Hay un estudio de la Universidad de los Andes que me trajo el doctor Santiago Montenegro, que muestra cómo la ampliación de la cobertura del celular en Colombia ha ayudado mucho a la seguridad. Porque eso nos ha ayudado a tener la información a tiempo. Segundo, este ha sido el Gobierno de la seguridad, pero no del armamentismo. Al contrario, hemos trabajado en el desarme de las ciudades colombianas. Qué importante eso. Entonces, para significar eso, yo digo: voy a pedirle al presidente Santos permiso para ser cooperante, pero solamente portando un celular. Trabajar con la Fuerza Pública y ayudarle al mismo tiempo a desarmar la comunidad.
¿Está planteando el celular como nueva arma para la seguridad?
Es que ayuda muchísimo. En las ciudades donde está bien organizada esa telefonía, el 123 u otros teléfonos para llamar a la Fuerza Pública, eso ayuda muchísimo. Y si cada ciudadano se compromete con un equipo de comunicación a ayudarle a la fuerza pública, y en la Fuerza Pública hay diligencia para responder, las cosas pueden mejorar mucho.
¿Qué está haciendo usted por el celular: consiguiendo información, leyendo?
Tengo Twitter, por ahora me ayudan César Mauricio, Ruby...
¿Tiene Faceboock?
No, no tengo Faceboock... ¿O sí?
¿Y qué más está haciendo?, ¿envía muchos mensajes?
Sí, claro, mucho mensaje a los compañeros de Gobierno. Van y vienen. Yo creo que contesto no menos de 150 mensajes en el día.
¿Personalmente?
Sí. Me propuse contestar yo mismo. No he podido manejar el correo electrónico. Manejo el mensaje de texto y el chat. Y me propuse también contestar todas las llamadas telefónicas que entran al conmutador de la Presidencia para mí. En estos días tengo que sacar un tiempo, porque yo creo que tengo un atraso en 80 llamadas y quiero decir el 8 de agosto: hasta ayer, que fui presidente, procuré responder casi todas las llamadas que al conmutador de la Presidencia hicieron mis compatriotas. Hoy, tengo un atraso, pero en estos diítas me pongo al día.
Se ha comenzado a hablar de una candidatura del vicepresidente Santos a la Alcaldía de Bogotá. ¿Cómo ve esa posibilidad?
Es una gran opción para la alcaldía de Bogotá y para lo que sea. Por su inteligencia, su espontaneidad, su patriotismo, su energía. Porque es leal, afectuoso, quiere a la ciudadanía.
¿Y usted lo acompañaría?
En lo que sea. Porque salgo de aquí con inmensa gratitud y con inmenso afecto por el Vicepresidente.
¿Y Andrés Felipe Arias para Antioquia?
De lujo para lo que lo pongan. Ojalá esos liderazgos el país no los despilfarre.
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