(Antonio Sánchez García Especial desde Santiago de Chile).-
Todo hacía presagiar este cambio, en una sociedad que asombra y desconcierta por su estabilidad social, su prosperidad, su orden, su progreso.
A las seis de la tarde de hoy y con poco más del sesenta por ciento de los votos escrutados, los pronósticos se convierten en certeza: Sebastian Piñera supera oficialmente a Eduardo Frei por un 1,8% de los sufragios. El gobierno acaba de indicar a esta hora, las 6 y 25 de la tarde del domingo 17 de enero, que esta tendencia es irreversible. Piñera ha sido elegido presidente de la República de Chile.
Si la diferencia de los votos escrutados en varones le da a Piñera una leve ventaja, la de mujeres es definitoria. Una vez más, la mujer chilena decide el curso de la definición política del país. De creer a la imagen transmitida por el candidato de la Alianza, comenzó a sonar la hora del cambio. Tras veinte años de gobierno concertacionista. Un cambio que sacude a la sociedad chilena, pero que aún no puede ser metabolizado por una incrédula ciudadanía. Los chilenos se habían acostumbrado a ser gobernados por socialistas y democristianos. Tendrán que aprender a seguir las tendencias de un sólido cambio de giro.
Todo hacía presagiar este cambio, en una sociedad que asombra y desconcierta por su estabilidad social, su prosperidad, su orden, su progreso. Basta un dato: en cinco minutos, que transcurren en una amplia sala aireada y espaciosa situado a cincuenta metros de un palacio presidencial que permanece abierto a quien quiera visitarlo - el emblemático Palacio de La Moneda, escenario de la tragedia del 11 de septiembre de 1973 - se obtiene una cédula de identidad o un pasaporte digitalizado. A un precio de 10 dólares. Una atenta señora que pregunta al interesado si le satisface la foto que acaba de hacerle pregunta si se desea la foto con anteojos o sin ellos. Y recomienda se repita la firma, para hacerla más legible. Para quien ha sufrido los horrores de trámite semejante en Caracas, digno de Ripley.
El proceso electoral ha transcurrido en el mayor concierto. Los chilenos, no tan madrugadores como los venezolanos, se acercaron a los centros de votación no antes de las 10 de la mañana. Innecesario el apuro de un trámite que se cumple con la proverbial eficiencia sureña. Otros cinco minutos de trámites, sin colas ni contratiempos. Y ya a las cinco y dos minutos de la tarde, apenas cerrados los centros, comienzan a darse los primeros resultados. Una hora después, exactamente a las 6 de la tarde, se tiene el 60% de los votos totales escrutados. Sin maquinitas tragaperras, sin caza huellas, sin manipulación de los registros. Un resultado que entristece a unos y eleva a la euforia a los otros. Quienes han esperado pacientemente durante veinte años por lograr el poder de la república lo hacen sin desmanes ni desafueros. Quienes se ven en el doloroso trámite de abandonarlo tras cuatro gobiernos concertacionistas, bajan la cabeza y comienzan los preparativos para cuadrar una retirada en orden. Ya se preparan las estrategias para el cruce del desierto. Los chilenos no esperan a que el azar decida por ellos.
Sin duda: Chile se enfrenta a los cambios de su historia con la certidumbre del orden y el concierto. Dignos hijos de Andrés Bello. ¡Qué falta nos hace el venezolano ilustre!
http://www.noticierodigital.com/2010/01/chile-se-siente-se-siente-pinera-es-presidente/
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