Por: EMILI J. BLASCO
Fuente: ABC España
Caracas llegó a distribuir el 90 por ciento de la droga producida en Colombia
«Cómprales a las FARC toda la mercancía que producen, toda la
agricultura y el ganado. Págales un primer plazo de quinientos millones
de dólares. ¡Le vamos a quebrar el espinazo a Uribe, pa’ joderlo!».
Era Semana Santa de 2006 ó 2007. En una reunión con los principales
cabecillas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC),
Hugo Chávez se implicaba directamente en comprarles un cargamento de
droga. Forma parte del testimonio de quien entonces era su jefe de
seguridad personal, Leamsy Salazar. Con ese relato que vincula al líder
bolivariano con el diseño de un narcoestado arranca ellibro «Bumerán
Chávez» (Amazon), del que a continuación se reproducen algunos párrafos.
La referencia al entonces presidente de Colombia, Álvaro Uribe –su
enemistado vecino–, Chávez la hizo con especial gozo, según recuerda
Salazar. Por lo demás, estaba claro que, ante la presencia del ayudante,
el comandante evitaba ser explícito y todos hablaban con
sobreentendidos. ¿Qué productos agrícolas cultivaban las FARC o cuántas
cabezas de ganado apacentaban para cobrarse tan abultada cifra? Lo que
entregaron fueron unas pocas vacas, que llevaban una larga marca en la
barriga. Salazar conocía bien qué era aquello, pues enrolado en las
fuerzas especiales había servido en la frontera y varias veces se había
topado con reses a las que se les había abierto para introducir cargas
de cocaína en las varias cavidades del estómago que tiene el rumiante;
cosidos de nuevo, los animales podían ser transportados sin levantar
sospechas.
Si se observa el mapa de Sudamérica, Colombia era la gran pieza que
faltaba en el proyecto panbolivariano chavista. Sin Colombia no cabía
hablar de una fraternidad política de los pueblos que liberó Simón
Bolívar, aunque se sumaran de manera entusiasta Ecuador y Bolivia. El
Perú de Ollanta Humala encajaba en esos designios, aunque pronto se
alejaría. El interés de Chávez fue provocar un debilitamiento del
Gobierno en Bogotá mediante un fortalecimiento de los grupos terroristas
que lo combatían, principalmente las FARC y el ELN.
«La manera de fortalecer a los narcoterroristas era incrementando la
venta de droga, y como los canales que estos habían hecho estaban siendo
torpedeados por el Plan Colombia, Chávez les abrió Venezuela», cuenta
un venezolano estrecho colaborador de la Administración para el Control
de Drogas (DEA) de Estados Unidos. «Chávez dio entonces órdenes a los
militares para que no detuvieran las operaciones que en territorio
patrio iban a desarrollarse, y con el tiempo los mismos militares se
metieron de lleno en ellas». El noventa por ciento de la droga producida
en Colombia llegó a distribuirse desde Venezuela.
Había una cobertura ideológica para tranquilizar las conciencias que aún
no estuvieran maleadas por la corrupción: en la guerra asimétrica que
Venezuela decía combatir contra Estados Unidos todo instrumento era
válido para dañar al enemigo.
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