
A comienzos del 2014 el cambio político era necesario. Nosotros lo
veíamos urgente. Y en razón de ello alertamos al país sobre un peligroso
agravamiento de la crisis nacional si no se producía ese cambio
político.
Junto con nuestro reclamo del cambio político llamamos al pueblo a
manifestar, pacífica y democráticamente, dentro de los límites de la
Constitución Nacional, en demanda del respeto a sus derechos y en
rechazo del intento de consolidar un modelo político-económico
empobrecedor, diseñado a contrapelo de nuestra tradición democrática, de
nuestra Constitución, y de nuestro bienestar y el de las futuras
generaciones.
La respuesta del pueblo fue formidable: una verdadera rebelión
democrática, pacífica, y civilista sacudió al país por semanas,
reclamando un cambio político urgente. La respuesta del gobierno fue de
sordera y protagonizo la represión más brutal y masiva de nuestra
historia ante el reclamo popular.
Cuando el gobierno comprendió que la represión no acallaría la
protesta, convocó a un falso diálogo, cuya verdadero objetivo, como bien
lo dijo, con su autoridad y sabiduría la Conferencia Episcopal, era
“enfriar la calle”.
2014 transcurrió completo sin un solo atisbo de rectificación ni de
cambio por parte del régimen. Y en consecuencia, con un empeoramiento
dramático de la situación general.
Al hacer aquel llamado, la dictadura quedó en evidencia frente al
mundo y todos los venezolanos. Hoy Maduro no llega ni a 30% de respaldo
popular, el 60% del pueblo exige su inmediata renuncia y 80% exige un
cambio de gobierno. Ese llamado, lo hicimos para evitar los inmensos
costos humanos, sociales, económicos, políticos e institucionales que
hemos pagado como país durante ese negativo 2014.
Ahora, a comienzos del 2015, todos nuestros reclamos han sido más que
refrendados por la realidad de una crisis agravada hasta extremos
insoportables para el pueblo. La economía nacional esta quebrada. Las
finanzas públicas han sido saqueadas. Las colas, la escasez, la
inflación y la violencia son los signos más sobresalientes de una tensa
situación social que reclama, con urgencia, salidas políticas dentro de
la Constitución.
A comienzos del 2014 el cambio político era urgente. A comienzos del
2015 es impostergable. Al liderazgo democrático corresponde la
intransferible responsabilidad de articular una respuesta y encontrar
una salida a la crisis, que hoy es sistémica, es decir total.
Es claro para la mayoría del país, que Nicolás Maduro carece de
claridad de ideas, del respaldo popular, de moral y de la fuerza de
voluntad para sacar al país del peligroso estado al que lo ha conducido.
Su mejor contribución al país en este momento es apartarse para que la
sociedad venezolana pueda iniciar un proceso de reconstrucción. Su mejor
contribución sería la renuncia.
Por eso, hacemos un llamado patriótico a todas las fuerzas
democráticas a construir juntos, dentro del mayor espíritu de unidad
nacional y actuando estrictamente apegados a la Constitución Nacional,
una alternativa que saque al país del rumbo de colapso en que la
incompetencia, la corrupción y el dogmatismo ideológico de un fracasado
modelo extranjero lo han colocado.
Estamos a tiempo de hacerlo. El problema venezolano no es el petróleo
a $40. Es la corrupción y la incompetencia del gobierno de Nicolás
Maduro y la inviabilidad del modelo cubano que tratan de imponernos,
contrariando la voluntad de los venezolanos.
A todos nuestros compañero de la Unidad democrática, queremos
decirles que vemos con mucho optimismo como, desde nuestras visiones
distintas, hemos ido convergiendo en la reivindicación de la protesta
pacífica y constitucional y en la movilización popular como mecanismo de
presión frente a una dictadura que no le aportará nada a la sociedad
democrática.
Ha llegado la hora del cambio. El inmenso sufrimiento de nuestro pueblo no admite más dilaciones.
Leopoldo López
María Corina Machado
Antonio Ledezma
María Corina Machado
Antonio Ledezma
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