Mientras
tuvimos libertad interactuábamos abierta y normalmente con los
militares como parte más que importante de la sociedad venezolana, pero
desde que fuimos colonizados por el régimen cubano esta práctica desapareció.
Hoy los militares temen hablar libremente hasta con sus propios
compañeros. Temen ser denunciados. Viven en un estado policial bien
conocido por ustedes pues cientos de agentes cubanos de inteligencia
controlan sus movimientos, conversaciones y reuniones. Se le suman
agentes venezolanos entrenados por Cuba como fue el caso de Maduro. Por
eso hoy solo es posible dirigirnos a ustedes por la vía de las redes
sociales. Y no sin peligros.
De partida, y con orgullo les informo que soy uno de los pocos
civiles que durante la democracia recibió las más altas condecoraciones
de las cuatro fuerzas de lo que fue la FAN:
Gran Cruz en Primera Clase
de: Fuerzas Terrestres Venezolanas; Fuerzas Aéreas Venezolanas; Fuerzas
Armadas de Cooperación- GN; y la Medalla Naval Almirante Luis Brión de
la Armada. Lo destaco porque en el ejercicio de mis cargos públicos
tanto de Gobernador del Distrito Federal como de Ministro, el concurso
de los distintos componentes de la FAN me fueron indispensables, y tuve
por ellos respeto y afecto.
Inicio aquí mi mensaje, un poco largo, obligado por las
circunstancias que hacen hoy de la fuerza armada el elemento central y
determinante para salir de la tragedia nacional. De como los observo
hoy, de lo que opino de su rol actual y sobretodo de su futuro.
Ustedes como integrantes de la fuerza armada independientemente de su
rango, deberían abrir los ojos por un momento y reflexionar sobre el
siguiente panorama y sus consecuencias:
• Pérdida de la soberanía y la dignidad ante propios y extraños..
• País colapsando aceleradamente.
• Descomposición social.
• Ruina económica.
• Inexistencia de justicia
• Secuestro de las instituciones judiciales, legislativas, electorales y contraloras
• Crimen y violencia.
• Corrupción generalizada.
• Pérdida de la soberanía petrolera y alimentaria
Nada que ustedes -militares- no conozcan, aunque se nieguen a
reconocerlo para no tener que proceder como les corresponde, por ser
–según mandato expreso de la Constitución Nacional- garantes de la
integridad y la seguridad nacional.
La seguridad que está en juego y vulnerada no se defiende con
tanques, aviones ni barcos adquiridos para el enriquecimiento de
jerarcas civiles y militares. Nadie con excepción de Fidel Castro -hace
50 años- ha atacado con armas a nuestro país. Solo la puede generar un
gobierno responsable, respetuoso de las instituciones, de las leyes.
Integrado por personas calificadas en el manejo de los asuntos públicos.
Hoy ustedes –saben que el cuadro es todo lo contrario, porque unas
pandillas se han apoderado del país. Han secuestrado instituciones y las
han puesto a su servicio.
Ustedes, militares- tienen tantos oficiales participando activamente
en los más altos cargos: las finanzas, la economía, la justicia y la
defensa del país están en sus manos. Controlan un régimen absolutamente
militarizado por lo que ustedes no escapan a sus consecuencias.
El rol de la fuerza armada cuando rescatemos la institucionalidad y la libertad en un estado democrático.
He sido un crítico severo del papel infame que ha asumido la Fuerza
Armada, al convertirse en el sostén principal y rehén del régimen que, a
pesar de su perfil definitivamente militarista, es el que más ha
menospreciado y dañado la institución armada.
He insistido en que la reinstitucionalización de la Fuerza Armada es
una necesidad impostergable y urgente si queremos realmente recuperar y
estabilizar el país. Su participación no es importante, es esencial. Sin
ella, dada la existencia de grupos violentos armados bajo la protección
del régimen, no hay otra salida.
Entiendo perfectamente que la Fuerza Armada no está representada,
toda ella, en su cúpula jerárquica. Si así fuese, Venezuela estaría
atrapada por una organización absolutamente aborrecible. Me resisto a
aceptar que ese sea el caso; no importa cuánto insistan sus superiores
en declarar que la FAN es chavista, revolucionaria, y socialista.
Reducir la Fuerza Armada a esta condición subalterna y arrastrada es
condenar a toda la familia militar al repudio de los venezolanos que les
hemos confiado nada menos que la seguridad nacional.
Constatar la situación, sin precedentes, de que miembros de la cúpula
militar están denunciados por cooperar activamente en causas tan
horribles como el narcotráfico, el terrorismo y el secuestro, y
violaciones de los derechos humanos, no puede sino ser motivo de
consternación y vergüenza para los integrantes de la institución, al
igual que para sus familiares y amigos. Y, por supuesto, una desgracia
para los intereses nacionales.
Justamente por encontrarme en las filas de los que aspiramos a que
esta metástasis de la corrupción y degradación ética y profesional no
esté generalizada en el cuerpo de la organización militar, me he cuidado
siempre de no censurar a la FAN como un todo, sino que he
individualizado mis denuncias.
Para situar mis notas en un contexto más amplio, copio aquí unos
conceptos recogidos en mi libro “Primero la Gente” (1978), en el cual
dediqué un capítulo al papel que, en mi opinión, deben jugar las fuerzas
armadas en una democracia, y destaqué que debe estar efectivamente
incorporada al gobierno. Me preguntaba y me pregunto:
¿Cuál es el criterio civilista sobre este particular?
Que la Fuerza Armada debería estar fuera del gobierno, dedicada a sus funciones específicas.
¿Y cuáles son esas funciones?
Evitar y rechazar las agresiones externas e internas que pudieran sufrir tanto el Estado como el gobierno.
Eso significa, nada menos, que la seguridad y la supervivencia del
sistema gubernamental depende de un poder que el civilismo insiste en
situar fuera de ese sistema. Ese es, a mi juicio, un papel injusto para
la Fuerza Armada, pues condena a sus integrantes ajenos a la toma de
toda decisión que no se vincule con lo “específicamente militar”,
colocándolos, automáticamente, por encima y trascendiendo a cualquier
gobierno de turno. La convierte en una instancia del Estado con vigencia
y funciones superiores a las políticas gubernamentales, y dependiendo
de la gravedad de una crisis como árbitro y sustituto temporal de un
gobierno. Realidad mas que cercana a la monumental crisis que sufrimos.
La sociedad debe entender que la Fuerza Armada desempeña un papel
político. Nada más político que preservar la integridad y la seguridad
de la patria-y que por lo tanto es indispensable incorporarla a la
política de Estado. Más aún la FAN debe participar en la toma de todas
las decisiones cruciales del Estado. De hecho creo tanto en eso que
cuando representé a nuestro país en el Consejo de Seguridad de la ONU
llevé a un distinguido oficial naval, el Contralmirante Manzano como
nuestro asesor militar. Única vez que un oficial venezolano ha formado
parte de la delegación de Venezuela en la cúpula política del mundo.
Es claro para mi que la circunstancia de encontrarnos hoy ante una
infame y deplorable cúpula militar como la actual, entregada al régimen
cubano, dificulta que los civiles que me lean puedan concebir a los
militares en las funciones que señalo, pero esto no debe ser suficiente
para desvalorizar el papel esencial que tiene por delante la institución
armada en el proceso de transición para la refundación de la República
de Venezuela.
Adicionalmente, no podemos ignorar el hecho de que la fuerza de
milicianos, sumados a los grupos paramilitares amparados y promovidos
por el régimen es superior a la propia FAN. Esta realidad es una amenaza
no solo para los ciudadanos, sino también para la propia Fuerza Armada.
Véanse en el espejo de lo acontecido al Mayor General Miguel Rodríguez
Torres superpoderoso ministro de interior, justicia y paz al enfrentar a
estos grupos.
La deformación de la educación militar
Casi desde el inicio del régimen se ha desarrollado un proceso de
deformación en la educación militar de nuestros oficiales que representa
un enorme daño a la propia Fuerza Armada y una amenaza real para la
democracia. Hoy la academia ya no prepara a los oficiales para el
“servicio exclusivo a la nación”, sino que los adoctrina en los
“principios éticos socialistas, revolucionarios y chavistas”
¿Cómo sucedió semejante desnaturalización de su misión?
Sin duda, la responsabilidad principal recae en los oficiales del
Alto Mando Militar, que perdieron el sentido institucional y su dignidad
personal, y negociaron su deber a cambio de la oportunidad de
participar en el saqueo del poder y del patrimonio nacional, y
sometieron al escarnio y al repudio público al resto de la institución y
a sus propios familiares. Su voracidad los llevó a subordinarse
inicialmente al denominado “primer golpista de América Latina que, con
el apoyo de agentes de la inteligencia cubana, actúa como ejército de
ocupación de nuestro territorio.
Una realidad es dominante y no pueden ignorarla los oficiales: la
obediencia ciega no legitima los desmanes ni les garantiza impunidad,
como sueñan muchos para excusar sus actos. Desde el establecimiento del
Tribunal de Nuremberg, tal obediencia no les exculpa de sus delitos,
cuyas penas compartirán por igual con el jefe del Estado.
A familia militar le pregunto:
¿Es que acaso la subordinación de la FAN a la satrapía. castrista no
es mas que suficiente para ser considerados traidores a la patria?
¿O que la complicidad con el régimen dictatorial y despótico en sus
acciones violatorias de derechos humanos en los cuales los involucran a
ustedes como perseguidores y hasta torturadores de jóvenes venezolanos
cuyo único delito es invocar la libertad como condición esencial de la
vida no tendrá consecuencias para ustedes?
¿Y todas estas líneas que les dirijo que intención tienen?
Pues exigirles –a ustedes, militares- que se pronuncien
institucionalmente. La constitución les otorga el mandato y el curso a
seguir ante un Estado que colapsa gracias a la cooperación activa de la
cúpula militar con la pandilla del régimen.
Por algo les pedí que abrieran los ojos por un momento; pues está muy
claro que los tienen cerrados. Tengo la convicción de que el régimen no
podrá superar esta realidad. No sabe cómo, y no quiere hacerlo. Su
única ambición es tener y sostener el poder ilimitadamente, y a
cualquier precio.
Y ustedes –militares- ¿creen que el país va a concluir que la fuerza armada no tiene nada que ver en esta tragedia?
¿Que la fuerza armada puede desentenderse -nada menos- que del
colapso de todo un país cuando hasta los tres principales ministerios
los detentan tres altos oficiales-sin duda incompetentes pero militares:
Interior, Justicia y Paz; Defensa, y Economía y Finanzas?
La familia militar merece respeto y consideración.
Sería un crimen dejarles un legado de odio, violencia y corrupción que los avergüence. Y los condene.
Si abrieron los ojos un momento… Es hora de que no los vuelvan a cerrar.
Diego E. Arria
Octubre 27 , 2014
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