Por: Roger Noriega
La decisión Holandesa de liberar al poderoso general retirado venezolano
Hugo Carvajal en Aruba, detenido el miércoles por solicitud de los
Estados Unidos, es una le hizo un favor a el narco estado en Caracas.
Esto hará que sea más fácil para el gobierno de Obama el continuar
ignorando al régimen corrupto y represivo en Venezuela.
Lo que sucede en Venezuela es importante para los EE.UU. Venezuela es el
noveno exportador de petróleo más importante del mundo y con las
mayores reservas de petróleo probadas. Esa nación de 30 millones de
personas y una economía de $400 mil millones tiene una influencia
desproporcionada en las Américas.
Su gobierno ha gastado miles de millones de dólares en armas rusas y alentado las actividades criminales de Irán y Hezbollah.
El arresto Carvajal pudo haber expuesto aun más la alianza del régimen con los narcotraficantes colombianos.
Si los fiscales federales hubieran podido juzgar a Carvajal en una corte
de Nueva York, se hubieran podido revelar la participación de decenas
de altos funcionarios venezolanos en el narcotráfico y exponer la
ilegalidad del régimen.
Estas revelaciones podrían tener un impacto devastador en un gobierno
que se ha desmoronando desde la muerte del dictador izquierdista Hugo
Chávez en marzo de 2013.
Su sucesor, Nicolás Maduro, está lidiando con un sector petrolero
vacilante, al colapso de la economía, la delincuencia callejera
desenfrenada y la expansión de la inestabilidad política. Peor aún, el
dinero se está acabando, mientras Caracas se acaba sus menguantes
reservas internacionales.
Los fracasos de Maduro le han costado el apoyo de los sectores más
pobres de Venezuela que dependen de las dádivas del gobierno y que están
cansados de la escasez de alimentos y los apagones. Más complicado
para Maduro ha sido la falta de apoyo por parte de líderes militares
chavistas, sobre todo desde que fue promovido a la presidencia sobre
Diosdado Cabello.
Cabello controla la Asamblea Nacional, la maquinaria del partido y los
elementos clave de las fuerzas armadas. Él ha utilizado su poder para
librar una guerra política clandestina para socavar a Maduro.
La escasez crónica de alimentos y la delincuencia callejera desenfrenada
provocaron protestas a nivel nacional en febrero, dirigidas por
estudiantes universitarios e idealistas unidos por los principales
líderes de la oposición. Maduro ordenó una violenta represión contra los
manifestantes.
Aunque la mayoría de las unidades militares permanecieron en sus
cuarteles, guardias nacionales apoyaron a paramilitares para que
libraran batallas callejeras contra los estudiantes que dejaron decenas
de muertos y miles de heridos o encarcelados.
Un grupo bipartidista en el Congreso pidió a la administración de Obama
que respondiera a esta ola de violencia y a la persecución de la
oposición solicitando que se retiraran visas y que se congelaran los
bienes de funcionarios responsables por abusos a los derechos humanos.
El gobierno se ha negado a actuar – incluso después de que Maduro
evadiera conversaciones con la oposición y encarcelara a su principal
dirigente, Leopoldo López, quien ya está en juicio.
Sin embargo, el mayor dolor de cabeza de Maduro, de acuerdo con los expertos del régimen, está dentro de su propio movimiento.
Una batalla se ha estado librando desde hace meses en el chavismo debido
al mal manejo de Maduro de la economía, a la corrupción y su deferencia
a los asesores cubanos.
Miembros de alto rango del ejercito están particularmente disgustados
por el uso de matones cubanos entrenados para socavar y asesinar a
manifestantes.
El arresto de Carvajal hubiera servido para exhibir las empresas
criminales del régimen y más, ya que es uno de los esbirros clave para
erradicar las amenazas a Maduro desde dentro del partido en el poder. El
haberlo sacado del juego hubiera causado problemas aun mayores para el
régimen.
Por mucho tiempo, los diplomáticos de carrera que manejan la política de
América Latina en el Departamento de Estado han hecho todo lo posible
para no hacer nada en Venezuela. Ellos han minimizando en gran medida
las relaciones profundas del régimen con el narcotráfico y se han
mantenido sosegados mientras el país se convertía en una dictadura.
La detención de Carvajal muestra que las agencias de procuración de
justicia en EE.UU. han estado haciendo su trabajo, pero los diplomáticos
de EE.UU. fallaron una vez más.
Los Estados Unidos debe exigir una explicación a la decisión repentina
holandesa de respetar el reclamo de inmunidad diplomática de Carvajal.
Que los Países Bajos lo subieran en un avión de vuelta a Venezuela la
noche del domingo debería ser otro golpe para la diplomacia de EE.UU.
Si la administración de Obama quiere demostrar que le importa Venezuela
debería, de una vez por todas, sancionar a los funcionarios venezolanos
que mantienen su régimen criminal en el poder matando a los
manifestantes y persiguiendo a la oposición democrática.
Es, literalmente, lo menos que puede hacer.
Roger F. Noriega fue embajador de
EE.UU. ante la Organización de los Estados Americanos y sub secretario
adjunto de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental de 2003 a 2005.
Es un investigador visitante del American Enterprise Institute. Su
firma Visión Américas LLC, representa a clientes estadounidenses y
extranjeros.
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