La Fiscal General de Venezuela, Luisa Ortega Díaz acusa a Marina
Corina Machado, Pedro Burelli, Diego Arria, Ricardo Koesling y dos
diplomáticos estadounidenses de planes para asesinar al Presidente
Nicolás Maduro. Diego Arría ha sido ministro y embajador de Venezulela
ante Naciones Unidas. Aquí se explaya sobre la acusación y la coyuntura
política, social y económica de su país.
J.Z. Quisiera comenzar por la denuncia de la Fiscal Rodríguez que
dice que en uno de los correos electrónicos, que habría circulado entre
las personas acusadas, se diría, “financiamiento para aniquilar a
Maduro”. ¿Tuvo conocimiento usted de un correo de esa naturaleza?
D.A.
Si. El día que la Fiscal inventó, junto con el general Rodríguez Torres
y el régimen, que habían creado unos correos electrónicos, en donde a
mí me copiaban simplemente. Ni siquiera se atrevieron a decir que yo lo
había enviado. Como se imaginará es difícil para mí, que he dedicado
gran parte de mi vida a promover la paz y la reconciliación en muchos
países en el mundo, ser acusado de una cosa tan absurda. Incluso me
citaron como testigo en lo que era, por supuesto, un crimen inexistente.
J.Z. De tal manera que usted se reafirma en que es totalmente inocente y que los cargos son totalmente falsos.
D.A.
Tan falsos que el Wall Street Journal acaba de hacer una publicación en
donde dicen que un experto forense en seguridad cibernética,
conjuntamente con Google, determinaron que todos esos correos son
fabricados, falsos e inexistentes. O sea, la famosa acusación que han
hecho de intento de magnicidio nunca sucedió. Por cierto, es la denuncia
número 16 que hace Maduro en 16 meses de gobierno.
He aquí el resumen de la publicación del Wall Street Journal:
Un
experto dijo que los correos electrónicos utilizados por el gobierno de
Venezuela en mayo para acusar a opositores políticos y diplomáticos
estadounidenses de conspirar para asesinar al presidente Nicolás Maduro
son falsos.
El experto fue contratado por una de las figuras de la
oposición venezolana acusadas por el gobierno, en un esfuerzo por
limpiar su nombre.
El lunes, Winston Krone, un experto de
ciberseguridad forense contratado por Burelli, dijo que Google no tenía
ningún registro de tres e-mails que Caracas dijo fueron escritos por
Burelli, al tiempo que parecía que el gobierno había falsificado un
cuarto e-mail, añadiendo palabras que Burelli no escribió en un mensaje
que sí redactó dos años antes.
Krone, es director gerente de Kivu Consulting, con sede en San Francisco.
Un vocero de la oficina de la fiscalía general de Venezuela declinó comentar sobre los hallazgos de Krone.
J.Z.
La fiscalía venezolana ha pedido a INTERPOL su detención. Ud. cree que
existe alguna posibilidad que INTERPOL cumpla con ese pedido.
D.A.
Ninguna. INTERPOL conoce perfectamente bien que es una pandilla la que
gobierna el país, donde muchos de ellos están en listas de tráfico de
armas, tráfico de drogas, lavado de dinero y, al mismo tiempo, conocen
perfectamente quién soy yo. Más aún, INTERPOL se dedica a temas que no
son políticos y este es, sin la menor duda, un tema de persecución
política, de la cual vengo siendo objeto durante 15 años.
J.Z.
Dicen algunos expertos que las cosas que usted dice en su libro La hora
de la verdad han resultado en alguna medida proféticas, para desgracia
de los venezolanos.
D.A. Pues lamentablemente es así. No me causa
ninguna satisfacción por cierto. Por el contrario, quisiera haberme
equivocado. No era ni siquiera un ejercicio de profecía, era un
ejercicio de realismo. Yo siempre le decía a los políticos de la
oposición que vivían en la negación de la realidad. Que la realidad era
evidente, que este era un régimen en camino de convertirse, como es hoy
en día, en una dictadura. Entregado al gobierno cubano, que ha
traicionado a los venezolanos y que jamás saldrá por la vía electoral.
Por ello se requería refundar a la república y no ir simplemente a una
elección en la cual, incluso ganándola, cosa que yo la veía como
imposible porque manejan el sistema electoral, jamás entregarían el
poder.
J.Z.
Estos mismos analistas siempre han criticado que resulta lamentable que
la oposición se muestre a los ojos del país y del mundo, dividida,
entre aquellos sectores que están por el diálogo y aquellos que están
por la radicalización, negándole la sal y el agua al gobierno del
Presidente Maduro. Usted sería de aquellos que no quiere saber nada con
el diálogo.
D.A. Voy a procurar ponerla en contexto. La verdad es
que bajo un régimen dictatorial no puede haber oposición. Tiene que
haber resistencia, que ciertamente puede ser pacífica, como es el caso
de lo que hemos intentado en Venezuela. Pero algunos sectores de la
oposición han dado la falsa impresión al mundo de que vivimos bajo un
sistema en el cual es posible hacer oposición, en el que incluso es
posible llegar al diálogo. A ese diálogo se prestaron grupos de partidos
políticos, lo que le sirvió al señor Maduro para ganar tiempo y dar un
ropaje de legitimidad o de apertura aunque no estaban para nada
comprometidos a hacer nada.
Sin embargo, esto nos perjudicó
terriblemente en el exterior. No hay la menor disposición de interactuar
para cambiar las cosas en Venezuela.
Por
una parte el régimen no es ni siquiera representativo de la facción
política del mismo señor Chávez. Y, al mismo tiempo, los representantes
de la oposición distan mucho de ser representativos de lo que significa
ser realmente de los que se oponen al gobierno.
Yo diría
que más que radicales somos un grupo de realistas que no vemos el país
como parcelas de oportunidades políticas, sino que lo vemos como un todo
y con la necesidad de rescatar a Venezuela. No solo para obtener
puestos en la asamblea legislativa o de concejales o de gobernadores.
No. Queremos rescatar la libertad de Venezuela y a eso algunos lo llaman
radicales.
J.Z. Si el diálogo no es posible y no el gobierno no quiere irse…¿cómo se soluciona esto?
D.A.
Eso es a lo que estamos enfrentados. Nunca hubo un diálogo, esa es la
realidad. Fue un intento de crear una imagen. ¿Para qué lo hicieron?
Cuando venían los cancilleres de UNASUR, que en gran parte fueron
cómplices de lo que está pasando en Venezuela. Incluso, me recuerdo, un
amigo mío, el Canciller de Chile, Heraldo Muñoz, dijo que eso de
solicitar la libertad de los presos políticos era una propuesta muy
radical en ese momento. Ese tipo de cosas daba la impresión de que
Brasil, Chile, Uruguay, Colombia, vinieron realmente a ayudar al régimen
de Maduro. No vinieron a ayudar al rescate de la libertad en Venezuela.
J.Z.
No le parece preocupante que los países de América Latina -con la
excepción de Panamá, por ahora- no tengan un gesto de solidaridad con la
oposición venezolana.
D.A. Es una vergüenza. Yo creo que América
Latina nunca ha estado enfrentada a una situación en la cual, a un país
que ha jugado un rol en la promoción de la democracia, en la
reunificación países, como es el caso del mío, Venezuela, sea hoy objeto
de la indiferencia, de la complicidad, del acomodo.
En
Venezuela tenemos 150 mil muertos en este período, más de cien
muchachos torturados, tenemos presos políticos y los gobiernos de
América Latina, con la única excepción de Panamá, hasta el momento,
todos los demás países han sido los principales cómplices de un régimen
que viene hundiendo la democracia. No solamente la nuestra sino que
tendrá también consecuencias para otros países de la región.
D.A.
Venezuela se convirtió en un barril de miel, en el cual las abejas
volaban a su alrededor. Se convirtió en un maravilloso sitio de negocios
donde empresas de todo tipo, sin ninguna clase de licitación, como
fueron las empresas constructoras brasileñas, tomaban las grandes obras
públicas. Los argentinos, chilenos, colombianos, uruguayos, nos vendían
de todo a los precios más altos del mundo. Y cuando estaba Chávez, en
adición, tenían temor a su retórica y de lo que Chávez podría hacer en
sus propis territorios, ayudando a subvertir el orden público en esos
países.
D.A. Yo
nunca me imaginé que en este momento no pueda regresar a mi país. Si
vuelvo mañana, mientras no se acabe esta invención que han hecho, soy
arresto porque me llamaron como testigo y me citaron el 12 de junio,
pero el once de junio, la fiscal dijo que ella estaba segura que yo no
me iba a presentar (yo justamente volaba ese día a Venezuela) y que por
lo tanto iba a ordenar mi arresto por INTERPOL. En el fondo no querían
que yo regresara. No querían actuar contra mí en ese momento.
En
Venezuela han escogido una modalidad, estos perversos fiscales, que
citan a la gente como testigos. Y una vez cuando se presentan les dicen,
bueno, ahora usted ha sido declarado culpable de tal o cual delito. O
sea, los detienen en ese mismo momento.
Yo estoy por primera vez
exiliado, lo que me hace sentir una profunda tristeza, pero para nada me
hace reducir mi compromiso y mi decisión de contribuir al rescate de la
libertad en Venezuela.
J.Z. Tengo la impresión que a veces se produce una confusión, entre el fracaso de un modelo político económico y el término del modelo. No son la misma cosa.
D.A. Si uno ve lo
que pasó China, Rusia y sobre todo lo más cercano a nosotros, lo que
están viviendo los cubanos, pasando hambre durante muchísimos años y sin
embargo no explotan.
La situación de Venezuela, en cualquier otro
país del mundo habría explotado hace mucho rato.
Una nación que tiene
una inflación del 70%, de alimentos del 80%, de desabastecimiento del
30%, en donde mueren entre 20 y 25 mil personas violentamente al año,
era más que suficiente para que el país explotara.
Hay algunos que piensan que el país no llega al fondo y que mientras no llegue al fondo no sucederá nada.
Cuando
el barril de petróleo está a cien dólares, y con lo que está sucediendo
en Medio Oriente puede que suba aún más, hace muy difícil hacer una
apuesta sobre el sistema venezolano.
Yo
creo más en la propia capacidad de autodestrucción que tiene el régimen
que en la que tienen factores de oposición, de resistencia, de moverlo
en una u otra dirección. Ellos están ahorita pasando un proceso, no de
discusión, de traumas internos, ante la realidad evidente de un sistema
terminal y un jefe de Estado que ya se desplomó, no solo ante el país sino ante miembros de su propio partido político.
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