Fuente: Ahora Visión
HITLER PUSO AL PODER JUDICIAL A SU SERVICIO Y DABAN PENA DE MUERTE POR CRITICAR CUALQUIER COSA DEL GOBIERNO.
En la medida en que los Nazis se iban haciendo de todo el poder en
Alemania, desfiguraban todo el sistema de justicia para hacer legal todo
cuanto abuso cometieran, así llegaron a aplicar pena de muerte a
quienes aún dentro del círculo familiar emitieran alguna crítica al
gobierno, este es un ejemplo, el de la viuda Marianne Elisa K
trabajadora de una fábrica de armas, quien tras varias horas dedicándose
a su labor, sin embargo, cometió un error que cambió su vida
drásticamente: contó un inocente chiste relacionado con Hitler y
Goering, el comandante de la Luftwaffe a uno de sus compañeros. Éste,
por su parte, la acusó de derrotismo ante las autoridades locales.
“Un colega de la fábrica de armamento en la que trabajaba la denunció
por haber contado el siguiente chiste: ‘Hitler y Goering están en la
torre de radiodifusión de Berlín. Hitler dice que quiere darles una
alegría a los berlineses. A lo que Göring le contesta: ¡Entonces, salta
desde la torre!”, explica Rudolph Herzog en su obra «Heil Hitler, el
cerdo está muerto». Este chiste, hoy manido y carente incluso de gracia,
fue demasiado para un nacionalsocialista convencido como era el
compañero de trabajo y amigo de Marianne.
«¡Entonces salta desde la torre!»
Acusada de ser una antipatriota, su caso fue remitido al «Tribunal del
Pueblo» (conocido por los alemanes como el «Volksgerichtshof»), una
audiencia nazi que se encargaba dejuzgar los delitos políticos y de
derrotismo y que, para desgracia de Elise, también se vanagloriaba de
ser uno de las más crueles y despiadadas de la época.
HITLER Y GOERING |
Por si fuera poco, se informó a la mujer de que su juicio sería
presidido poro Roland Freisler, un excéntrico abogado que gozaba del
favor de Hitler y que no parpadeaba a la hora de enviar a los reos a la
muerte con independencia del delito que hubieran cometido. Por si fuera
poco, y según la leyenda popular, era conocido por burlarse de los
acusados durante los procesos judiciales, los cuales convertía en una
pantomima por haber tomado su decisión antes de escuchar los alegatos.
Las cosas, en definitiva, pintaban mal para Elise K, quien tenía muchas
posibilidades de acabar bajo tierra.
La condena final
Tras un juicio más parecido a una función de circo que a un verdadero
proceso judicial, el 26 de junio de 1943, el «Tribunal del Pueblo» dictó
la siguiente sentencia: «La Sra. Marianne K., en su condición de viuda
alemana de guerra, ha intentado socavar nuestra sólida moral de defensa y
nuestro trabajo eficiente en aras de la victoria en una fábrica de
armas haciendo uso de palabras malévolas contra el Führer y el pueblo
alemán, expresando con ello el deseo de que perdamos la guerra. Por eso,
y debido a que se ha comportado como una checa, aunque es alemana, se
ha situado al margen de nuestra comunidad patriótica. Ha perdido el
honor para siempre y por lo tanto es condenada a muerte».
Dicho y, para desgracia de una inocente, hecho. A los pocos días,
Elisefue pasada por la guillotina. De nada sirvió que su marido hubiera
combatido y muerto por el Führer en la guerra a la hora de atenuar su
condena, sino que, de hecho, fue un agravante. ¿La razón? El «Tribunal
del Pueblo» consideró que había cometido un mal todavía mayor al manchar
la memoria de su marido. Sin duda, con esta condena Freisler hizo honor
a lo que su predecesor le había escrito antes de abandonar el cargo:
«En general, el juez del Tribunal del Pueblo se debe habituar a
considerar que lo primordial son las ideas e intenciones del Gobierno y
lo secundario el destino humano que está en sus manos».
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