POR: JESÚS ANTONIO PETIT DA COSTA
Tres lecciones nos dejó la rebelión militar de 1948, que contó con apoyo
civil. La principal: el gobierno provisional debe ser predominantemente
militar, nunca de partido, para garantizar la instauración de una
democracia plural con una FAN institucional y profesional, no política y
mucho menos partidista.
El 24 de noviembre se cumplirán 65 años de la rebelión militar de 1948,
que contó con apoyo político. Fue la segunda rebelión desde la creación
de la FAN, que con ella corrigió el error cometido en el 45 llevando al
poder a un partido político. También los políticos aprendieron la
lección: en el 58 estuvieron de acuerdo en que el gobierno provisional
fuese militar y que la participación civil fuese de personalidades
independientes. Los partidos esperaron las elecciones.
El error cometido por la rebelión cívico-militar del 45 fue darle el
poder al partido Acción Democrática, lo que tuvo consecuencias funestas
para instaurar una democracia sólida y estable. Tal vez por su juventud
(el líder no había cumplido los 40) y por su formación comunista (caso
de Betancourt), los adecos pretendieron establecer una hegemonía,
sustituyendo el continuismo andino por el continuismo adeco. Eran
intolerantes en grado extremo, ofensivos en el lenguaje contra quienes
no compartían sus opiniones, autoritarios en sus ejecutorias alegando el
poder de las mayorías sin respeto a las minorías. Formaron brigadas de
choque que saboteaban los mítines de oposición, a los cuales atacaban a
piedras y palos. No atendían razones ni oían argumentos. En las
asambleas, por ejemplo la Constituyente, pasaban su aplanadora de manos
alzadas acompañadas de burlas. Todo en nombre del pueblo, que
simbolizaban en un “juan-bimba”, del cual se consideraban dueños. Decían
que ellos eran la representación genuina de los “pata-en-el-suelo”, los
“alpargatúos”, los negros y los “sin-camisa”. Una vocinglería
demagógica, acompañada de un populismo irresponsable: dádivas para
amarrar votos y desorden social con invasiones de propiedades ajenas. En
suma, los adecos sufrieron del “sarampión juvenil”, enfermedad política
llamada también infantilismo de izquierda. Ya se sabe que el sarampión
pone rojo al que lo padece. Es enfermedad de juventud. En la madurez
tiene otro nombre: idiotez.
Los adecos del 45-48 fueron profundamente sectarios. Establecieron un
gobierno mono-partidista, exclusivo de ellos. Se reservaron el monopolio
del poder. Exigieron el carnet del partido para obtener y permanecer en
cargos públicos o recibir beneficios del gobierno. Persiguieron a los
opositores, encarcelándolos injustamente e ignominiosamente. De los
recuerdos imborrables de mi infancia tengo ver a mi abuelo materno y a
mi padre amarrados con sogas, llevados presos a la fuerza, embarcados en
un bote de vela de mi pueblo natal hasta Coro. Su delito: ser de
oposición.
Fueron tan ciegos que pretendieron convertir a los militares de socio
menor en el gobierno a brazo armado del partido. Hablaban de ellos como
si la FAN fuera un cuerpo adeco, sin llegar a la aberración de un saludo
así: “patria adeca o muerte”, “somos antiimperialistas, adecos y
betancouristas.” Y aún más, hablaban descaradamente de formar milicias
obreras y campesinas que aseguraran la perpetuidad del régimen.
Presumían de controlar los sindicatos de trabajadores, las ligas
campesinas y los gremios de profesionales. Proclamaban que “esta
revolución durará cien años”, “esta revolución llegó para quedarse”.
Porque su toma del poder la llamaron “revolución de octubre”,
exactamente igual a la soviética de 1.917.
Todo se les vino abajo a los adecos el 24-11-48, con una rebelión
militar que es modelo de planificación y ejecución, propia de jefes
militares con formación profesional sólida. No hubo un muerto, ni
siquiera un herido. Fue un acto quirúrgico, de asepsia completa, sin una
gota de sangre. La rebelión militar tuvo apoyo civil, pero no de calle.
La oposición prestó sus cuadros para los cargos públicos, pero no como
participación de partidos sino como individualidades que colaboran con
los militares.
Tres lecciones nos dejó el 48. La primera, el gobierno provisional debe
ser predominantemente militar. Así se hizo exitosamente diez años más
tarde. La segunda, la FAN no puede ni debe ser politizada,
convirtiéndola en brazo armado de un partido. Hay que cortar en seco
esta desviación; de lo contrario, podría degenerar hasta servir a una
potencia extranjera con el pretexto del internacionalismo proletario. Y,
por último, el populismo es un tigre de papel al cual no hay que
tenerle miedo con el cuento de milicias y colectivos armados.
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