Payá y los asesinatos castristas

“No fue un accidente, fueron dos asesinatos” afirma ahora Ángel Carromero el dirigente de las Nuevas Generaciones del PP que hace un año conducía un coche en Cuba que chocó contra un árbol, provocando la muerte de Oswaldo Payá y Harold Cepero. 

 

Asegura que un automóvil azul de la policía secreta castrista los embistió y envió contra el árbol, y que tras la colisión ambos militantes democristianos, la esperanza democrática del postcomunismo, estaban vivos. 

Los mataron después, dice, rompiendo así el silencio impuesto por el Gobierno de Rajoy para pagar su repatriación, tras ser condenado a cuatro años de cárcel acusado de dos homicidios por imprudencia. 

Tras el “accidente”, la prensa española de oposición al PP y los partidos de izquierdas se lanzaron sobre Carromero tachándolo de conductor temerario. 

Alegaban que su coche en Madrid tenía multas por mal aparcamiento y varias denuncias por exceso de velocidad, informaciones que sirvieron para que las autoridades cubanas empeoraran la incriminación. 

La prensa insistía: un joven político de derechas, que había trabajado únicamente un año en una empresa privada, era un oportunista que además de mal conductor no quería hacer carrera laboral, sino política. 

(Podría recordarse que como casi todos los nuevos políticos españoles de todos los partidos, que no son nada, aunque Carromero es abogado, experto en banca y trilingüe). 

Carromero fue repatriado gracias a gestiones diplomáticas poco deseables. Porque sabía a qué se exponía en Cuba, y su silencio de un año dañó a la familia Payá, que siempre acusó al castrismo de los asesinatos. 

 

La narración actual es creíble para quien conozca el fidelismo, maestro en asesinar y borrar todo rastro después. 

Pero Carromero está desacreditado por su historial, aprovechado por el castrismo y sus aliados: la propaganda totalitaria triunfa siempre que encuentra eslabones débiles.


Manuel Molares do Val (*)
molares@yahoo.es*Periodista español, trabajó para la Agencia EFE como corresponsal permanente en México, Bélgica, la República Popular China –el primer periodista español destinado allí–, y EE.UU. Fue enviado especial en todo tipo de acontecimientos en los cinco continentes.


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