Por haber vivido durante cinco años en Colombia (1999-2004) como 
director de la Agencia France-Presse, y por haber seguido informando 
acerca de vuestro país a través de mi blog y de mis libros de 
investigación, puedo decir que estoy consternado por el deslizamiento 
gradual de vuestro pueblo hacia los abismos del horror comunista en 
provecho de las FARC.
El arquitecto de este descenso a los infiernos, si no hay una 
reacción popular que lo impida, no es otro que Juan Manuel Santos. Este 
presidente que ustedes eligieron en 2010 ha tirado a la basura el legado
 de Álvaro Uribe y su política de seguridad democrática, para sacar de 
un sombrero mágico, en agosto de 2012, el espejismo de un acuerdo de paz
 con los terroristas de las FARC.
Su objetivo no tiene nada que ver con la salvación de Colombia. Su 
objetivo es que le concedan un día el premio Nobel de la Paz, el mismo 
que buscaba el ex presidente Andrés Pastrana cuando le entregó el Caguán
 a las FARC como zona desmilitarizada, de siniestra memoria, controlada 
únicamente por ellos, entre 1998 y 2002.
Esta no será la paz de los valientes, como la que pactó Argelia con 
el general Charles De Gaulle, será la paz de los cementerios, tan llenos
 ya por las atrocidades de esa guerrilla criminal.
Si el plan de paz inventado por vuestro presidente llega a 
concretarse, nadie dará nada por vuestras libertades, vuestros ingresos,
 y sobre todo por el lugar que Colombia está llamada a reivindicar en el
 primer mundo por su dinamismo reconocido.
La negociación en curso está a punto de culminar. Si esa espiral 
negativa se concreta ello llevará a la destrucción de vuestro país en 
favor de un régimen comunista, como el de Cuba, donde viven desde hace 
un año los enviados del poder al lado de los terroristas de las FARC.
Pero ustedes no son conscientes de eso. Perdónenme por decirlo, pero 
me refiero a vuestra falta de reacción, para no calificarla de anestesia
 colectiva. ¿Cómo podéis admitir que todos los comandantes de las FARC 
puedan no sólo ser amnistiados, sino que puedan ser autorizados a 
aspirar a mandatos electivos gracias a una nueva Constitución redactada 
por sus delegados?
Los más jóvenes de ustedes no tienen la excusa de la ignorancia pues 
viven en la era de Google.
 Basta sólo con escribir FARC-secuestros, 
FARC-militares, o FARC-atentados para darse cuenta de la orgía criminal 
que ha provocado la muerte de más de 200 000 colombianos desde 1964.
Durante los gobiernos de Álvaro Uribe (2002-2010), los secuestros 
cayeron de 3.200 al año a menos de 300, y los principales jefes de las 
FARC fueron abatidos u obligados a huir a Venezuela y a permanecer en 
refugios garantizados por el ex presidente Hugo Chávez y su sucesor, 
Nicolás Maduro.
En Cuba, las supuestas negociaciones de paz entre los jefes 
terroristas y los delegados silenciosos del gobierno languidecen desde 
hace un año para haceros creer que hay un intercambio correcto. ¡Pero no
 hay ningún diálogo!
Pronto se os pedirá que aceptéis como representantes, senadores, 
alcaldes y concejales, sin haber sido elegidos, a los ex jefes 
guerrilleros ahora protegidos por la negativa presidencial de 
extraditarlos a los EE.UU., donde ellos son buscados como lo eran los 
hermanos jefes del cartel de Cali, quienes fueron extraditados por 
Álvaro Uribe. En julio pasado, 21 soldados colombianos fueron 
brutalmente asesinados por la guerrilla, la cual, hay que recordarlo, 
deriva su financiamiento del tráfico de cocaína y de los rescates de 
secuestrados.
¿Quién de ustedes ignora que la zona del Catatumbo, cerca de 
Venezuela, se convirtió en una tierra de nadie en manos de las FARC, a 
pesar de que Juan Manuel Santos había dicho, cuando asumió el cargo, que
 no abandonaría “ni un milímetro” del territorio a los terroristas?
Ningún miembro del Gobierno, y mucho menos su presidente, ha 
denunciado esos horrores. Mudo, Juan Manuel Santos, uno de los herederos
 del diario El Tiempo, nacido con una cucharita de plata en la boca, no 
ha puesto fin, obviamente, a las pseudo-discusiones, a pesar de esa 
matanza y de esa violación de la soberanía nacional.
Vuestro presidente prefiere enterrar su cabeza en la arena para no 
correr el riesgo de poner en peligro su aspiración suprema: el Premio 
Nobel de la Paz. ¿Ese trofeo no fue otorgado en 1973 a dos sanguinarios,
 el general Vietcong Le Duc Tho y al Secretario de Estado norteamericano
 Henry Kissinger? El vietnamita rechazó ese título. Eso se comprende.
Colombia: vuestra astenia me sorprende y me duele. Ustedes no pueden 
ignorar lo que sería un futuro régimen totalitario con gente como 
Timoleón Jiménez (alias Timochenko), Luciano Marín Arango (alias Iván 
Márquez) y otros a la cabeza.
Yo puedo ratificar lo que he escrito en el pasado: ellos viven 
tranquilamente en Venezuela, cuando no se presentan ante las cámaras 
cómplices de Cuba, el sistema que os espera a menos de que.
¿Van ustedes a admitir que a la cabeza de vuestro país haya 
individuos que son dignos de una sola silla: la de los autores de 
crímenes de lesa humanidad ante la Corte Penal Internacional?
FUENTE: http://libretadeapuntes.com/archivos/34425 
 
Jacques Thomet.


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