Alfredo Meza
Alfredo Meza
El presidente logra sobrevivir
tres meses en el cargo pese a la crisis económica y la escasa
legitimidad política. La oposición, acosada por el Gobierno, se
debilita.
Hace tres meses Nicolás Maduro
asumió la presidencia de Venezuela en medio de una grave crisis
política. Contra todos los pronósticos, su rival, Henrique Capriles,
había obtenido una votación histórica para la oposición en tres lustros.
Apenas lo separó de la victoria un ínfimo porcentaje de votos (una
distancia de un punto y medio) que derivó en sospechas de fraude. Solo
las inequidades del proceso electoral venezolano —la parcialidad del
Consejo Electoral, el descarado uso de los recursos del Estado con fines
proselitistas o la amenaza de represalias a los beneficiarios de los
programas sociales— y las irregularidades en el día de la votación
habían impedido un histórico relevo en el palacio de Miraflores.
Esa
ajustada derrota colocaba al chavismo frente a un gran revés político.
Un mes antes, el 5 de marzo de 2013, cuando fue declarado muerto el
presidente Hugo Chávez, sus herederos parecían destinados a sucederlo
sin mucha resistencia. La derrota provocó nuevas lecturas. Se dudaba
entonces de la capacidad que tendría el Gobierno de mandar sin convocar a
la mitad que le había votado en contra. Para la segunda semana de mayo,
una encuesta del Instituto Venezolano de Análisis de Datos (IVAD)
mostraba que 51,3% de los ciudadanos tenían una opinión negativa de la
situación del país. La percepción del aspecto político era incluso peor.
Seis de cada 10 pensaban entonces que la situación era inestable.
Tres meses después, mientras el recuerdo
de Chávez se diluye en la rutina de una vida compleja, que no deja
espacio para el culto al héroe, Maduro se afianza y la oposición se
debilita entrampada en su propia estrategia, que consiste en esperar que
prospere la impugnación de las elecciones ante el Tribunal Supremo de
Justicia, mientras apuesta al desgaste de un Gobierno que no tiene el
imán de Chávez y a ganar más espacios en las municipales del próximo 8
de diciembre. Ya sufrieron su primera derrota. A mediados de semana la
Sala Constitucional desestimó una recusación de los abogados de Capriles
para impedir que los siete magistrados titulares de la sala, chavistas
confesos, intervinieran en la causa.
La oposición sigue sin darle dirección política
a las recurrentes protestas y demandas sociales. Hace una semana
Capriles dijo que la gente no debía esperar el visto bueno del líder
para organizarse y buscar soluciones a sus problemas. En ese escenario
de voluntaria desmovilización Maduro ha administrado el caos y se ha
afianzado en el cargo. Valgan estas cifras para ilustrar la crisis
económica de este país: entre diciembre y junio la moneda local, el
bolívar, se ha devaluado un 172%; las ventas petroleras del primer
trimestre del año —el 96% de los ingresos— cayeron a 21.300 millones de
dólares, un 13,41% menos que en el mismo periodo de 2012, y el índice de
desabastecimiento de productos básicos llegó al 20,5% en mayo, una
cifra jamás alcanzada en tiempos de Chávez. Hasta el 11 de julio las
reservas internacionales habían caído en 5.363 millones con respecto al
mismo periodo del año pasado. Solo se contaba con dinero contante y
sonante para 15 días de importaciones, según los cálculos del economista
Pedro Palma.
La tasa de inflación acumulada en el
primer semestre es la expresión más concreta de todos los malestares del
venezolano. La cifra de 24,99% superó al marcador de todo 2012
(20,09%). El Gobierno supo entender que la crisis se agudizaría si no
generaba las condiciones para que la empresa privada pudiera trabajar
sin tantas restricciones. Una reunión con el empresario Lorenzo Mendoza,
dueño de Empresas Polar, la segunda fortuna del país, simbolizó la
cohabitación por la que el Gobierno apostó en aras de suavizar un modelo
socialista que luce agotado y de su propia supervivencia.
En aquellos días, cuando la escasez
apremiaba y Venezuela era el centro de la atención del mundo por la
falta de papel higiénico, Maduro acusó a Mendoza de ser el principal
responsable del desabastecimiento al no producir al máximo. Tras esa
cita la comunicación con los empresarios comenzó a fluir, aunque estos
no están satisfechos con los acuerdos alcanzados con el Gobierno.
Para cumplir con esos acuerdos se
reformó el gabinete económico. Maduro relevó entonces al dogmático
Jorge Giordani del Ministerio de Finanzas y lo sustituyó por Nelson
Merentes, que ha diseñado un mecanismo alternativo a la Comisión de
Administración de Divisas (Cadivi) para obtener dólares de forma legal
(en Venezuela rige un control de cambios desde febrero de 2003). Aunque
apenas se han efectuado dos subastas en el año, se espera que se
convoquen nuevas pujas con regular periodicidad. Al Gobierno le urge
corregir la reducción del 87,7% de la oferta de dólares por vías
alternas a Cadivi en el primer semestre de 2013. Este año se adjudicaron
apenas 639 millones comparados con los 5.197 millones del primer
semestre de 2012.
Todas esas concesiones al sector privado
no se corresponden con la estrategia asumida para enfrentar a la
oposición. Contradiciendo lo que vaticinaban los analistas el 15 de
abril —que sería imposible gobernar sin acuerdos políticos—, el chavismo
se ha seguido comportando como si el otro no existiera y ha estrechado
el cerco sobre sus rivales. Dos de los tres gobernadores de la oposición
están siendo investigados por la Asamblea Nacional por malversación de
fondos. Sobre la espalda del restante, Henrique Capriles, se cierne la
presunta responsabilidad de las nueve muertes ocurridas tras el rechazo
del estrecho resultado de las elecciones. El Gobierno amenaza cada tanto
con enjuiciarlo por ese hecho. Eso tal vez nunca ocurra, pero sí ha
logrado que el dirigente prefiriera seguir su reclamo en los despachos
de los tribunales y no en la calle.
Otros dos diputados, María Corina
Machado y Richard Mardo, serán investigados también. La antigua
candidata presidencial, por una escucha difundida por el Gobierno en la
cual criticaba a sus compañeros de la Mesa de la Unidad por la
estrategia seguida después de las elecciones. Mardo lo tiene mucho más
difícil. El Supremo encontró motivos para quitarle la inmunidad
parlamentaria y enjuiciarlo por blanqueo de capitales y defraudación
tributaria.
El Gobierno asegura que está haciendo
una lucha sin cuartel contra la corrupción sin distinciones políticas.
Pero en el chavismo solo caen peces chicos: 7 funcionarios de
migraciones en el Estado de Táchira, 14 ciudadanos acusados de cobrar
beneficios para entregar ayudas sociales, otras 7 personas relacionadas
con el desfalco al Fondo Chino. Maduro ha usado ese ejemplo para
aleccionar a los suyos. En eso sí se parece a Chávez, pero también en
otros aspectos: copiosas intervenciones en la cadena de televisión del
Estado, largas caminatas por la provincia para cumplir con el denominado
“Gobierno de calle” y bailes con la comunidad. El pasado domingo
también agregó otro hito al anunciar su primera expropiación. Sucedió en
el Estado de Apure, donde anunció la toma de un terreno para construir
viviendas. Poco antes anunciaba que había logrado “estabilizar la
revolución”.
@ELPAÍS
http://www.abcdelasemana.com/2013/07/26/maduro-se-afianza-en-el-poder-venezolano/
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