El presidente de China, Xi Jinping, centro, y el vicepresidente de
Venezuela, Jorge Arreaza, junto a su esposa Rosa Virginia Chávez,
durante una reunión el viernes en el Gran Palacio del Pueblo de Pekín.
EFE
Antonio Maria Delgado
adelgado@elnuevoherald.com
Y el tema comenzó a cobrar importancia durante los meses de agitación política que siguieron el fallecimiento de Chávez, comentó Erica Downs, experta del Brookings Institution sobre compañías de energía estatales chinas.
“La gente mira la situación en Venezuela y da la impresión que podría ser un país con un riesgo demasiado alto para amarrar esa cantidad de dinero”, comentó Downs.
En particular, al Banco de Desarrollo Chino (CDB) expresó preocupación por dudas de que el dinero no estaba siendo usado en los proyectos para los que debían ser destinados en vez de “terminar cayendo en los bolsillos de ciertas personas”, dijo Downs.
“También estaba la preocupación sobre si Venezuela tiene suficiente producción de petróleo para garantizar los préstamos”, expresó.
De La Cruz agregó que los chinos también venían quejándose que los despachos de crudos que la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) debía realizar para pagar los desembolsos anteriores no estaban cumpliendo con los términos y especificaciones que habían sido establecidos.
“A partir del 2011, PDVSA comenzó a cambiar el acuerdo, entregando menos cantidad de crudo y de productos a su contraparte china, aprovechando que un precio más alto de crudo le permitía cumplir con el pago de la deuda, intereses mas capital, con menos volúmenes, pero cambiando arbitrariamente los términos acordados”, dijo De La Cruz.
Bajo los términos negociados, todo excedente generado por altos precios del petróleo debía ir a un fondo en un banco chino para ser usado en futuros proyectos, pero Venezuela simplemente comenzó a enviar menos crudos, explicó el experto.
“Esa acción de PDVSA generó desconfianza entre los administradores del Banco de Desarrollo Chino, que en cinco años ya había otorgado $40,000 millones, al Bandes $36,000 millones y a PDVSA $4,000 millones”, comentó.
Además de los incumplimientos en los pagos, el uso de los fondos, y en especial el riesgos de que estén siendo malversados, también parece ser factor de importancia en las conversaciones, que esta semana continuaron bajo la dirección del vicepresidente Jorge Arreaza, quien se encontraba esta semana en Pekín.
Esas conversaciones, que se producen tras una visita similar semanas antes del presidente de la Asamblea Nacional Diosdado Cabello, fueron precedidas por el inicio en Venezuela de una cruzada contra la corrupción, que condujo a la detención de cinco funcionarios por su presunta responsabilidad en un desfalco de $84 millones del Fondo Chino-Venezolano y del Bandes.
“Tuvimos la oportunidad de decir a todos los miembros de la directiva del Banco de Desarrollo de China cuál fue la situación”, señaló Arreaza desde Pekín, luego que el presidente de la mesa directiva de la institución financiera dijera que el caso había “llamado mucho la atención de nuestro banco y del Gobierno chino”.
“La lucha contra la corrupción que emprendió en primer lugar Hugo Chávez y ahora Maduro es permanente”, dijo Arreaza.
El dinero es chino es buscado en momentos en que Venezuela atraviesa por una aguda escasez de moneda dura que amenaza con paralizar a la economía y disparar aún más una de las más altas tasas de inflación del planeta.
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