Hay un divorcio evidente entre la “partidocracia”,
ocupada en las municipales, y la sociedad civil que sufre las inclemencias de
una crisis económica y social sin antecedentes. Urge un nuevo
liderazgo.
En su libro “Cómo ganar o perder la elección
presidencial de 2.012”, publicado oportunamente, el brillante sociólogo José
Antonio Gil Yépez advertía sobre la debilidad orgánica de la alianza electoral
representada por la MUD, a la cual atribuía las sucesivas derrotas. Compartí entonces su opinión, la que tiene
ahora mayor vigencia que antes, por lo cual creo conveniente insistir en ella.
La primera debilidad de la MUD está en ser y
comportarse como una “partidocracia”.
Es una alianza de partidos, únicamente de
partidos. La sociedad civil no tiene acceso. Está excluida. No hay en su seno
líderes sociales, ni sindicales, ni gremiales. Sólo dirigentes de partidos. Esto
significa que es un club de políticos profesionales. De aquéllos que viven de la
política, para la política y por la política.
Esto trae una primera consecuencia
negativa: el aislamiento de la sociedad. El político profesional vive en su
mundo, distinto a los que tienen otra profesión o actividad. Agréguese la
segunda consecuencia negativa: la burocratización.
Eliminada la financiación de
los partidos por el Estado, proporcional a su votación, no hay posibilidad de
que el político profesional sea sostenido por el partido, por lo cual necesita de un empleo público. Sin
empleo público no hay carrera política en Venezuela. El régimen manipula esta
debilidad de la dirigencia opositora inventando una elección cada año y así la
convierte en electorera compulsiva, con la fijación en los cargos con presupuesto (alcaldías y
gobernaciones), porque son los que permiten sostener a su clientela electoral,
en primer lugar los activistas del partido.
De allí se deriva la anomalía de que
la oposición esté dominada y copada totalmente por empleados públicos (alcaldes
y gobernadores), lo que ha sido su perdición ya que la distancia de la lucha de
calle. De la burocratización se origina la tercera consecuencia negativa: los
partidos de oposición no practican la democracia interna.
Son partidos
entubados, sin alternancia en la directiva. Una vez pregunté a un político el
porqué seguían sin discusión lo que decidía el burócrata, su respuesta fue
explícita: porque él pone los reales.
La otra debilidad fundamental de la “partidocracia”,
representada en la MUD, consiste en que no se involucra a fondo en la lucha
social. No hace suyos los problemas de la gente. No organiza las protestas, ni
encauza y dirige las que surgen espontáneamente, ni les da prioridad en la
agenda. Podemos verlo con claridad en el momento presente. Cuando los
universitarios libran una lucha agónica por las universidades, qué hace la MUD?
Concentra su atención en las municipales de diciembre. Los viejos partidos se
hubieran puesto a la cabeza de los universitarios.
Cuando el pueblo siente el
agobio de la inflación, de la devaluación y la escasez, qué hace la MUD? Tiene
su atención puesta en las municipales. Los viejos partidos habrían organizado a
la gente para la protesta masiva y permanente. Viviría el país un estado de
agitación general. Cuando la inseguridad es insoportable, qué hace la MUD? Está
en campaña para las municipales. Nada de organizar protestas. Nada de conectar
con la gente en su angustia y convertirla en una fuerza activa para el cambio.
En fin, cuando todos somos víctimas de la explotación de Cuba, qué hace la MUD?
Ocupada en las municipales. No organiza y mucho menos dirige la protesta de los
profesionales y técnicos universitarios sustituidos por cubanos, de los
trabajadores empobrecidos porque Cuba se lleva los reales. Todo esto explica
porqué en un país con la más grave crisis económica y social de su historia no
haya una rebelión de las masas. Mientras los turcos, que viven bien, tienen en
jaque al gobierno, aquí, donde la estamos pasando muy mal, no pasa nada. Es la
mejor demostración de que por este camino seguirán las derrotas.
Hay, sin duda, un divorcio entre la “partidocracia”,
representada por la MUD, y la sociedad civil. Aquélla bloquea a ésta. No le da
entrada. Ante el bloqueo de la sociedad civil por la “partidocracia”, tendrá que
suceder lo inevitable: la emergencia de un liderazgo social surgido al calor de
la inaplazable oposición de calle. Y así romper con el círculo vicioso del
electoralismo.
LIBERACIÓN NACIONAL Y NO-REELECCIÓN
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