"Lo que natura non da, Salamanca non presta", es decir, que lo que la naturaleza no le da a la persona, la universidad de Salamanca -la más antigua y prestigiosa- tampoco se lo puede incorporar.
A menudo, nuestro inolvidable maestro y profesor, Héctor Mujica, cuando tropezábamos con alguien bruto, ignorante y que, según él, "llegó tarde a la cultura", lo condenaba con esa frase en latín, que hacía que entendiéramos frente a quién estábamos.
Es que en la universidad está la máxima expresión del saber y el conocimiento. Sin embargo, hay gente que nunca pudo llegar a la universidad y vive acomplejada por eso. Odia las universidades, la inteligencia, la cultura, el conocimiento y también a profesores, estudiantes y demás miembros de la comunidad universitaria. Tenemos la desgracia de que muchos de ellos alcanzan el poder casi por "carambola" y toca calarse ese tipo de individuos.
A comienzos de la Guerra Civil Española, en medio de los disparates y desastres, de la represión, la agresión y la violencia del franquismo, surgió la frase que sirve de título a la columna de hoy. Hubo un ministro que gritó la frase frente a los universitarios que lo desafiaban. Desde entonces sabemos, por haberlo vivido, o por haberlo estudiado, que las dictaduras odian el saber, la inteligencia, el conocimiento y la información. Además del complejo al que se alude antes, no pueden con sus sentimientos de minusvalía. Para superarlo, habría que tener talla de estadista. Como Rómulo Betancourt o el mismo Carlos Andrés Pérez, quienes públicamente hablaban de no haber podido graduarse, pero se habían educado, en un proceso autodidacta, aceptando de buena gana la asesoría de gente valiosa y universitaria, sin restarle méritos a nadie y sin complejos. Aclaro que eso lo sé por historias y anécdotas de gente que trabajó con ambos.
Se enfrenta la universidad venezolana a una nueva arremetida, consecuencia de la desesperación que tienen sectores profundamente reaccionarios por eliminar, justamente, la condición de universalidad del pensamiento, inherente al desarrollo y expansión del conocimiento. Odian la autonomía universitaria, factor fundamental en el proceso de evolución del saber, aspiran a someter la rebeldía de la juventud y pretenden homogeneizar el pensamiento. Sin saberlo -o justamente a causa de ello- son la verdadera derecha fascista.
Gloria Cuenca
Periodista/Prof. universitaria
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