(Este
texto fue escrito por Eleonora Bruzual, periodista y Editora de nuestro
Portal el 6 de abril de 2003, o sea, hace más de 10 años.
La
reflexión, la cita, la denuncia siguen vigentes como vigente es el mal y
la complicidad, por ello lo reproducimos hoy en el nuevo Gentiuno)
Texto:
Muchos son hoy los venezolanos, que ante este pavoroso tiempo que un enfermo tiranillo, abusador y bravucón nos pretende obligar a vivir y sobre todo con el auge de la Internet y el Correo Electrónico, que han revivido una vieja poesía, de la década de los 40s en el siglo pasado. Esto trajo hasta mí la necesidad de indagar un poco en la autoría de dicho texto, que para muchos es del dramaturgo alemán Bertort Brecht, para otros es casi un anónimo, y para los que nos hemos dedicado un poco a la búsqueda del verdadero creador, es de una víctima del nazismo.
Me
refiero a “Cuando vinieron…” cuyo autor fue Martin Niemöller pastor
protestante alemán, víctima del holocausto. Niemoller fue uno de los
millones de seres que la barbarie hitleriana conminó a un Campo de
Exterminio, del cual, milagrosamente sobrevivió, pudiendo huir hacia los
Estados Unidos de Norteamérica,
muriendo allí en 1984.
Muchos
son los lectores, visitantes y amigos que me han pedido reproduzca en
nuestros espacios este texto, como la reseña de su autoría. En un
momento difícil, cuando los riesgos de repetir la suerte de tantas y
tantas víctimas del totalitarismo y la barbarie, aquí copio esa
brevísima reflexión poetíca, capaz -como sólo el talento lo hace- de
resumir con fuerza abrumadora, la condición humana, esa que sabe o no
sabe de solidaridad, siente o no siente bondad, comparte o no comparte
luchas, defiende o no defiende la libertad…
Aquí la versión original:
First
they came for the Communists, and I didn’t speak up, because I wasn’t a
Communist. Then they came for the Jews, and I didn’t speak up, because
I wasn’t a Jew. Then they came for the Catholics, and I didn’t speak
up, because I was a Protestant. Then they came for me, and by that time
there was no one left to speak up for me. by Rev. Martin Niemöller,
1945
Aquí la versión más común que se ha traducido al castellano:
“Primero vinieron por los comunistas, y yo no dije nada, porque yo no era comunista.
Luego vinieron por los judíos, y yo no dije nada porque yo no era un judío.
Luego vinieron por los católicos, y no dije nada porque yo era protestante.
Cuando vinieron por mí -en ese momento- no había nadie que hablara por mí y me defendiera”.
Leo
en alguna parte en esta investigación nada ortodoxa pero si bien
fundamentada, que el texto de Niemoller está en los archivos de la
Biblioteca del Congreso de Washington DC, Estados Unidos, y dicho
registro tiene fecha del 14 de octubre de 1968, bajo el número 31.636.
En otra reseña, constato que un bibliotecario del Instituto Goethe, en
la ciudad de Munich, asevera que en Alemania, no existen dudas sobre la
autoría del texto, y todos los estudiosos coinciden que es de Niemoller.
Una última acotación se impone, y es aquella de resaltar que los militantes de una izquierda trasnochada, de una fusión perversa entre viejas ideologías y culto a la violencia, de un pacto entre terrorismo, resentimiento, mediocridad y sociopatías pretende siempre secuestrar todo poema, todo escrito, toda reflexión que hable, denuncie o combata la persecución y la privación de la libertad, buscando así impedir que el mundo sepa que el mayor número de crímenes, de vejaciones y de muertes los debe la humanidad a esa maldición que vestida de rojo sangre, utilizando la pobreza como base para sus planes, desconociendo la dignidad humana y justificando el terror como arma política conocemos como comunismo.
Hoy
llegó a Venezuela, y en menos de cinco años ha destruido al país,
dividido a su pueblo, empobrecido a millones de ciudadanos y levantado
una ola de terror y devastación que Dios quiera no arrase con todo y con todos… Pero aquí, escribiendo, me pregunto…
Cuando
los rusos, los polacos, los húngaros, los alemanes del este, los
silenciados de casi un siglo de horror requerían de nuestras voces
¿Cuántos hablaron? … Pero es que América está tan lejos y nosotros –por
suerte- no somos ni de centro Europa ni de aquellas lejanas estepas…
Cuándo Salvador Allende impuso a los esbirros cubanos sobre los
chilenos, y comenzaron a hacerse dueños del país quizá no dijimos nada…
¡No éramos chilenos!
Cuando
en Camboya el comunismo diezmó a la mitad de la población ni nos dimos
por aludidos ¿Dónde queda Camboya? ¡Ah sí! Que “bonita película “Los
gritos del silencio”… ¿quién escribió el guión?
Cuando Noriega persiguió, vejó y asesino al pueblo panameño ¿Alguien preguntó? Estoy casi segura que no, ya que no éramos panameños…
Cuando
las hordas sandinistas mataron, robaron y aterraron al pueblo
nicaragüense, ciertamente que no hicimos nada… Y cómo, ¡acaso éramos de
Nicaragua…!
Cuando
Fidel Castro fusiló, despojó, acribilló a inocentes, cuando hundió el
remolcador 13 de Marzo asesinando a niños, mujeres y hombres inocentes,
cuando secuestró a Elián con la complicidad del amoral partido
demócrata, cuando día a día muchos cubanos con el mismo corazón, los
mismos sueños y el mismo derecho a la vida que nosotros son devorados
por los tiburones en las frías aguas del estrecho de La Florida, alguien
puede decirme dónde hubo una marcha, una concentración, una protesta…
¡Pero que cosas tengo! Si no somos cubanos…
Cuando
en Afghanistan los talibanes vejaron, torturaron y fusilaron a las
mujeres porque simplemente para ellos no merecían ni igualdad ni
derechos humanos, cuando las encerraron dentro de las pavorosas burqas,
cuando desde estos mismos espacios pasamos años denunciando ese horror y
nadie se sensibilizaba ni nadie gritaba o manifestaba por ellas. Cuando
tuve que tragarme la ira –unos días después del 11 de septiembre de
2001- cuando un “Famoso y protagónico” líder comunitario y defensor de
los Derechos Humanos de Venezuela, me llamó para que interviniera en su
programa y contará lo que por años había venido denunciando y que el
recién “Descubría”… ¿Dónde carrizo estuvo mi rabia que no le reclame su
apatía cómplice?
Cuando
los terroristas palestinos e islámicos en general vuelan cafeterías,
autobuses escolares, sinagogas, y condenan al dolor tanto al pueblo de
Israel como a sus mismos pueblos ¿qué hacemos? Bueno… esa gente siempre
se ha matado… Y ni idea de quienes son, más de uno me dirá: no tengo ni
amigos ni familia por allá…
Cuando
la ETA patea la vida de inocentes habría que ver si es que esos vascos
son felices matándose… No somos vascos y tampoco españoles… Cuando la
narcoguerrilla colombiana masacra, viola, aterroriza… ¡Ay! ya es
suficiente dirán muchos…
De
pronto me encuentro gritando por la libertad de mis hijos, de mi gente,
por esta Venezuela en peligro, igual que tantos otros pueblos mártires y
pido a mi Dios que no nos cobre tanto pecado de omisión, tanta apatía,
tanto egoísmo, que haya todavía corazones solidarios y nobles que unan
sus gritos a los nuestros y el coro sea tan fuerte, tan único que jamás
los tiranos se confíen de esa mala costumbre humana de no defender al
que sufre, al que llora, al que le es arrebatada su dignidad, pido a mi
Dios que ante la solidaridad de tantos que ya se manifiestan, nos
permita corregir errores y nunca jamás volver a darle la espalda a los
perseguidos y esclavizados del “narcocomunismoterrorismo” disfrazados de
militancia política…

Eleonora Bruzual
Periodistaebruzual@gmail.com@eleonorabruzual
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