Por: POR ROGER NORIEGA Y FELIPE TRIGOS
Fuente: IASW
Las
elecciones celebradas el pasado domingo en Venezuela demostraron lo que
ya se esperaba: Un gobierno incapaz de adoptar la democracia como forma
de gobierno y decidido a convertir a Venezuela en un régimen
totalitario.
Comentaristas y analistas políticos han comparado la elección de Mexico en el 2006 con la del pasado domingo en Venezuela. La diferencia entre México y Venezuela en términos de solidez institucional, separación de poderes y respeto a la libertad de prensa es abismal. México, a diferencia de Venezuela, no es una autocracia y no está gobernada por la influencia directa de otro país (Cuba).
México ha ido consolidado su democracia desde el 2000 con la victoria de Vicente Fox del partido Acción Nacional (PAN) al derrotar al Partido Revolucionario Institucional (PRI), que había gobernado México por más de setenta años.
En el caso de Venezuela, desde 1999 a la fecha, la tendencia ha ido a la inversa y desde la llegada de Hugo Chávez al poder la democracia se ha ido desvaneciendo.
En el 2006 México vivió una de las elecciones presidenciales más estrechas en su historia contemporánea cuando Felipe Calderón del PAN derroto a Andrés Manuel López Obrador del Partido de la Revolución Democrática (PRD). El margen de diferencia en esas elecciones fue de tan solo .56%
Ante ese resultado, López Obrador argumento fraude, apoyo de los medios en favor de Felipe Calderón, una campaña ‘sucia’ y hasta una supuesta conspiración por parte de ‘mafias’ para robarle la elección. López Obrador no pudo comprobar una sola acusación y se negó a respetar una elección que fue vigilada por una de las instituciones electorales con mayor prestigio a nivel mundial, el Instituto Federal Electoral (IFE). La reacción de López Obrador fue completamente inconstitucional y provocó la paralización política del país por casi un año con el bloqueo de carreteras, negocios y las avenidas más importantes de la ciudad de México. La sed de poder de López Obrador lo llevó a autoproclamarse ‘Presidente Legitimo de México’.
El candidato opositor en Venezuela, Henrique Capriles Radonski, ha exigido pacificamente un recuento del 100% de las boletas electorales. Su mensaje no ha sido violento y tampoco busca dañar la estabilidad política de Venezuela.
Los números con los que cuenta Capriles supuestamente discrepan por completo con los presentados por el Consejo Nacional Electoral (CNE) en Venezuela. El CNE está regido por chavistas.
Capriles tiene todo el derecho constitucional y electoral para exigir una auditoria completa de los votos. El rector del CNE, Vicente Díaz, solicitó esta auditoria desde el domingo.
A pesar de haber aceptado la auditoria, Nicolás Maduro solicitó que fuera ratificado el lunes como presidente electo de Venezuela por el CNE, en contra de la recomendación de observadores internacionales, jefes de Estado, y líderes de opinión.
En México no hubo un solo observador internacional que considerara que la elección del 2006 se hubiera llevado cabo con violaciones a la constitución y con irregularidades que alteraran la validez del proceso.
En Venezuela existe suficiente evidencia material como para impugnar la elección y exigir que la Carta Democrática Interamericana sea invocada en Venezuela para salvaguardar la voluntad popular y la estabilidad política, económica y social de ese país. El Secretario General de la Organización de Estados Americanos ya se pronunció ayer a favor del reconteo y podría promulgar la Carta si el gobierno Cubano-Madurista no se apega al estado de derecho y respeta el mandato del pueblo.
Desde ayer, decenas de fotografías de boletas quemadas, transportadas sin autorización y tiradas en carreteras han sido publicadas en las redes sociales. Esta evidencia material comprueba que el régimen Cubano-Madurista se está deshaciendo de todas las pruebas.
México, la comunidad internacional y Estados Unidos deben apoyar al pueblo venezolano y defender la democracia. No se puede permitir que una dictadura que promueve el narcotráfico, el terrorismo y la ilegalidad acabe por socavar los vestigios democráticos que quedan en Venezuela. El pueblo de Venezuela habló y tenemos que apoyarlos.
Comentaristas y analistas políticos han comparado la elección de Mexico en el 2006 con la del pasado domingo en Venezuela. La diferencia entre México y Venezuela en términos de solidez institucional, separación de poderes y respeto a la libertad de prensa es abismal. México, a diferencia de Venezuela, no es una autocracia y no está gobernada por la influencia directa de otro país (Cuba).
México ha ido consolidado su democracia desde el 2000 con la victoria de Vicente Fox del partido Acción Nacional (PAN) al derrotar al Partido Revolucionario Institucional (PRI), que había gobernado México por más de setenta años.
En el caso de Venezuela, desde 1999 a la fecha, la tendencia ha ido a la inversa y desde la llegada de Hugo Chávez al poder la democracia se ha ido desvaneciendo.
En el 2006 México vivió una de las elecciones presidenciales más estrechas en su historia contemporánea cuando Felipe Calderón del PAN derroto a Andrés Manuel López Obrador del Partido de la Revolución Democrática (PRD). El margen de diferencia en esas elecciones fue de tan solo .56%
Ante ese resultado, López Obrador argumento fraude, apoyo de los medios en favor de Felipe Calderón, una campaña ‘sucia’ y hasta una supuesta conspiración por parte de ‘mafias’ para robarle la elección. López Obrador no pudo comprobar una sola acusación y se negó a respetar una elección que fue vigilada por una de las instituciones electorales con mayor prestigio a nivel mundial, el Instituto Federal Electoral (IFE). La reacción de López Obrador fue completamente inconstitucional y provocó la paralización política del país por casi un año con el bloqueo de carreteras, negocios y las avenidas más importantes de la ciudad de México. La sed de poder de López Obrador lo llevó a autoproclamarse ‘Presidente Legitimo de México’.
El candidato opositor en Venezuela, Henrique Capriles Radonski, ha exigido pacificamente un recuento del 100% de las boletas electorales. Su mensaje no ha sido violento y tampoco busca dañar la estabilidad política de Venezuela.
Los números con los que cuenta Capriles supuestamente discrepan por completo con los presentados por el Consejo Nacional Electoral (CNE) en Venezuela. El CNE está regido por chavistas.
Capriles tiene todo el derecho constitucional y electoral para exigir una auditoria completa de los votos. El rector del CNE, Vicente Díaz, solicitó esta auditoria desde el domingo.
A pesar de haber aceptado la auditoria, Nicolás Maduro solicitó que fuera ratificado el lunes como presidente electo de Venezuela por el CNE, en contra de la recomendación de observadores internacionales, jefes de Estado, y líderes de opinión.
En México no hubo un solo observador internacional que considerara que la elección del 2006 se hubiera llevado cabo con violaciones a la constitución y con irregularidades que alteraran la validez del proceso.
En Venezuela existe suficiente evidencia material como para impugnar la elección y exigir que la Carta Democrática Interamericana sea invocada en Venezuela para salvaguardar la voluntad popular y la estabilidad política, económica y social de ese país. El Secretario General de la Organización de Estados Americanos ya se pronunció ayer a favor del reconteo y podría promulgar la Carta si el gobierno Cubano-Madurista no se apega al estado de derecho y respeta el mandato del pueblo.
Desde ayer, decenas de fotografías de boletas quemadas, transportadas sin autorización y tiradas en carreteras han sido publicadas en las redes sociales. Esta evidencia material comprueba que el régimen Cubano-Madurista se está deshaciendo de todas las pruebas.
México, la comunidad internacional y Estados Unidos deben apoyar al pueblo venezolano y defender la democracia. No se puede permitir que una dictadura que promueve el narcotráfico, el terrorismo y la ilegalidad acabe por socavar los vestigios democráticos que quedan en Venezuela. El pueblo de Venezuela habló y tenemos que apoyarlos.
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