Nicolás Maduro ya es presidente de Venezuela. Juró el cargo este viernes, con tres horas de retraso, ante su
camarada y número dos del chavismo, Diosdado Cabello, Presidente de la
Asamblea Nacional. Presenciaron el acto presidentes y primeros ministros
de 14 naciones. Las fuerzas armadas le rindieron honores.
Pero las pompas de la ceremonia no pudieron apagar las expresiones de
la crisis política que se vive en Venezuela desde el domingo pasado,
cuando las elecciones dieron el triunfo a Maduro con 1% de ventaja sobre el opositor Henrique Capriles Radonski, quien se negó a reconocer el resultado y pidió un recuento de votos.
Cuando Maduro recibía la banda de presidente, un estruendoso cacerolazo sonaba en toda Caracas.
Ni siquiera el nuevo mandatario consiguió eludir el tema, que le
acucia personalmente y a la gobernabilidad del país. Inició su discurso
de aceptación del cargo pidiendo, frente a muchos de sus colegas que la
noche anterior se reunieron en Lima para respaldarlo -y a cuya
declaración dio lectura-, que Dios le diera “la sabiduría necesaria para
saber tender la mano a quienes no votaron por mí”. A pesar de ese
preámbulo, dedicó buena parte de su discurso a denunciar a una oposición
que, según el ex dirigente sindical, es xenófoba, racista, saboteadora y
golpista.
“Hay que desinfectar la sociedad de esos valores que
alimentan la violencia”, invitó al país.
A pesar de las invectivas, Maduro se dijo dispuesto a “conversar con
el Diablo, que Dios me perdone, o con el nuevo Carmona”, refiriéndose a
Capriles, al que compara con Pedro Carmona, el empresario que ocupa de
manera espuria la presidencia de la República cuando Hugo Chávez fue
desalojado por 47 horas en abril de 2002.
Llamó a valorar, a pesar de su estrecha ventaja, la victoria
electoral del 14 de abril, a la que calificó de “histórica y heroica”.
Enumeró entre los atenuantes de su merma en el apoyo de los votantes, la
desaparición del comandante, el boicot al suministro eléctrico, y la
escasez de bienes de consumo, que achacó a una guerra económica de la
burguesía.
Confirmó que ha recibido cartas de todos los ministros del gabinete
ejecutivo en las que ponen sus respectivos cargos a la orden, de modo de
facilitar. Agradeció el gesto.
Al comienzo del acto, un espontáneo abordó a Maduro en el presidio y le arrebató el micrófono,
incidente que mostró una grave brecha en la seguridad del nuevo
presidente, quien no dejó de notarlo: “Han podido darme un tiro acá”,
dijo minutos más tarde, al reanudar su intervención. El transgresor
luego fue identificado como Yendrick Sánchez, un joven del estado de
Zulia (occidente de Venezuela) que se dedica a irrumpir en eventos
públicos, como ya lo hizo en un mitin de Capriles Radonski. Al momento
de cerrar esta nota no se conocía si fue detenido o si se le ha imputado
algún delito.
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