No hay nada más difícil, para
aquellos los que gustan hacer públicas sus opiniones y análisis, por más
errados o acertados que sean, que dirigirse a un público notoriamente sensible
a lo que se va a abordar, sin temor a ser malinterpretado e incluso etiquetado
erradamente por no expresar las ideas que se quieren escuchar. No obstante,
asumiré el riesgo.
He leído varios análisis de
lo que pasó en el país el 14 de Abril, un lado lo observa lógico y natural
obviando la pequeña brecha que lo separa de haber experimentado una derrota y,
el otro lado, con documentos en mano, hace eco de situaciones irregulares que
pudieron haber inclinado la balanza de manera favorable a sus aspiraciones. Obviamente
hay otros, más aguerridos, que han hablado nuevamente de fraude y a través de
videos y esquemas, explicaciones técnicas y otros artilugios ofrecen sustento a
esa teoría.
Sin embargo creo que la
lectura debe ser otra, una que desafíe nuestras emociones y nos obligue a ser
más objetivos, ya que, solo al ver con claridad y sin el velo de lo que pudo
ser y no fue, será posible explorar soluciones reales y no limitarnos a simples
acciones repetidas y estériles.
El
resultado del 14-A
En mi artículo De Cara al 14A
http://persardenuevo.blogspot.com/2013/03/de-cara-al-14a.html
hice una
afirmación de la cual, estoy seguro, ningún miembro de la Mesa de la Unidad y
del Comando Simón Bolívar desconocía: “mientras
las condiciones electorales fueran las mismas del 7-O estábamos en desventaja”.
Pinilla lo ilustra muy bien en la
siguiente gráfica:
(Aunque el brazo debería decir “Oposición” en lugar de “Capriles”, puesto que no se trata sólo de él)
Era algo básico y elemental,
¿cómo podía pretender la oposición lograr su objetivo con las mismas
condiciones que había criticado apenas unos pocos meses atrás? La idea del voto
masivo, recordando la experiencia de Chile frente a Pinochet (1988), sonaba
prometedora e inspiradora, pero no tomaron en cuenta que esa votación
(plebiscito) fue manual y no electrónica y que la Venezuela de hoy no es el
Chile de ayer.
Cualquiera puede alegar que
el tiempo era muy corto para lograr cambios significativos en las condiciones
electorales, pero no es así. Lo que ocurrió es una evidente falta de
planificación y estrategia de los que se han auto-designado representantes de
la oposición venezolana.
Veámoslo así, cuando el 2006
la oposición perdió las elecciones quedaban dos opciones posibles: esperar al
2009 y solicitar un referéndum revocatorio o dejar que Chávez culminara su
mandato y someterse a las elecciones presidenciales de 2012. Como todos sabemos
esto último fue lo que se hizo, pero esa espera de seis años debió haberle dado
tiempo suficiente a la oposición de organizarse y planificar, dentro de las
tareas que tenía pendiente estaba la exigencia de mejores garantías
electorales, pues, independientemente de lo que se piense, ese es el punto
neurálgico de todo el proceso. Pero no se hizo, al menos no de manera
contundente y determinante. Tampoco lo hicieron en 2010 cuando faltaban dos
años para las elecciones presidenciales.
Como ciudadanos podríamos
suponer que, políticamente, estaban deshabilitados para hacer tales exigencias
pues, en 2011, la oposición, aún contando con organizaciones como Súmate, por
citar un ejemplo, hace uso del CNE –que hoy critican y señalan–, para elegir al
candidato de la Unidad, manifestando con ello que: 1) Confían en el árbitro y
2) Que el proceso es confiable. ¿Cómo decir luego que no lo es? Si funcionó
para ellos, ¿qué impide que funcione para todo el país?
Otra de las cosas que pueden
justificar la ausencia de exigencias firmes y contundentes de más y mejores
garantías electorales fueron las apresuradas declaraciones de Capriles
aceptando el triunfo de Chávez el 7-O a pocos minutos de ser anunciado por el CNE;
tales imágenes y sonidos quedaron en la memoria colectiva de quienes lo
apoyaron, si él, el ahora llamado máximo líder de la oposición, se paró frente
al país y asumió su derrota, tenía que responder a que los escrutinios
reflejaban la realidad, no podía ser de otra manera… ¿o sí?
El punto es que no ante la
opinión publica se dijo que el tiempo era corto para exigir mejoras, aunque el
mandado fue hecho tanto por la MUD como por otros representantes opositores, en
pleno conocimiento que pasaría nada, que las condiciones iban a ser las mismas
(es utópico pensar que no lo sabían) y también se delegó la responsabilidad en
los estudiantes para que el pueblo venezolano percibiera que no se había dejado
de ejercer presión por ello.
Pero las condiciones fueron
las mismas del 7-O y los resultados, por más pequeñita que haya sido la brecha
y aunque esté sujeta a un “mientras tanto”, fueron los mismos que los del 7-O.
Claro, obviamente no fueron
los mismos en términos matemáticos, pues se sabe que la oposición ganó más de un millón de votos si se compara con los
anteriores comicios; hago referencia a términos absolutos.
Para ilustrar mi afirmación la
pondré en un ejemplo sencillo y cotidiano: Si al jugar la lotería usted compra
el 14 y sale el 15, sí, es cierto, usted perdió por 1 punto, pero así hubiese
salido el 14,01 o el 13.99 (si pudieran salir esos números, por supuesto)
igualmente no es el 14 que usted jugó, serían números totalmente distintos por
lo que, sea como sea, no ganó.
La denuncia de vicios,
excesos, irregularidades y cuanto se pueda señalar se ha convertido en un anuncio
esperado en los últimos 14 años, cosa que no fue tan publicitada el 7-O aunque
sin duda tuvo que haber ocurrido algún caso en esa fecha, sin embargo, que
Capriles haya salido a denunciar las irregularidades y no aceptar el triunfo
del otro candidato era algo que quienes lo apoyan esperaban y que políticamente
estaba obligado a hacer, pues, si volvía a repetir que había perdido él y no el
país y que “el tiempo de Dios es perfecto” habría causado tal decepción y
rechazo que sus días como político de masas hubieran desaparecido de inmediato.
En lo que respecta a los
resultados, hayan sido los correctos o no, por más esperanzados que se
estuviera de lograr un cambio, ante una realidad como la que vive el país,
resultaba prácticamente obvio que no serían distintos a los que se anunciaron.
Obviamente que las
concentraciones opositoras parecían pronosticar un triunfo seguro, fueron
imponentes, sobrepasaron las expectativas e ilustraron el deseo de cambio que se
expresaba en sus discursos. Pero los deseos y las buenas intenciones por sí
solas no han cambiado jamás el curso de la historia, se requiere de acciones
que modifiquen lo que impida su realización y esas acciones pasan por crear
condiciones más equitativas, transparentes y confiables para los futuros comicios.
La oposición podía ganar y
pudo haber ganado, pero si y sólo si hubiese logrado impulsar mejoras en las
condiciones electorales, al no hacerlo, incurrió en el error de la Libere, esa
a la que hace referencia Esopo en su fábula, la Liebre, que era más ágil, más
rápida y más enérgica pero que se confía de su superioridad ante la torpe y
lenta tortuga, siendo ésta última quien finalmente termina por ganar la
carrera.
Como no se trata de hacer
leño del árbol caído, les dejo aquí 3 propuestas factibles que pueden cambiar
el futuro del panorama electoral, si se logran implementar:
Como se insiste en que la
votación sea electrónica, pues ninguno de los lados se ha plantado en que no lo
sean, entonces:
- Instalación de pantallas que muestren el comportamiento a nivel nacional e internacional del voto en tiempo real: Sí, ¿por qué tiene que ser un misterio la totalización de los votos? ¿por qué tiene que hacerse encerrados en una sala sin observadores, testigos y medios de comunicación? Ni el CNE es el cónclave ni estamos eligiendo a un Papa. Tal y como ocurre en los juegos de béisbol y fútbol, por citar dos, bien podría existir un marcador electrónico que indique quien va ganando y quien va perdiendo. Sin secretos, sin maquillaje, sin negociaciones. Y, para garantizar el secreto del voto (casi imposible hoy día porque las personas abiertamente se declaran simpatizantes de un lado o del otro) la actualización se haría cada x votos para que así no se sepa por consecutivos por quién votó cada persona. ¿Quieren votos electrónicos? Chévere, busquemos soluciones electrónicas.
- Hacer uso de las redes bancarias: Uno de los sistemas más susceptibles a ser auditados y con menores posibilidades de error es el sistema bancario. Si usted tiene 100 y gasta 50, de inmediato, esté en China o en Maturín su saldo se actualiza a los 50 restantes. ¿Por qué no hacer uso de las redes bancarias para que el voto se emita desde ellas? ¿No son los bancos entidades seguras sin la presencia militar? ¿No lo serían aún más ese día con el resguardo de ellos? Los domingos, días escogidos para las elecciones, no son hábiles para los bancos, por lo que sus instalaciones bien podrían utilizarse en lugar de las escuelas y, hasta donde sé, la red bancaria es aún más prolifera, confiable y segura. ¿Quieren votos electrónicos? Chévere, busquemos soluciones electrónicas.
- Hacer uso de las telecomunicaciones y redes sociales: A través de una página web podría monitorearse en tiempo real (ahí si no hay problema que sea segundo a segundo) el comportamiento de las votaciones, puesto que sólo se verían cómo cambian los números y lo podría hacer cualquier venezolano en cualquier momento y en cualquier parte del mundo. Y, así como mandan mensajes de texto invitando a votar, cada tanto (según lo haya elegido el ciudadano) le llegaría un mensaje con los resultados hasta ese momento. Si no quieren recibir textos se podría revisar en una cuenta en Twitter o bien en una página de Facebook oficialmente abierta. Para los que no creen que esto es posible los invito a visitar la página: http://countrymeters.info/es/Colombia/ donde minuto a minuto se muestra cómo se comporta la población entera de Colombia (más de 47 millones de habitantes) en un mismo lugar y en tiempo real. Si se puede hacer con ese número de personas, ¿no se va a poder hacer con 18.9 millones de votantes? ¿Quieren votos electrónicos? Chévere, busquemos soluciones electrónicas.
Por supuesto que tengo más
ideas, pero no le voy a hacer la tarea a quienes deberían ser los responsables
de proponerlas y ejercer presión hasta que se implementen, a menos que me las
pidan apropiadamente.
Cosas como estas debieron
pensarse y proponerse en el pasado, no se hizo; bueno ahora tenemos tres años
(si se piensa en un posible revocatorio) o seis para que los 7.5 millones de
venezolanos que deseamos un cambio exijamos más y mejores condiciones, no
esperemos que lo hagan quienes nos han hecho perder 14 años aplicando las
mismas viejas y gastadas formulas políticas de siempre.
Las
auditorias de los elementos restantes
Cuando Capriles declaró que
exigiría las auditorías la mitad del país se esperanzó de tal manera que no
quedó olla alguna sin una abolladura, pero al hacerlo se obvió la posibilidad
que a los resultados de las elecciones se le diera el tratamiento de “cosa
juzgada” y por ende, una vez anunciado, proclamado y juramentado el presidente
no habría marcha atrás. Y por los vientos que soplan así va a ser. Basta con
repasar las declaraciones de Sandra Oblitas del CNE cuando aseguró que “los
resultados son irreversibles, la
auditoria no los cambia” (ver video: http://dolartoday.com/video/cne-los-resultados-son-irreversibles-la-auditoria-no-los-cambia/). Obviamente se
podrá recurrir a instituciones internacionales, pero sin duda llegaremos a la
mitad del mandato sin tener una respuesta de alguna de ellas, como ha sucedido
en el pasado.
¿Qué
hacer?
Einstein decía
“hay dos formas de ver la vida: una es creer que no existen milagros, la otra
es creer que todo es un milagro”, y dentro del realismo mágico, los venezolanos
encontramos nubes con la forma del país, palomas blancas y cuanto consideramos
posible tildarlo de una señal divina del triunfo de Capriles. No sobraron
símiles como el de “David contra Goliat” y otro, muy exagerado, como el expuesto por Guillermo
A. Cochez cuando eleva a Capriles a la figura de Jesús al tuitear
el pasado 18/4: “El Señor te ayudará a sacar a fariseos del Templo. Lo ensucian
con sus trampas e inequidades”. Por lo tanto:
- Tenemos que dejar de endiosar a los candidatos, la oposición se refiere hoy a Capriles como ayer lo hacía una mayoría con Chávez y eso no ayuda ni muestra síntomas de madurez política. Hemos llegado a esta realidad del país por empeñarnos en perseguir a un mesías.
- Tenemos que dejar de esperar milagros, de buscarlos desesperadamente en cuanto acontecimiento ocurra. ¿Queremos un milagro? ¡Seamos el milagro!
- Si no podemos reingeniar al Estado, porque se perdió la posibilidad, al menos reingeniemos a la oposición, ya es evidente que las tácticas y estrategias que han usado son ineficientes e ineficaces. Actualicemos el programa, creemos una MUD 2.0, algo que deje atrás lo obsoleto y de cabida a ideas y acciones (democráticas, pacíficas y ajustadas a ley) nuevas y brillantes.
- Se sabe que Abraham Lincoln falló durante 28 años seguidos antes de lograr ser el presidente de los Estados Unidos, creo que ese no debe ser un aliciente para la oposición, ella no se puede dar el lujo de seguir perdiendo y para ello necesita dejar de hacer lo que ha hecho siempre: escoger, vender y endiosar a un candidato. En su lugar debe crear a un equipo, no con la misma gente, no con las mismas líneas políticas, sino con mentes cuyo único compromiso sea el bienestar y el progreso del país, no una tolda, un proyecto o un color.
Einstein también
dijo: “locura es hacer la misma cosa una y otra vez esperando obtener
diferentes resultados”, y es obvio que en 14 años la oposición ha seguido
repetidamente la misma línea de acción; no creo que esta frase sea tan difícil
de entender.
http://persardenuevo.blogspot.com/2013/04/la-liebre-y-la-tortuga.html
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