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Estimado Candidato Presidencial:
Enrique Capriles Radonski
Lo que escribo en este momento bien puede representar un riesgo para mí
y el futuro del bebe que muy alegremente estoy esperando; sin embargo, el
compromiso de sentirme ciudadano se lo exige a mi conciencia, en el
reconocimiento del momento histórico que estamos viviendo. Por esto no escribo
en anónimo, sino estampando la firma de mi identidad como Venezolano nacido y
queriendo esta patria.
Soy Servidor Público, representante del Estado (y óigase bien, del
Estado, mas no del Gobierno) el ente que cumple las funciones de atención y
control, en beneficio de los ciudadanos. Asimismo he tratado de constituirme
como incipiente investigador de esta realidad muy poco tratada por
especialistas, la del trabajador público. Llevo cumpliendo estas funciones
desde hace suficientemente tiempo y en diferentes instituciones, como para
validar las aserciones e ideas que en este momento necesito expresar.
Usted ha dicho en varias oportunidades que nosotros, los trabajadores
del Estado, no debemos preocuparnos por nuestra estabilidad laboral, para
cuando usted quede elegido Presidente de la República. Celebro y atiendo sus
palabras, en la fe del cumplimiento; pero le reitero a la vez la necesidad de
colocar la lupa en la función pública con seriedad, razón y respeto; en tanto
que la desatención e irresponsabilidad, sólo se ha superado por el continuo
ambiente de persecución, amenaza y miedo en el que un importante número de
nosotros hemos tenido que desempeñar nuestra vocación en beneficio y sustento
de nuestros familiares y seres queridos.
Una compañera alguna vez me preguntó si de verdad yo estaba seguro sobre
si había manera de que nuestros jefes y gobernantes no conocieran la decisión
de voto que uno ejerce detrás del paraban. Ésta no es más que un simple y
pequeño ejemplo del terror sembrado. El mismo temor con fundamento y que se
expresa sobre las capta huellas, la transmisión de datos, las evidentes
desigualdades del órgano rector electoral, etc., etc., etc; son los elementos
que pretenden enviar el mensaje de que todos los flancos están cubiertos por
este Poder desenfrenado, y que pretenden que la influencia autocrática extienda
sus brazos hacia todas las dimensiones de la vida social e individual de los
ciudadanos.
Pude responder a mi compañera de
forma tranquilizadora y desmintiendo cualquier tipo de amenazas y abusos, recordando
el éxito de la dignidad en otras elecciones históricas donde el absolutismo era
peor, como en el caso de Pinochet; pero también a partir de los conocimientos
que se extraen de los trabajos publicados, de lo que se consigue en los medios
de comunicación; y también a partir de los mismos señalamientos de la Mesa de
la Unidad, asumiendo una garantía endeble de unos dirigentes que aunque se
reconocen comprometidos con un cambio en Venezuela, han dado muchos tumbos que
generaron en algún momento desconcierto.
Más allá de cualquier garantía, he tratado de actuar políticamente de
conformidad a mis convicciones, a mi formación, y mi condición de ciudadano con
capacidad de decidir éticamente, por eso me he definido como opositor desde el
mismo año de 1998. Sin embargo, nunca dejará de asombrarme, entristecerme y
preocuparme la manifestación de varios compañeros y compañeras de la
Administración Pública que me han confesado tener que votar por una opción que
no es la de su preferencia; sólo por el miedo que le infunden las sospechas de
que se pueda dar a conocer, no sólo la intención real del voto, sino hasta el contenido
de nuestros fueros internos. Con esto, el temor es también la presunción real
de consecuencias graves sobre nuestros puestos de trabajo por razón de lo que
podríamos estar pensando; gracias a este universo orwelliano en el que hemos estado
sometidos ante el poder de un díscolo Gran Hermano socialista del siglo XXI,
abusivo y degradante.
Debo confesar que cuando usted salió como candidato en las primarias, yo
no estaba muy convencido de su propuesta o sus capacidades. Aunque mi voto
siempre ha estado claro, de alguna manera sentía que faltaba discurso y
penetración popular; sin embargo trabajé desde la pequeña trinchera que nos
permite nuestra acción individual, cuidando los riesgos que podría representar
para mi trabajo, aunque asumiendo el riesgo con certeza. Hoy debo extender más
todavía mi confesión, hasta asumir que mi voto este 14 de abril, más allá de
ser por la opción contraria, es un voto absolutamente convencido de su
propuesta. Yo le doy el voto de mi confianza. Siento con gusto, alegría,
respeto y admiración que su crecimiento político y su liderazgo se ha formado y
constituido con más seguridad, conocimiento y fortaleza en esta campaña. Que
ahora sí ha podido demostrar más entereza, más capacidad y claridad sobre el
horizonte del país que nos merecemos todos, en condiciones de igualdad
económica, social y política. Esto me lleva a crear una imagen de usted como la
del venezolano común, aquel mismo como yo, que le toca crecer, madurar y
formarse de frente a los avatares y embates que siempre surgen en el camino.
Hoy usted me convence más que nunca como futuro Presidente de esta patria.
Sin embargo, me preocupan un poco todas las promesas electorales. Lo que
más me preocupa, para serle sincero, es que éstas sean sólo electorales y que
no se materialicen en acciones reales y concretas de gobierno y gestión social.
No lo digo porque dude de sus buenas intenciones, sobre todo porque me parece
que todas las observaciones que ha hecho sobre la situación nacional en todos
los rubros, y sobre la actitud y actuaciones del gobierno, son muy atinadas,
correctas y además las comparto completamente. Pero justamente por esas
condiciones tan paupérrimas en las que han dejado al País, me cuesta mucho
creer que sea posible arreglar todo tan pronto y con tanta celeridad. No es que
no tenga fe en que se pueda lograr, pero es importante hablarle al pueblo con
cierta sinceridad, más allá de lo electoral. Así como le tocó a una de las
figuras políticas más importantes del siglo XX, Winston Churchill, cuando
asumió su primera magistratura en plena II Guerra Mundial, que le ofreció al
pueblo inglés lo necesario para la victoria: “sangre, sudor y lágrimas”. Sí
creo y es importante que todos nos unamos en la claridad de que lamentablemente
tendremos que hacer esfuerzos y sacrificios para recuperar este país. En todo
caso, lo importante es que asumamos con claridad ese sacrificio, pero avanzando
siempre en el rumbo en la fe y confianza que deben asegurarnos unos dirigentes
serios, comprometidos y preparados para afrontar el liderazgo y las medidas
correctas, rompiendo con tanta improvisación que ha caracterizado esta etapa
oscura de nuestra historia, y afianzando esa cultura de trabajo duro que nos ha
caracterizado siempre a los venezolanos.
Recuerde en todo momento que este pueblo ha crecido políticamente, y que
si bien le falta aún madurez, está claro sobre la importancia de las conquistas
sociales. Nunca será posible en esta sociedad la inclusión de ningún tipo de
paquetes o medidas anti-sociales, neoliberales ni antihumanas, confío en que
usted está consciente de esta premisa, y en la claridad que debe tener sobre lo
que viene una vez alcanzada la victoria en estas venideras elecciones. Le
tocará llevar una de las primeras magistraturas más difíciles de nuestra
historia republicana. Recuerde la gran cantidad de votos oficialistas que
formarán parte de la oposición más dura y crítica que haya tenido presidente
alguno. Recuerde la enorme fractura entre hermanos y compatriotas que esta
revolución sembró irresponsablemente como herramienta para asentar su poder; y
la necesidad de abocarnos urgentemente hacia la necesaria reestructuración de
este tejido social, de la reconciliación sin represalias, que debe llevarse con
la tolerancia, humildad y perdón comparables a la de un Nelson Mandela; siempre
y cuando no se toquen ni se malogren los programas sociales ya existentes. No
podemos tampoco caer en el satanismo de que todo lo hecho anteriormente no
sirve; o que haya de hacerse de nuevo, retrocediendo en aquellas cosas del
gobierno anterior que es positivo y recuperable.
El Centro Gumilla, con toda una larga experiencia en las comunidades,
elaboró una importante investigación donde se determinó que la mayoría de la
población venezolana, aún cuando no creyesen en el gobierno o la ideologización
grosera de los personeros del poder; sí tiene confianza en el socialismo,
aunque nadie sepa qué es exactamente. Aquí quisiera recordarle las ideas y
palabras de Luis Ugalde, el mismo Rector que usted y yo compartimos en nuestra
alma mater, quien en sus artículos insiste en que una cosa es la economía y
otra la sociedad. Nunca podremos reducir la segunda a la primera, por eso ni
socialismo ni capitalismo, podrán definirnos como pueblo. En cambio a esto, el
padre Ugalde lo dice con firmeza:
“La economía tiene sentido como base e
instrumento para la libertad y la dignidad de todos en un mundo en paz. El
mercado sólo no pone la economía próspera al alcance de todos los pueblos; se
requiere desarrollo espiritual, con convicciones éticas vigorosas que inspiren
y modelen la conducta humana, le den valor y sentido a la vida y a la economía
y desarrollen leyes e instituciones fuertes y eficaces”.[1]
Ese debe ser su principal norte Sr. Presidente Capriles: desarrollo del
humanismo, de la espiritualidad en esta sociedad y la creación y
fortalecimiento de las leyes e instituciones en nuestro país. Y en ese sentido,
le pido que revise la administración pública, que vuelva su mirada ante lo que
significa la fuerza laboral que somos representantes del Estado ante la
ciudadanía. Por favor despartidicenos (ojo no es que nos pase de un partido a
otro), asegúrenos que podremos cumplir nuestras funciones y nuestro servicio
sin miedo, sin amenazas, sin chantajes. En vista de que ha puesto como bandera
de su candidatura el desarrollo de la educación a todo nivel y en todo el
territorio nacional, procure revisar la falta enorme de formación que estamos
sufriendo los servidores públicos. Revise esa condición constante y terrible de
tercerizados que todavía predomina de forma ilegal e injusta en la
administración pública, también como herramienta de chantaje.
Quizá no sea yo el más capaz para realizarle sugerencias, o asesorías,
ni nada de eso. En realidad no es mi intención, lo que sí quiero es expresar mi
voz como ciudadano, esa misma voz que me he callado o que han convertido en
silencio estridente por más de 14 años. Lo que quiero es aprovechar esa
necesaria condición de escucha que usted ha demostrado para exponer mi
preocupación como venezolano comprometido con mi nacionalidad.
Una vez más reitero mi admiración hacia usted, y no sólo le expreso mi
apoyo electoral sino la voluntad de ponerme a la orden para seguir construyendo
este nuevo camino de recuperación de la patria.
Mis Saludos.
Guillermo E. Pérez R.
http://aperturaven.blogspot.com/
[1] Luis Ugalde: ¿Capitalismo antihumano? Artículo de opinión de El
Nacional, sábado 6 de junio de 2009. Disponible en: http://www.analitica.com/va/economia/opinion/2598968.asp
http://aperturaven.blogspot.com/
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