Gustavo Coronel domingo, 24 de marzo de 2013
Quienes recordarán a Hugo Chávez por mayor tiempo? La gente no muere de inmediato en la conciencia popular. Se va muriendo. Sin embargo, nos parece asombrosa la rapidez, apenas semanas, con la cual su recuerdo parece diluirse, como la sal en el agua, entre los grandes sectores que recibieron sus dádivas. Paradojicamente serán sus victimas quienes lo recuerden por mayor tiempo. En paralelo, es posible que a Nicolás Maduro lo olvidemos aun antes de llegar a conocerlo. Así de incoloro es. Se oye pero no se escucha. Se ve pero no se mira. Su presencia es ectoplásmica. Hasta los más vehementes seguidores del régimen murmuran: “es un fantasma del difunto”.
Es preciso evaluar objetivamente el comportamiento de estos dos personajes, basándonos en lo documentable. Al hacerlo nos damos cuenta de que son los mayores vende patrias que haya tenido la historia venezolana. Hemos tenido presidentes buenos, regulares, malos y pésimos pero nunca, que sepamos, presidentes o encargados que hayan entregado la soberanía política y económica del país y que hayan pisoteado nuestro gentilicio con tanta desverguenza. El crimen de estos personajes vivirá en las páginas negras de nuestra historia por mucho más tiempo que el recuerdo de los personajes mismos.
Y no insulto gratuitamente. Digo la verdad. Aquí enumero algunas de las evidencias, todas comprobables:
Gracias a las actitudes celestinas de la pareja se encuentran hoy en Venezuela un número indeterminado de cubanos, unos 40.000 o más. Están enquistados en los más diversos sectores de la administración pública, aun en las posiciones más delicadas: la militar, la de identificación, la de puertos y aeropuertos, la de compras en el exterior, la agrícola, la de inteligencia (espionaje), la de adoctrinamiento ideológico en las universidades chimbas del régimen, la del deporte, la de alfabetización de adultos, la de prestación de servicios médicos diversos, la petrolera, la eléctrica.
Algo nunca visto en ningun país que se diga soberano;
El difunto se entregó en brazos de médicos cubanos, quienes han sido recientemente condecorados por Maduro, sin que sepamos en Venezuela si son especialistas en la aflicción que mató al difunto o si fueron los esfuerzos mál dirigidos de ese grupo los que mataron al difunto. No existe historia médica conocida, autopsia publicada, certificado público de fallecimiento, sitio, fecha y causas explícitas de la muerte. Ningun tribunal de país civilizado aceptaría esta muerte como natural (Luisa Estella, favor abstenerse). El difunto tenía derecho a esa elección de entregarse en manos cubanas de haber sido un ciudadano común. Pero no, era el presidente del país y le debía respeto y transparencia. No le dió ni lo uno ni lo otro.
El difunto y Maduro fueron cómplices en la entrega a Cuba, desde 2004, de unos 100.000 barriles diarios de petróleo venezolano, en condiciones notoriamente desfavorables para la nación. Y encima de ello, aceptaron que Cuba facturara y facture a la nación millones de dólares extras por “servicios” de naturaleza difusa. Yo estimo el monto del traspaso de riqueza venezolana a la Cuba castrista durante los últimos nueve años en unos U.S. $25.000 millones, una suma colosal que ha sido sustraída a sus legítimos dueños, los venezolanos, por razones ideológicas y perversas de naturaleza sado-masoquista.
Chávez y Maduro llevaron a cabo una política de dádivas masivas a sus aliados ideológicos en la región: Nicaragua, Bolivia, Ecuador, Argentina, Uruguay, algunos países del Caribe, a fin de consolidar su influencia política hemisférica. Es imposible saber con precisión la magnitud de las dádivas, pero estamos hablando de miles de millonesde dólares que eran de los venezolanos.
En edificios públicos, cuarteles y en los más diversos sitios de nuestro país se ha visto ondear la bandera cubana, en algunas ocasiones hasta de mayor tamaño que la nuestra. Eso es inaceptable y demuestra una actitud de sumisión clara frente al régimen castrista. Maduro ha sido visto en público ataviado como un castrista.
En algunos actos oficiales el himno cubano es cantado al lado del nuestro.
En sus discursos, tanto Maduro como el difunto adoptaban y ahora adopta Maduro un acento cubanoide repulsivo, sobre todo al tratar de hablar de una supuesta “revolución” que solo ha existido en sus rústicas mentes.
Las áreas de la Faja del Orinoco han sido entregadas, a dedo, a empresas de países socialistas o de regimenes autoritarios como Cuba, Vietnam, Bielorrusia, China o Rusia, sin experiencia en el desarrollo de petróleos pesados (con excepción de Rusia) y sin verdadera capacidad tecnológica para construír plantas de mejoramiento. El resultado ha sido desastroso y representa, probablemente, uno de los mayores crímenes contra la nación bajo este régimen. En el mayor deposito de petróleo pesado del planeta el aumento de la producción en 2012 fue de 25.000 barriles diarios, es decir, el rugido de un ratón.
El endeudamiento con China, cercano a los U.S. $40.000 millones, ha sido contratado bajo términos esencialmente desconocidos por la nación, contra pago de petróleo a futuro, con descuentos en el precio del petróleo entregado, sin que se sepa el destino del dinero recibido. Este grave compromiso resta flexibilidad a la industria petrolera y la ata a un pago de petróleo a cambio de dinero que no ha servido para sus propios proyectos de inversión. Este es otro crimen de gran magnitud contra la nación.
La dependencia de Chávez y de Maduro en los cubanos para su toma de decisiones y para formular sus estrategias de poder es francamente repugnante. El país ha contemplado asombrado como los viajes a La Habana de los representantes del régimen se han convertido en ruta obligada hacia la meca ideológica. El chavismo es hoy un satélite del castrismo, un súbdito colonizado.
Chávez y Maduro han colocado a Venezuela en el grupo de paises forajidos colocados al márgen de la comunidad civilizada de naciones. Han aliado, en una u otra occasion, a Venezuela con Libia, Irán, Siria, Zimbabue, Bielorrusia, Cuba y Corea del Norte y con grupos irregulares y terroristas como las FARC, la ETA e Hizbollah.
Gadaffi, Ahmadinejad, los Castro, Mugabe, Asaad, Hussein, toda esa bazofia política del planeta, ha recibido la espada de Bolívar y los honores y agasajos que identifican a Chávez y a Maduro con estos asesinos.
Los personajes serán olvidados con relativa rapidez pero lo que le hicieron a Venezuela no será olvidado jamás.
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