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Ante
las denuncias de distintos sectores sobre el fraude electoral, tácito o
reservado, no ha habido ninguna rendición de cuentas, mas allá del
record guiness que rompió Henrique Capriles en reconocer y felicitar una
victoria chavista como si se diera en un proceso autentico, sin
ventajismo y en un sistema democrático ingenuo. Sin embargo, las
declaraciones de Alfredo Weil, experto en el tema electoral,
escandalizan al afirmar que en 2.334 mesas Henrique Capriles obtuvo
entre 0 y 20 votos.
Los responsables de la derrota que no debe cargarla solo el ex
candidato deberían comenzar a enumerar las causas y revelar el por qué
no fuimos verdaderamente capaces de enfrentar este proceso y todos los
anteriores.
Pocos países han entregado tan voluntariamente sus libertades, han
renunciado a su historia y mucho menos han permitido tan fácilmente el
atropello a sus derechos y a su identidad como el nuestro. Pero peor
aun, casi ninguno, ha aceptado y coexistido con un sistema corrupto al
que se opone, renunciando a sus propios valores como nosotros lo hemos
hecho adaptándonos sin quejas al ex país hoy chavetizado. Repetimos como
loros que el 11 de abril fue un golpe como si el millón de personas que
marchó hubieran sido parte de lo que otros hicieron el 12. Atacamos
sin clemencia a la república civil y democrática y cantamos la canción
de la novela “Por estas calles” cuyo autor hasta se arrepiente de como
se utilizó su novela para vilipendiar el sistema democrático
descentralizado que creyeron podían manejar ellos favorablemente con
Chávez. Ofrecemos un chavismo con la promesa de hacerlo mas eficiente,
como si no existiera algo mejor, no tuviéramos la inteligencia para
crearlo o el país no mereciera otra cosa.
Y es que nuestro problema ahora, es que somos una oposición con
algunos dirigentes frustrados después de 14 años, que piensan que hemos
llegado a nuestro mejor momento por limitarnos solo a esperar de
elección en elección un “back to life” para recuperar espacios, sin
darnos cuenta que la verdadera lucha se hace y se hizo en las calles
desde el 2000 al 2005 exigiendo nuestros derechos en protestas de todo
tipo, que no tuvieron resultados, no por nuestra gente, que
valientemente se arriesgó y se enfrentó, sino por los dirigentes que
nunca estuvieron a la altura y por eso prefirieron culpar a los
ciudadanos por aquellas conductas que ahora todos asumimos con culpa
como si hubieran sido delitos los que se cometieron y no lo que
correspondía.
La oposición en el pasado, sin muchos cargos ocupados, fue mucho mas
combativa y exigente de lo que es ahora, cuando ante las quejas
ciudadanas responden: “¿Y qué propones, salir a la calle?” o mucho peor,
asumiendo al chavismo y aplicando sus normas de pensamiento único
descalificando como radicales a quienes somos realistas. Otros, mas
esperanzados invocan a Dios y a su tiempo perfecto olvidando que Dios no
es venezolano pero nos ha dado un voto de confianza para que resolvamos
nuestros propios problemas.
También hay quienes se adaptan a permanecer
en sus municipios y regiones manteniendo sus espacios de poder sin
alzar mucho la voz convirtiéndose en accionistas minoritarios del
régimen.
Finalmente ya ni es por temor, sino por desidia que a muchos se les
olvida que hay un país indignado que no tiene como expresarse y que
termina por comenzar a desgastarse en un proceso repetitivo en el cual,
bajo un sistema electoral que nos será siempre desfavorable, los
venezolanos apuestan su futuro, de forma tal que lejos de crecer, la
política comenzará a oxidarse y la desesperación provocará resultados
imprevisibles en un país que cada vez se torna mas violento.
Es ahora cuando las instituciones deben renovarse con ideas y
amplitud, la MUD debe cumplir su función y convocar al país, es el
momento de dar batallas en caminos y no desvíos, para lograr la
liberación de los presos políticos, exigir condiciones electorales
claras e impedir los planes del régimen de acabar con la
descentralización e implantar los consejos educativos para así seguir
dirigiéndonos al comunismo.
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